Lunes 21 de abril de 2003 | |||
|
"Júbilo" y "furia", palabras para seguir usando |
||
Armando Tejada Gómez cumpliría hoy 74 años. El músico y compositor Jorge Marziali lo recuerda en esta nota. |
|||
todas las palabras en donde fui dejando el júbilo y la furia, el testimonio áspero y caliente de ser poeta desde el carozo mismo de mi patria y América". Desconozco si en las escuelas han tenido la chispa de enseñar a sus alumnos los significados de términos como "júbilo" y "furia". Quizá "alegría" y "calentura" ya hayan reemplazado a aquellas dos hermosas palabras. Sí sé –porque lo veo a diario- que los comunicadores lisiados que heredamos de aquella explosión ocurrida entre 1976 y 1983 y la mayoría de las "estrellas" crecidas al influjo de la "democracia" no se han ocupado demasiado de las palabras como las que Armando Tejada Gómez tiró al pasar en la presentación de "Profeta en su tierra", una primera antología del lejano 1968. En realidad, creo que ya nadie se ocupa seriamente de los poetas, es decir de los armonizadores de palabras. De todos modos, nunca será en vano, para mí, revisar significados y descubrir velados metamensajes en las enredaderas de las metáforas. "Júbilo" es –todavía- una viva alegría que se exterioriza. Pero el término tiene, como todas las palabras, una extensión no tangible; como una acción residual, un aura que presentimos todos. El jubileo de los hebreos (¿no dijo Borges que todos somos hebreos por aquí?) era un estado de júbilo. Y mire qué curioso: durante el jubileo, los predios "conquistados" retornaban a sus antiguos dueños y los esclavos recobraban su libertad. Lindo juego para engalanar los festejos patronales, por ejemplo. Armando Tejada Gómez trabajó desde el principio para empujar algún jubileo en estos "predios" nuestros; alguna celebración durante la cual la tierra volviera a sus antiguos dueños y los esclavos fueran liberados. Pero nosotros, los "hebreos" nos acordamos de cualquier rito, menos del jubileo. Olvidamos la fiesta. Armando lo sabía, aunque él mismo no recordaba "cuándo ocurrió el olvido", ese que arrastra a las ciudades a "vivir sin un duende que ordene la alegría /y suelte las abejas /y mire, todo un siglo, la antigüedad del pájaro". Las furias Habló también de furia, la intuyó, primero en él mismo y después en la gente. Como que la venía olfateando desde principio de los años 50 y sabía que no alcanzaba con la justicia, primera de las virtudes atacada por el amaneramiento y la miseria; virtud light que provoca carcajadas fantasmales desde antes que la exaltaran por las llanuras manchegas. Las "Furias" –que eran tres- eran hijas de la tierra y diosas de la venganza (puerto casi irrenunciable cuando la justicia se mimetiza con los flanes). Se dice que las Furias perseguían a los culpables y les infundían intensos raptos de desesperación. "Asumo las palabras donde fui dejando el júbilo y la furia", confesó Armando. Un poema no sirve para mucho más que esto: recordar que las palabras tienen significados envasados en origen, añejos significados que los hombres nos empeñamos en olvidar. Los poetas están gritando desde el cielo de las palabras que es más sencillo vivir cuando las acciones humanas se corresponden en un todo con las palabras que utilizamos para, digamos, "vender" esas acciones, justificarlas. Por estas regiónes nuestras y en estos tiempos, todavía tienen vigencia (que no moda) las palabras intuidas y lanzadas por los Neruda, los Del Cabral, los Whitman, los Vallejo y los Tejada Gómez. Y los muchos otros que escribieron desde estos tiempos para el tiempo del hombre, como Homero desde el suyo y para siempre. Armando Tejada Gómez estaría cumpliendo en estos días 74 años (hoy, para ser más exactos). Quizá sirvan estas líneas para refrescar alguna memoria, engrosar algún archivo. Archivo de una época que pasó, de un siglo que terminó con tristeza, no por lo inapelable del almanaque, sino porque no sabemos qué hacer con la carne que quedó en la heladera del mundo y que no es utilizada, porque hemos optado por los souflés y las ensaladas. Porque se suspendió el asado, el gran "asado comunitario". Habrá, tal vez por muchos años, este lunch frío y frugal, al que concurren cada vez menos hermanos, porque ahora es, además, "por estricta invitación". Jorge Marziali |
|||
® Copyright Río Negro Online - All rights reserved
|
|||
Ediciones anteriores | Editorial | Artículos | Cartas de lectores || El tiempo | Clasificados | Turismo | Mapa del sitio Escríbanos || Patagonia Jurásica | Cocina | Guía del ocio | Informática | El Económico | Educación |
|||
|