Domingo 13 de abril de 2003 | ||
Nada de esto es un error |
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Por Arnaldo Paganetti |
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Ninguno de los tres candidatos, Carlos Menem, Néstor Kirchner y Adolfo Rodríguez Saá, está dispuesto a allanarse a la derrota", sentencia con suficiencia el consultor Jorge Giacobbe. "El peronismo es un partido de poder. Cuando haya un Presidente legitimado por las urnas, todos o casi todos, nos vamos a poner atrás", expresa con una visión opuesta el titular del bloque de Senadores del PJ, Miguel Pichetto. Las dos afirmaciones tienen una cuota de verosimilitud y una dosis de falsedad. El misterio empezará a develarse luego del primer turno electoral previsto para dentro de dos semanas. En el aire se respira la intriga: dada la aparente paridad entre esos competidores de un mismo y heterogéneo movimiento, los operadores de los unos y de los otros presagian una lluvia de impugnaciones si las diferencias no superan el tres por ciento. Mientras el gran defecto de los argentinos es esperar siempre demasiado de los demás y no de uno mismo - algo así como que la felicidad venga de arriba -, no hay debate de propuestas entre los candidatos: Menem, el mal conocido, ratificó su alianza con la derecha con apoyo cautivo de los más humildes; Kirchner se instaló con la caparazón de la dirigencia duhaldista y la imagen de previsibilidad y continuidad que otorga el ministro Roberto Lavagna; y Rodríguez Saá, avanzó con sus cien y pico de medidas. Exhibe una sonrisa gardeliana y contiene a vastos sectores populares y nacionalistas hartos de estar hartos. A un paso de meter el voto en la urna, la polémica se desató sobre el presunto fraude que instalaron con mucha fuerza Rodríguez Saá y la titular de ARI Elisa Carrió. El gobierno, que hoy hará un simulacro de escrutinio, salió a aclarar que garantizará la transparencia, aún admitiendo que un resultado ajustado dará pie a las presentaciones judiciales cruzadas. No hay errores en las picardías para hacer tropezar al contrario. Pero lo cierto es que históricamente, según consignó el analista Rosendo Fraga, el fraude en la Argentina fue mínimo. En esta oportunidad, además del pago de 100 pesos a las autoridades de mesa (algo que no está garantizado, pues ni siquiera se abonó los 20 pesos a más de un tercio de los que participaron en esas funciones en los comicios de 2001), vendrán observadores de la OEA, y se movilizarán cientos de fiscales de cada una de las agrupaciones. "El gobierno intentará instalar a su candidato por los medios o a través del fraude informático, pero no lo logrará porque estamos todos avivados", opina Jorge Rachid, uno de los lugartenientes del puntano Saá ¿Habrá un voto vergonzante?. Hasta aquí se creía que el mismo estaría concentrado a escondidas en el riojano, por los años de estabilidad y crecimiento en los primeros años de su mandato, que minimizarían los graves casos de corrupción. Sin embargo, hay otras voluntades que no se expresan por temor de caer en el ridículo y que se inclinarían por quien fue gobernador de San Luis durante 16 años. De hecho hay encuestas "fantasmas" que presagian un balotaje entre Menem y Rodríguez Saá. Una fuente de la embajada norteamericana indicó a "Río Negro" que según una enorme encuesta propia, los dos se van cortando del resto y que el último de ellos le lleva más de tres puntos al tercero, Kirchner. La enemistad manifiesta entre Menem y Duhalde (los dos que a juicio de Fraga "controlan la calle", esto es, la gobernabilidad), no significa que tal rencor se traslade a los dirigentes de segundo y tercer nivel y a la base. Todos estos estamentos, en realidad (como bien apuntó un capitoste hoy y ayer oficialista), son producto del "Menem-duhaldismo", el fenómeno que irrumpió en 1989, agotada la experiencia radical de Raúl Alfonsín. Dicho fenómeno populista se apoya en intendentes y concejales que "juegan a ganador" y son alérgicos, en su mayoría, al izquierdismo progresista. Por eso, Kirchner aceptó que Lavagna sea su interlocutor ante el establishment, que disfruta con la presencia de Menem (igual que con la de Ricardo López Murphy) y está empezando a tolerar a Rodríguez Saá, quien "ya no genera tanto pánico", según reconoció un dirigente de la Asociación Empresaria Argentina (AEA). Los problemas, con una crisis de representación a la vista, siguen vigentes: el país está en cesación de pagos, tiene un gran porcentaje de personas excluidas y debe consolidar el proceso productivo nacional que camina lentamente luego del abandono de la convertibilidad. La explosión social de diciembre de 2001 generó un dinamismo que no se tradujo en nuevas propuestas políticas. Al contrario, Fraga menciona que el clientelismo, que manejan a la perfección los caciques peronistas, trepó de 140 mil personas a más de 3 millones. El 90 por ciento de esos planes dependen de los intendentes y un 10 por ciento de los líderes piqueteros. La visita de Duhalde al papa Juan Pablo II no le redituará electoralmente, Más beneficios logrará si alinea a la provincia de Buenos Aires con Kirchner y disciplina al patagónico, que se resignó a aparecer en spots televisivos junto con Lavagna. Las ironías entre Duhalde y Menem no cesan. López Murphy, con una dureza inusual en él, embistió contra los tres justicialistas y "Lilita" Carrió plantó algo así como una bandera de remate, al afirmar que lo que se viene es la acefalía. Arnaldo Paganetti |
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