Lunes 21 de abril de 2003 | |||
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Un western bien argentino |
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"Un oso rojo", un excelente filme de género de Adrián Caetano. |
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El quería su propio western, uno con un "héroe, que toma decisiones y es de armas tomar", como declaró en una entrevista que dio a "Página 12". Un western que cambia de paisaje. No muestra el Lejano Oeste si no San Justo y La Boca, o sea un western suburbano. Solitario, desencantado, golpeado, así es Rubén, "El Oso". No es ningún idealista, es un hombre que pasó siete años en la cárcel por matar a un policía en un robo y al que encierro le quita su familia. Al quedar en libertad lo único que quiere es recuperar por lo menos el cariño de su hija, a la que había dejado de ver el mismo día en que la pequeña cumplía 1 año. Un objetivo nada fácil ya que ella ni siquiera lo reconoce. También desea saldar las cuentas pendientes con "El Turco", que le debe el dinero del asalto por el que fue a la cárcel. Solo recorre las calles en el remise que maneja, un trabajo legal con el que apenas puede mantenerse. Sin el amor de su ex mujer, quien tiene una nueva pareja, su hija es lo único que importa. Y cuando la precaria estabilidad en la que vive se tambalea por la falta de dinero y un desalojo inminente no duda en sumarse a otro asalto. La solvencia de Caetano tras la cámara se reafirma en "Un oso rojo". Las escenas más personales se mezclan con naturalidad con las de acción, de factura perfecta, como las que con el Himno Nacional Argentino de fondo, van mostrando el acto escolar en el que la hija del Oso es escolta de la bandera mientras él es parte de un sangriento asalto, y "mexicanea" a sus cómplices, en una secuencia típica de Quentin Tarantino. Lo que también pone en evidencia este filme es que Caetano es un excelente director de actores, ya sean estos amateurs o profesionales. Todo el peso del filme recae en Julio Chávez, que se transformó en el Oso con una economía de gestos y palabras que no ocultan la ternura que hay detrás de la aparente dureza del personaje, ni tampoco su violencia. Sorprende el mago René Lavand con su Turco, impecable está Enrique Liporace en el comprensivo Güemes y Luis Machín demuestra una vez más su calidad como el débil jugador lleno de deudas que es la pareja de Natalia, la ex mujer del Oso, una Soledad Villamil que no logra convencer al interpretar a una empleada doméstica. Silvina Fernández Estrenos Los choques culturales siempre son buena tierra donde abonar una historia, y muchas veces ésta puede ser divertida. Clásicos La degradación del poder es uno de los temas fundamentales en la filmografía de Pier Paolo Pasolini, una de sus obsesiones y el eje de su última película, estrenada después de que fuera asesinado en 1975, y que ahora volvió a los videoclubes en una nueva copia. La zona oscura "Luca vive", dicen las paredes y el mito popular, pero Jorge Coscia lo mató de nuevo. |
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