Miércoles 21 de mayo de 2003

  "A mí me llevaban los vientos"
 

Con su nuevo disco Julio Lacarra inicia una gira por el sur del país, que lo llevará a Neuquén capital, Andacollo y Chos Malal. Entusiasmo por reencontrarse con un público atento que siempre busca algo más.

 
Julio Lacarra recuerda a sus antecesores y mira con esperanza las nuevas generacio-nes.
Después de haber tentado los caminos del sur en más de una oportunidad, recién hace casi un año, Julio Lacarra se dio el gusto de andar por ellos, treparse a los escenarios y desparramar su voz y su energía. A horas de su regreso al Teatro de la Ciudad en Neuquén el viernes, a las 22, y sucesivamente al Galpón del CIART, Centro Integral de Artes de Chos Malal y a Andacollo, Lacarra abrió la charla con "Río Negro", repasando con tranquilidad recuerdos ligados a su madre, fallecida a los 77 años hace apenas dos meses, cuando estaba preparando con su hijo "Milonga Baya", de Julio Domínguez. Necesitaba hablar de ella, de las huellas que le dejó...
"Lo que hice en esta vida, lo que intenté siempre, es aprender de los mayores. De muy chiquito paré la oreja, presté mucha atención a lo que decían los viejos; tengo una inclinación innata hacia eso. Siempre me detengo con los mayores a escucharlos mucho, atento. Les pregunto de dónde vienen, cómo fue su vida, aprendo muchísimo sobre la persona. Y eso no me fue ajeno con mis abuelos, a los que pude ver cuando era pequeño. A los paternos los perdí cuando tenía cinco años y los de la línea de mi madre, a los diez -el abuelo- y a los dieciséis. Pero lo que me dejaron, me quedó grabado muy fuerte...".
"Hay viejos que se guardan las cosas y se mueren sin que los hijos o los nietos los hayan conocido bien. Por fortuna, no fue así con mis abuelos porque mi madre también se encargó de hacerme saber historias de ellos, su infancia, cómo fueron cuando ella era niña, de lo que eran sus abuelos. Por el lado de mi vieja, eran italianos y aborígenes mezclados con españoles; mi bisabuela Pastora tenía claros rasgos nativos venidos de la zona de La Pampa, recalaron en Areco y ahí se cruzaron con la línea de mi papá, cuyos padres vinieron de Asturias".
- El año pasado cantaste en Gijón, precisamente...
- "Fue una dicha estar en la ciudad de donde salió mi abuelo que había sido minero. Si hubieras podido ver lo que me pasó... (la voz de Julio va siendo ganada por la emoción). Fue muy fuerte... Cuando canté la canción que compusimos con Lina Avellaneda, "Con la sal en los ojos" -fui invitado por Rafael Amor, lleno el Teatro Jovellanos- el público emocionadísimo me aplaudió de pie. Ahí tuve el colofón de lo que había intentado al musicalizar las palabras de Lina. Fue una comunión y en todos los lugares donde la canté, gustó, ante públicos de mediana edad y de jóvenes universitarios".
"Esto de conocer a los que me antecedieron, lo que me dejaron, también se transmitió a mis hijos. Es una herencia de mi madre que nos enseño desde muy chicos lo que había sido la vida de los anteriores, sus penurias cuando trabajaban en el campo por Chivilcoy, iban a las cosechas desde muy pequeños los hermanos de mis padres. Trabajaron duro en la construcción, además. Mi viejo se vino a Buenos Aires muy joven... Era vendedor y por un aviso del diario, se presentó en las tiendas El Barato Argentino que funcionaban en el interior de la provincia; fue a parar a Capitán Sarmiento y dio la casualidad que mamá trabajaba como cajera ahí. Así se conocieron. Sé pormenores de su romance, los ataques del petiso a la petisa, cómo la perseguía".
"El viejo tenía dotes histriónicas, era muy dúctil, y juntos actuaban en comedias musicales en Capitán Sarmiento. Mamá era cantora, a los doce años había ganado un concurso con un contrato para venir a la Capital, a Radio Belgrano. Mis abuelos no pudieron enviarla porque era muy chica y sus posibilidades económicas no daban para que alguien la acompañara. Así que fue postergándose la cosa para ella y eso hasta influyó en mis hijos, porque les hizo conocer lo que había sido su vida, su esfuerzo, su pasión por el canto".
- Florencia tiene...
- "Veintitrés y Francisco, veintiuno. Los dos han heredado esta búsqueda de lo artístico. El varón, es mimo, está actuando en obras infantiles y con cuanta junta musical haya, estudia guitarra; Florencia estudia danza en la Escuela Nacional y los dos despuntan la cuestión del canto y la composición. Yo dejo que hagan, son chicos responsables, se reúnen con otros que tocan bien. Son una generación que no pierde el tiempo".
- ¿A la edad de ellos, te veías así?
- "No. Son mucho más responsables, a mí me llevaban los vientos. Yo siempre supe que tenía una valija esperándome en la puerta y que con la guitarra me iba a ir a cualquier lado".
- Y fue así.
- "De muy chiquito mi madre me decía: ahí va el andariego... Agarraba una valijita y la guitarrita y me iba a casa de los vecinos. Caminar y andar es lo que más me ha nutrido, me ha dado una visión del mundo, de la gente de cada lugar, tener amigos por todos lados cuyo valor es incalculable. Te acordás que hablábamos de tantos viajes postergados por nuestro sur, ahora los estoy haciendo, recorriendo paulatinamente Río Negro, Neuquén, Chubut, Santa Cruz, la Tierra del Fuego, un paisaje que siempre me atrajo y una gente que tiene para mi una significación especial; un público hondo, concentrado en lo que voy a decir, siempre atento, que busca algo más. Es un territorio muy fecundo, con una actividad que todavía el país no ha abordado, no ha descubierto".
"Esta vez voy a presentar mi último disco, entre otros muchos temas; canciones que terminamos de masterizar hace un mes y medio, hechas con el poeta platense Mingo Vibbot, de su libro "Retazos", y una tema de Ernesto Jáuregui, sobrino del (Guri) Jáuregui de Quinteto Tiempo. Los musicalicé con diferentes ritmos latinoamericanos, hay marineras, una guajira, una balada muy profunda orquestada con bandoneón... Son canciones de amor dedicadas a la mujer en distintos estados, un déficit que tengo en mi cancionero. Tengo tres o cuatro canciones muy queridas y no redundo en esas cuestiones. Soy puntual en ciertos temas, me conmocionan hechos de la realidad, eso prende la mecha y escribo; o han sido canciones de amor y lucha en tiempos de los setenta. Superarlas, es bravo".
Eduardo Rouillet
   
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