Domingo 16 de marzo de 2003

 

Un grupo de arqueólogos estudia ruinas del siglo XVIII en Santa Cruz

 
  PUERTO SAN JULIAN (Télam).- Un equipo arqueológico completó su quinta campaña en la colonia española Floridablanca, fundada en el siglo XVIII y diezmada por el escorbuto en el primero de sus cuatro años de existencia, en una de las pocas investigaciones de arqueología antropológica del continente que permite ver cómo el espíritu de la ilustración europea habitó en las inhóspitas tierras patagónicas, hace casi 220 años.
El grupo de cinco expertas argentinas, encabezadas por la arqueóloga María Ximena Senatore, excava desde 1998 las ruinas de Floridablanca, cerca de la Bahía de San Julián, ubicada a 357 kilómetros al norte de la capital de Santa Cruz.
Allí surgen las casas de adobe, ladrillos y tejas "musleras", fragmentos de vidrio y cerámica, clavos, herrajes y otros vestigios que sobrevivieron a su destrucción, cuando se dispuso no dejar nada que pudieran utilizar otros interesados en la zona.
La colonia fue fundada en tiempos en los que Inglaterra se apoderaba del peñón de Gibraltar, gozaba del dominio de los mares y perdía su principal colonia americana, y cazadores ingleses, franceses y norteamericanos de ballenas y lobos marinos cobraban sin impedimentos sus piezas en las latitudes australes, con base de operaciones en las Islas Malvinas.
El riesgo de que otras potencias ocuparan el territorio que hasta ese entonces poblaban sólo los aborígenes, movilizó a la corona española a reivindicar su soberanía.

Creación de asentamientos

Carlos III, segundo monarca de la casa Borbón -casa que aún reina en España- dispuso en 1798 la creación de varios asentamientos en la costa patagónica. Así se fundaron un fuerte militar en Península Valdés y dos colonias agrícolas, una en Patagones -la única que permaneció-, y otra en Bahía San Julián, bautizada en honor a José Moñino, conde de Floridablanca, ministro y primo del rey e impulsor del proyecto.
Desde Castilla y León, familias de labradores partieron desde el puerto de La Coruña hacia el Virreynato del Río de la Plata, y fueron destinadas a la Patagonia para establecer, "en condiciones iniciales de igualdad", una colonia agrícola basada en el concepto de "población útil", como lo comprueba el hecho de que no se permitió el establecimiento de órdenes religiosas: sólo un cura para atender a los colonos.
Traían elementos de labranza, vacas, mulas, caballos, cerdos, ovejas, aves de corral, semillas y utensillos, ya que la ilustración sostenía a la agricultura como principal fuente de desarrollo y progreso.
   
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