Domingo 13 de abril de 2003 | |||
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"La verdad es básica para tener una identidad" |
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Claudia Carlotto, de Conadi, habla de este derecho. "Hay silencios que son muy dolorosos", dice. |
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-Es algo mucho más complejo que un número y un nombre en un documento nacional de identidad. Muchas veces se confunde identidad con identificación. En la identidad hay una base biológica y genética: la naturaleza es así. Estamos formados por 23 cromosomas de papá y 23 de mamá. Partiendo de esta realidad viene después la suma que dan la familia, la cultura, la personalidad; la pertenencia a un pueblo, a un idioma, a una religión... es bien amplio. También es el derecho a un nombre, a ser criado por sus padres, a una familia y a un país de origen. Así, la identidad es un derecho al ancestro. Quien así empezó contestando a una entrevista de "Río Negro" es Claudia Carlotto, cabeza visible de la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad, que esta semana visitó Bariloche y Roca relevando, una vez más, información sobre casos y actuaciones judiciales que pudiesen haber violando este derecho tan preciado y devaluado en la Argentina actual. Esta militante de los derechos humanos, hija de la "Abuela" Estela Carlotto, madre de seis hijos, está cansada de que el derecho a la identidad sólo sea relacionado con el padecimiento de los hijos de desaparecidos. "¿Quiénes somos? ¿De dónde venimos? ¿Hacia dónde vamos? Estas tres preguntas seguirán siendo fundantes para el ser humano, y que si cualquiera de nosotros no se las puede responder con calma y verdad, le será imposible vivir". -¿En qué circunstancias es avasallado este proceso de construcción de la identidad? -Cuando toda relación nace de una mentira. Muchas veces puede ocurrir que haya una separación de los padres biológicos y lo críen otras personas, estableciéndose un vínculo de amor y afecto. El problema es no saber los orígenes. No tiene que ver con el vínculo, sino con la verdad. Siempre digo que negarle a alguien su identidad es como prohibirle que durante toda su vida se pueda contar los dedos de sus manos. No saber si tiene diez, nueve, siete... Es lo mismo, es básico. Después él verá qué hará con esas manos, con esos dedos, pero tiene que saber que los tiene y cuántos son. Estas conclusiones no las saco de haberlas pensado delirando, sino de lo que voy viendo del daño que se les ha hecho a miles de chicos en la Argentina, de recoger pedazos de personas desintegradas por la falta de información de su identidad... -¿Por ejemplo? -Cuando hay una sustitución de identidad y no se le puede decir al chico "vos sos adoptado" porque hay un delito. O los chicos adoptados por izquierda. Los chicos, a una edad, inevitablemente quieren saber quién era su mamá, qué le pasó, por qué lo entregó, cuándo fue y en qué circunstancias, cuánto pesaba... Ante esas dudas se hace un silencio. Claro, qué le voy a decir si recurrí a una intermediaria, si se lo arrebaté a su gestante, si incluso llegué a pagar por él. Los chicos cuando llegan a nosotros, a la Conadi, buscando su origen nos dicen: "Quiero saber todo; no me importa lo dolorosa que sea la verdad... no me importa que mi mamá biológica haya sido una mujer que me desatendió, que haya ejercido la prostitución, que haya sido alcohólica". Si esa información que existe en alguna parte no aparece, la fantasía va de un extremo al otro en esa cabecita, haciéndola estallar más de una vez. -Además, como una mentira debe tapar otra mentira, todo se hace terriblemente más trabajoso, ¿no? -A la larga también llegan a la Conadi padres adoptivos con sus hijos y nos dicen "no sé cómo salimos de esto". La verdad siempre es liberadora, tanto para ellos como para los chicos. Pero suelen surgir actitudes egoístas: temen que los chicos los dejen, se vayan con la otra familia, que comparen. Y también, desde algún lugar, piensan que esos chicos les deben algo. En definitiva, el discurso termina siendo: "Mirá, después de todo te salvé la vida... andá a saber dónde estarías hoy si nosotros no te hubiésemos tenido... y vos todavía salís con esta historia de querer saber algo de tus padres biológicos". Hemos tenidos padres llorando a moco tendido diciéndonos: "Jamás pensé que yo había cometido semejante error. Creí que mimándolo, queriéndolo, cuidándolo era suficiente... y ahora no sé qué hacer". Y a veces, ¡ojo!, no tiene solución. Porque el chico llegó por tantas terceras personas, tantos intermediarios, que no podés volver para atrás. Cualquier médico que intervino, cualquier obstetra, asistente social, jamás te va a dar información. Ese pacto de silencio no se puede romper. Se perdió el rastro para siempre. -¿Esto pasa seguido? -Sí, y lamentablemente es una nueva victimización del chico. A quienes están tratando de encontrar su identidad nuevamente se los culpabiliza de hacer sufrir a quienes lo criaron. En el mejor de los casos no son acompañados en esta búsqueda. Cuando llegan a la Conadi nos piden que sus padres no se enteren. Y en el peor de los casos, son boicoteados y perseguidos. Incluso echados de sus casas o extorsionados económicamente. "Por ingratos y desagradecidos", les dicen. En este tramo de la entrevista, Carlotto insiste: "No hay que olvidar que "anotar un hijo ajeno como propio es delito. Adoptar un hijo propio a través de intermediarios también lo es". ¿Viste que en los supermercados ponen el cartel "sustraer algo es robar"? Esos carteles debieran estar pegados en los hospitales, en los barrios donde hay gestantes pobres... -¿Cuál es la idea de la Conadi con la formación de una red en todo el país? -Ofrecer un servicio al joven, siempre. Facilitarle todo. Y que los jóvenes no tengan que resolver su identidad en un juzgado. Es duro resolver esto en un juicio penal contra alguien, contra quienes lo criaron. Es terrible y perverso. Porque seguro que ellos no quieren la cárcel para quienes lo criaron. Y la Conadi es el lugar ideal para esto: no hay espacio para el reproche, para la tragedia, sino para el amor. -¿Cómo les fue esta semana en Bariloche y Roca? -Sorprendidos y para bien. Nosotros estamos preparados para todo: para la indiferencia, para que nos amedrenten... pero no pensamos que nos iba a ir tan bien. La gente está tan desesperada que cuando ve "derechos humanos" se refugia ahí. Y como hemos conseguido muchísimo, creamos confianza y expectativas. Horacio Lara |
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