Lunes 28 de abril de 2003

 

Pellegrini disfruta su momento

 
  BUENOS AIRES (DyN) - Conforme las reglas que nos rigen y se acatan, Manuel Pellegrini, luego de lograr consenso de idoneidad en San Lorenzo de Almagro, había pasado a ser un técnico cuestionado en Ríver Plate, al quedar muy lejos en el pasado torneo Apertura y no dar en la tecla durante los partidos del verano y el arranque del Clausura y la Libertadores de América.
Ahora, que el técnico chileno construyó un equipo ganador de ocho partidos al hilo en el frente interno y cómodamente clasificado una fecha antes del final en el externo, más allá de devolverle el crédito, hay que encontrar los argumentos que no justifiquen a Pellegrini, sino a los que lo criticaban.
No podía ser de otra manera, Pellegrini tuvo que realizar su aprendizaje para habitar el planeta Ríver, con sus códigos propios, ese famoso pasillo circular del "Monumental" y esa temida platea San Martín.
Se tomó su tiempo, pero no le tembló la mano al ingeniero para borrar a Angel D. Comizzo y Celso Ayala cuando comprobó que sus pesos específicos fuera de la cancha no se compadecían con sus aportes "en el verde césped".
Quería jugar con doble cinco, pero al cabo vio que eso no iba y tampoco tuvo rubores en cambiar. Movió a Víctor Zapata por diversos sectores y, finalmente, lo sacó de su formación favorita, aunque la profusión de partidos siga dándole chances.
Pareció en algún momento resistir a Fernando Cavenaghi, pero el delantero lo convenció con sus goles y no tuvo empacho en darle el lugar que le correspondía.
Necesitaba a alguien que le manejara la última línea, pidió a Horacio Ameli y parece que acertó, como también con Darío Husain para el ataque.
También se quedó sin el pan y sin la torta cuando le vendieron a Nelson Cuevas y no le trajeron a Ariel Ortega, pero esto es solo un detalle, porque es evidente que en este sentido, la mayoría de sus colegas tiene que lidiar con carencias mucho más acuciantes.
Probó, dudó, tuvo sus marchas y contramarchas, dejó en el banco en algún momento hasta al mismísimo Andrés D"Alessandro, y fue tomando decisiones definitivas.
En suma, fue moldeando su equipo con sus propios tiempos, desestimó las urgencias que se le planteaban, sobrevivió a las turbulencias y pasó a ganar, por ahora.
Le había quedado, antes del comienzo del Apertura 2002, un plantel rico pero que tenía que acomodarse luego de las numerosas transferencias, pagó el precio que tenía que pagar y emergió airoso. Ríver viene jugando auténticamente bien, afirmadas sus individualidades y sostenidas por una estructura que les responde.
De mitad de cancha hacia adelante, las posibilidades que ofrece la conjunción de Claudio Husain, Eduardo Coudet, Luis González, Andrés D"Alessandro, Fernando Cavenaghi y Darío Husain, más la confiabilidad de Leonardo Astrada, Guillermo Pereyra, Esteban Fuertes y todo el piberío que viene empujando, es el sueño de cualquier director técnico. Y todavía falta Alejandro Domínguez.
Como siempre, Ríver asoma como candidato en todas los certámenes y como muchas veces, los resultados están apuntalando esa candidatura.
En su banco se mantiene un hombre como el chileno Pellegrini que soportó los malos momentos, las críticas y salió adelante, todo un mérito. Mucho más si, contra lo que ocurre en otros casos, por el camino no se pierden los buenos modales.
   
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