Martes 27 de mayo de 2003

 

  López Anaya y los ritos del arte
 

Modernidad, vanguardia y posmodernidad en el arte argentino son los temas que Jorge López Anaya analiza exhaustivamente en su libro "Ritos de fin de siglo".

  Buenos Aires (Télam).- En su nuevo libro, "Ritos de fin de siglo", el crítico Jorge López Anaya explora las diferentes maneras en que se desarrollaron los criterios de modernidad, vanguardia y posmodernidad en el arte argentino y revisa los principales debates que se dieron en los últimos diez años en la escena internacional.
El libro, publicado por Emecé, se inicia con un análisis del impacto que generaron las obras de artistas como Xul Solar, Antonio Berni, Alberto Greco y Víctor Grippo en el arte local y examina luego una serie de conceptos fundamentales del arte de los últimos treinta años, como minimalismo, land art, body art.
Más adelante, en una sección que da título a la obra, López Anaya se ocupa de cuestiones bien actuales: el retorno de lo real, la mirada desencantada del arte evidenciada en la última edición de la Bienal de Venecia y la irrupción decisiva de la tecnología en las producciones artísticas contemporáneas.
Para el crítico y curador, la noción de posmodernidad es vital para entender la orientación del arte en la última década: "Después de los 80 se producen en el mundo una serie de fenómenos internacionales que son recibidos de distintas maneras en países centrales y periféricos. Es la llamada posmodernidad, donde hay una suerte de ruptura con la idea de lo nuevo", destacó a Télam.
"Esta época marca el reciclado de formas anteriores, que se materializa en la idea de la cita, la apropiación y una serie de mecanismos que retoman a Marcel Duchamp, que se convierte sin duda en el padrino de esta corriente", explicó López Anaya.
El autor de obras como "El arte en un tiempo sin dioses" e "Historia del arte argentino" identifica la utilización de la tecnología y la reformulación de la fotografía como los fenómenos más importante de la década de los 90.
"Siempre hubo fotógrafos que se dedicaron al arte, pero lo novedoso en este caso es la utilización de la fotografía como instrumento, quizá sin la pretensión de obtener calidad fotográfica. Otro de los aspectos más importantes de estos años es la irrupción del videoarte, que participa de una manera totalmente renovadora en la creación artística", aseguró.
"El tercer elemento que aporta novedad es el arte digital o arte en la red, una manera todavía poco difundida que quizá nunca tenga la difusión de otras modalidades, porque en definitiva escapa al mercado", continuó.
Según López Anaya, la tecnología volvió a modificar los límites y los conceptos de la creación artística, en la misma línea de lo que generó Duchamp en la década del 20: "Con sus ready-mades, Duchamp demostró que la problemática ya no era crear una obra bella y capaz de emocionar sino crear un objeto capaz de interrogar al espectador sobre qué es arte".
"Ese es un poco el criterio del arte actual: plantearse algo que requiere que el espectador decida si es arte o no y al mismo tiempo que éste establezca la manera de interrelacionarse con la obra -señaló-. Lo que cambió en las últimas dos décadas, y en especial a partir del arte conceptual, no es solamente el lenguaje del arte sino la forma de existencia de la obra".
"La historia del arte hasta hace no mucho tiempo consistía en rastrear la transformación lingüística del arte. Sin embargo, a partir de Duchamp y Joseph Beuys ya no estamos ante un problema lingüístico sino ante la posibilidad de que cualquier cosa pueda ser considerada arte en determinadas circunstancias", sostuvo.
"Esto requiere de un espectador que tenga un pre-conocimiento del tema, como dice Umberto Eco. Sin esa información previa, se queda fuera de la historia: en ese sentido, el historiador Arthur Danto asegura que 'el arte solamente actúa dentro del mundo del arte", analizó López Anaya.
El crítico considera que el arte siempre respondió a una demanda de exclusividad que, salvo excepciones, se alejó siempre de lo masivo: "El arte fue elitista desde la antigüedad, cuando el mundo de las imágenes era patrimonio de las clases más altas -argumentó-. Las clases bajas no sabían leer ni siquiera las imágenes de los vitrales, con lo cual no es cierto que el arte haya sido alguna vez para todos".
"Cuando se quiso hacer artes para todos fue durante el realismo socialista en la Unión Soviética, pero eso no fue arte sino propaganda. En cambio, el realismo crítico, que es el de Antonio Berni, es emblemático de los países donde no triunfó el socialismo: este sí puede ser considerado arte, porque no se dirige a las clases bajas sino a las altas para mostrarles lo que pasa con las bajas", concluyó López Anaya.
   
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