Lunes 19 de mayo de 2003

Daniel Maza, el perfecto sonido del bajo

El próximo jueves el músico se presentará

con su trío en el Español de Neuquén.

 

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Daniel Maza se presenta junto a Osvaldo Fattoruso (batería) y Abel Rogantini (piano).

NEUQUEN.- Nacido en 1959, el bajista uruguayo Daniel Maza -líder del trío que el jueves 22 a las 21.30, se presentará en el Español- comenzó tocando de muy pequeño en los carnavales montevideanos, donde aprendió naturalmente los ritmos de su país. Como sesionista, ha grabado con Milton Nascimento, Caetano Veloso, Gal Costa, Hermeto Pascoal, Pedro Aznar, Jaime Roos, Herbie Hancock, Chucho Valdez, Paquito D'Rivera, Celia Cruz, entre otros Pero, no sólo esos nombres hablan de su capacidad musical. También lo hizo la revista de Jazz "Down Beat", comentando un recital de Luis Salinas: "detrás de su manantial de acordes, está la solvencia y el respaldo armónico de Maza, sin duda el gran sostén musical que todo músico necesita". Justamente Luis ha dicho que Daniel es su "ángel eterno" "Muchas veces pienso en la suerte de haberlo conocido. Un montón de músicos, al escuchar un solo suyo, me dicen que es más musical que el solo de mi guitarra. Y lo increíble es, que es cierto", ha dicho Salinas Por su parte, el pianista "Chucho" Valdez, expresó "El gordo Maza musicaliza las ideas con su bajo -es complicado hacerlo- y además canta muy bien" El uruguayo Hugo Fattoruso, pianista él, hermano de Osvaldo –baterista de la formación que se presentará en Neuquén- manifestó: "El "botija" es el bajista que todo músico quisiera tener. Es melódico, musical y todo lo hace con una simpleza inusual" Por si faltara algo, Djavan, cantante de Brasil, recordó en cierta ocasión que la primera vez que tocó en su banda "en Nueva York, estando en el escenario, no podía saber qué observaban Herbie Hancock y Pat Metheny; miraban y escuchaban a Maza. Es un músico sin par, simple y contundente" Son opiniones que Daniel agradece, pero el tiene su propia definición.

"Cuando trabajo para otro, como sesionista, soy muy respetuoso del artista que estoy acompañando. Siempre mantengo un paso atrás y me doy el lugar que me corresponde o el protagonista me permite. Salinas, por ejemplo, me hace tocar mucho -solos de bajo, cantate un bolero- y siempre le doy para adelante. Bueno, tomo el lugar con respeto hacia quien me lo da. En el caso de mi trío, mi música no es pretensiosa ni difícil, es lo que me gusta escuchar; de repente canto un bolero, un candombe, aparece un funk. Por eso mi disco se llama Música Destilada, porque es sin estilo. En esto, hay influencia de Salinas. Trabajé muchísimos años con él y lo disfruto, me gusta su música, su sensibilidad. Luis es de dientes apretados y se nota cuando compone. Conozco sus temas desde la primera vez que los hizo hasta cuando los graba, y no cambian, la esencia es la misma. Me gusta esa onda, aunque soy más romántico."

- ¿La esencia que percibes en Luis Salinas por qué camino pasa en tu expresión?

- Soy un bajista al que le gusta la base, de los de antes...

- Percusión y bajo en yunta.

- Eso tiene que ser una pared. Y me gusta improvisar pero siempre dentro del tema. Hay algunos músicos que lo hacen sobre los acordes, sabiendo las escalas. Como yo no las sé, soy autodidacta, no sé los arpegios, sé que toco una nota y encuentro lo demás que viene. Por eso no puedo preparar un solo. Ahí está la cosa. Me toca armar una buena base con un baterista, que el tipo se sienta cómodo, goce con eso, yo también disfrute. Cuando improviso busco que quien me acompaña, arme un buen sostén para poder tocar arriba. Es la forma de expresar libremente.

- ¿Y el piano, tercer integrante del trío?

- Es esencial que tenga la musicalidad que tiene Abel (Rogantini), un pianista de una ductilidad tremenda. Puede tocar tangos como un tanguero, jazz como jazzero, una zamba al modo tradicional o totalmente armonizada. Pero, sobre todo, escucha lo que está pasando con la batería y el bajo. Luis (Salinas) dice que el grupo es como la afinación de la guitarra; si una cuerda está desafinada, todo el acorde suena mal. En el trío, cada uno debe estar en la misma sintonía. Abel es un pibe (29) muy conectado con la que hacemos, encaja fenómeno, y además le puedo decir lo que me gustaría que haga. Y listo, no hay que hablarle más.

- Un trío, un cuarteto, una orquesta, es además un juego de personalidades, de liderazgos momentáneos y permanentes.

- Ser líder de una banda no es para cualquiera. Se es líder natural o no. Si bien los temas tienen una estructura, me gusta mirar a Abel, sabe que es mirada de solo y se manda. O le hago un cabezazo al Osvaldo y ya arranca arando. Quien está adelante, debe manejar la cosa y si se le viene encima, qué pasa? Los músicos empiezan a tocar y ahí sale la personalidad de cada uno. Están los que miran y aguantan; otros son tocadores, improvisadores naturales y no es hacer base lo suyo. Eso hay que saber manejarlo.

- ¿Cómo fue la música, marcando pasos en tu vida?

- Yo empecé desde muy chico, en mi casa (del Cerro en Montevideo) cualquier cosa era pretexto para una guitarreada, desde un cumpleaños hasta una serenata, que todavía se sigue usando. Si alguien la daba en mi casa, mi padre se levantaba, lo hacía pasar y ahí se armaba. Después toqué en orquestas tropicales. Otro paso fue venir a Buenos Aires (hace 26 años) con la decisión de no tocar porque con la música lo había pasado medio mal; el músico vive al día. Pero no me fue posible. Pasé un día por un boliche que se llamaba El Papagayo (en Anchorena y Córdoba), por donde anduvimos casi todos. Era un local brasilero, en el que –pese a todo lo que se dice de él- se tocaba muy bien. Y los cantores venían y te decían do mayor y vamos arriba; marcaban un tempo y se largaba. Eso me sirvió muchísimo, me dio oficio para laburar con otra gente; hizo que fuera empezando, de a poquito, a progresar. Toqué en fiestas judías, en bailantas, nada me quedó en el tintero; toqué en La Boca...

- En cantinas.

"Sí, sí. El único donde no toqué fue en la calle, porque no puedo hacerlo, me da mucha vergüenza. Después hice todo, la fui remando sin proponérmelo; la gente me empezó a conocer, salieron otros trabajos, fui subiendo poco a poco. No puedo decir que estoy en la cumbre, pero sí en un lugar de bastante reconocimiento. Los colegas me respetan como músico y –lo más importante para mí- como persona. La música es mi vida Eduardo Rouillet

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