Martes 11 de marzo de 2003

 

En un mes volverá a su hogar la cipoleña trasplantada

 

Inés Marillán se repone más rápido de lo que los médicos preveían del implante de hígado realizado hace un mes atrás

  CIPOLLETTI (AC).- Si toda la evolución transcurre como hasta ahora, mejor aún de lo que esperaban los facultativos intervinientes del Hospital Italiano para estos casos de extrema complicación, la cipoleña Inés Marillán, quien recibió el 12 de febrero un hígado trasplantado de urgencia por una hepatitis severa, estará de nuevo entre los suyos, en calle Río Negro y San Antonio del barrio Anai Mapu.
"Estoy muy bien. Los extraño mucho a todos. Ya quisiera estar en casa. Y vos, nena, empezá a darle de comer a Milagros", le dijo ayer por teléfono Inés, con voz firme, a su hija María Mella, de 23 años, quien tiene una criaturita de dos meses, en un claro ejemplo de que su convalecencia marcha viento en popa.
Inés, de 46 años, se hallaba primera en la lista de emergencia nacional del Incucai, víctima de una "hepatitis fulminante de etiología autoinmune" -como la definió en su momento el director del área técnica del Italiano, Héctor Marchitelli- y que le dejó como última y única alternativa de sobrevivencia la recepción de un nuevo hígado. El órgano implantado fue de una jovencita de 16 años cuya identidad no le fue proporcionada a la familia.
El 12 de febrero pasado se realizó con todo éxito la operación en el Hospital Italiano. La mujer pasó de terapia intensiva a una intermedia y en estos momentos se encuentra en una habitación común aunque sujeta a una atención personalizada.
Inés Marillán está casada con Luis Mella, quien trabaja en una empresa constructora, cuya obra social cubrió parte de los gastos de la intervención y estadía en el Italiano. En el hospital se aloja su hijo Marcelo, que la cuida con dedicación exclusiva.
La esperan aquí María, Manuel (21) y Natalia (18), además de familiares y amigos que han seguido minuto a minuto la enfermedad y esta evolución que por ahora supera todas las previsiones.
María dijo ayer que su madre se repone más rápido que lo esperado, porque incluso cuando la habitualidad en este tipo de pacientes que están saliendo de una operación de alta complejidad es tener muchos reparos a la hora de recibir comida por boca, Inés pide que la alimenten para reponerse más pronto y volver al seno de su familia en Cipolletti.
En la casa hay cuadros religiosos por todos lados, tanto en el living-comedor como en el resto de las habitaciones. "Ella es muy creyente. Y nosotros también. Dios nos ayudó para que mamá se esté reponiendo", reflexionó María.
Ahora, la familia tiene un mes para hacer una serie de arreglos en la casa. Hay que desprenderse de dos perritos, cortar algunas plantas, realizar un cambio de cuarto para garantizar la asepsia, lograr que el camión regador pase más seguido para que no haya polvo y tierra en suspensión, y evitar que en el cordón cuneta se junte agua servida.
Esto, porque no tiene que haber ningún foco contaminante que afecte a la señora cuando se produzca su retorno al Mapu.
"La extrañamos mucho y después de la comunicación telefónica de hoy (por ayer) nos pusimos muy felices. La vamos a esperar con todo el amor del mundo, y la cuidaremos como ella hizo siempre con todos nosotros", enfatizó María, con Milagros en brazos y los ojos brillantes por la emoción que la embargaba.
   
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