Lunes 14 de abril de 2003
 

Las marcas que dejaron los primitivos habitantes del Neuquén

 

Descubrieron grabados precolombinos.Son de huellas humanas y de animales.

 
El sitio fue descubierto por el Escuadrón 30 de Gendarmería de Chos Malal. La arqueóloga Estela Cúneo cree que el hallazgo, por la concentración y variedad de figuras, obligará a modificar algunos conceptos sobre el arte rupestre.
NEUQUEN (AN).- Las piedras con marcas están cubiertas por una pátina grisácea, algo así como una cáscara fina que abraza una masa durísima. Se trata de rocas de origen volcánico, desparramadas caprichosamente en las alturas del norte y el oeste neuquino, como consecuencia de alguno de los muchos zafarranchos que sufrió el planeta.
Sobre esas piedras, mucho antes de que Colón llegará a estas tierras, manos de hombres que ya no están ¿esculpieron mensajes? ¿dejaron guías? ¿alabaron dioses? No se sabe: cada nuevo descubrimiento pare racimos de nuevos interrogantes.
Los que sí está claro es que esos hombres con capacidades a la vista hicieron arte en distintos lugares de la región, a más de 2.000 metros por sobre el nivel del mar, y siempre muy cerca de algún curso de agua dulce.
En el invierno pasado, otros hombres, de a caballo y con olfato llegaron a uno de los particulares atelieres y descubrieron las marcas, las huellas de un arte abstracto concentradas sobre una plancha de piedra de unos 60 metros cuadrados.
El fantástico hallazgo colmó este año los ojos de la arqueóloga Estela
Cúneo quien llegó hasta la zona de la cuenca del río Nahueve, para confirmar que "no había indicios de este sitio, no lo conocíamos; es un lugar espectacular con una fabulosa concentración de grabados", afirmó la investigadora en diálogo con "Río Negro".
La plancha de esa piedra -que los investigadores llaman andesita- tiene muchos puntos comunes con los grabados que presentan las alrededor de 500 rocas que integran el sitio de Colomichicó, ubicado a unos 40 kilómetros del descubrimiento. El emparentamiento es obvio.
"Lo que llama la atención es la concentración y la calidad de los grabados; es que además de las paralelas que son un clásico en los petroglifos (grabados en piedra) aparecen huellas de animales, pies humanos, formas antropomorfas, y figuras llamativas como una que parece un escarabajo como nunca habíamos visto", explicó Cúneo.
El sitio -que será publicado próximamente- fue descubierto por el Escuadrón 30 de Gendarmería de Chos Malal, una repartición que no sólo hizo suya la voluntad de cuidar el patrimonio cultural, sino que también ha instruido a sus hombres para identificar los sitios con vestigios arqueológicos.
"Ellos llegan donde nadie llega y ellos cuidan y relevan permanentemente los lugares donde los depredadores se las rebuscan para llegar", afirmó la técnica Silvia Domínguez, el brazo derecho de Cúneo en esta última recorrida. Juntas, de a pie y a caballo, con gendarmes o paisanos como guías recorrieron cinco sitios arqueológicos. Para el final, dejaron Nahueve, cuyos grabados calcaron a pesar de frío viento de abril, cortante como las lascas con las que tallaron los indígenas. Las investigadoras están fascinadas por el sitio.
Cúneo cree que el hallazgo, por la concentración y variedad de figuras, obligará a modificar algunos conceptos sobre arte rupestre y afirma que es necesaria una investigación sistemática para determinar la datación de los grabados. Es que hasta el momento no hay ninguna precisión sobre qué aborígenes esculpieron esas pisadas, pies ¿ríos? plantas y otras formas indefinibles sobre las rocas de andesita.
"Estos grabados tienen cosas en común: están para ser vistos, es un arte para ser visto: no lo hicieron en cuevas. Están en lugares de paso y hay una inversión grande de energía. Para mí, esto esquematiza una visión del mundo que hoy por hoy no podemos desentrañar", define la arqueóloga, directora de Patrimonio de la provincia.
Se sabe que los artistas que percutían la piedra lo hacían en verano (en invierno los sitios son sepultados por la nieve), y que las pisadas -que en el nuevo sitio se reflejan con notable nitidez- eran uno de los motivos que más los inspiraban. De ello se podría inferir en que los cazadores y recolectores dibujaron una de las cosas que más les preocupaba: las huellas de un alimento que buscaban afanosamente.
"Hay grabados que son pisadas de ñandúes y otras de guanacos, algo poderosamente llamativo porque aquí en los últimos doscientos años nadie registró la existencia de guanacos", comentó Cúneo.
La cercanía de ríos es otro punto común. Silvia Domínguez relaciona las figuras con paralelas quebradas como una posible representación de un río visto siempre desde arriba, es decir el lugar donde están los grabados.
Del otro lado de la cordillera de los Andes, en el paraje Guanquivilo, los investigadores chilenos han identificado un sitio que está claramente hermanado a Nahueve y a Colomichicó.
Cúneo cree que los grabados tienen unos mil años y advierte que sus días están contados. Es que los cambios de temperatura, el viento y un musguillo verdoso que crece como yuyo malo están empeñados en borrar los mensajes que esos hombres de etnia indefinible, quienes hace cientos de años quisieron perpetuar su arte sobre la roca.

Rodolfo Chávez
rchavez@rionegro.com.ar

   
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