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Lunes 10 de marzo de 2003 | ||||
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Telón y miles de aplausos para la Fiesta de la Manzana |
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El cierre de la XXXII edición fue acompañado por una multitud. |
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Dos plazas llenas. Un escenario prisionero de almas exultantes, que parecían hacerlo cada vez más chico cuando los minutos pasaban. Todos los comercios del centro a tope. Así fue el cierre de la XXXII edición de la Fiesta Nacional de la Manzana, que mostró la mejor cara de los roquenses. Un rostro añorado por quienes sólo contaron penurias en los últimos años. Por eso puede decirse que el objetivo planteado antes del lanzamiento se alcanzó con creces. Ese "volver a empezar" contó con el respaldo de los vecinos y permite doblar la apuesta mirando al futuro. Anoche nadie se movía esperando el nombre de la nueva Reina. Comida rápida de por medio, no fueron pocos los que llegaron temprano, disfrutaron del desfile de murgas y carrozas (ver aparte) y se quedaron frente al palco haciendo apuestas sobre el nombre de la reemplazante de Marina Mozzoni. La elección tuvo destino de madrugada precisamente porque el público exigió más y más a los artistas, acumulando minutos de retraso al cronograma previo. Tal es así que durante la segunda noche hubo quienes se quedaron con las ganas de escuchar al Quinteto de Tango de la Fundación Cultural Patagonia. El motivo: los relojes marcaban las 4 de ayer y todavía no llegaba su turno. Entre los organizadores todo era satisfacción anoche. Nadie se animaba a confirmar números sobre la cantidad de gente que hubo en la clausura, pero no hubo miradas de asombro para los que arriesgaron más de 20.000. Como en las dos primeras jornadas, el color fue variado sobre las tablas. Folclore, jazz, tango, clásico, español, rock, más y más. Tal vez allí radicó buena parte del éxito, porque todos aprendieron algo hasta el momento desconocido. Y en medio de tanta interrelación de gustos y costumbres, la manzana. Ese motor de la economía regional, que pasa por un auspicioso momento y a partir de los buenos dividendos generados seguramente contribuyó a que el ánimo de los jefes de familia sea otro al momento de optar entre la casa y la fiesta. Anoche, el telón aparecía sobre la XXXII edición de la Fiesta Nacional de la Manzana. En las chacras, la luna y las estrellas cuidaban al fruto pródigo de estas tierras valletanas. Y en la ciudad, miles de roquenses ponían el broche de oro a un rito que -de seguir por la misma senda- volvió para quedarse. (AR) Crecer desde el pie Este año, la Fiesta Nacional de la Manzana priorizó a los artistas regionales y, si bien lo hizo en gran medida porque no había presupuesto para contratar a famosos de renombre nacional, la decisión resultó tan acertada y tan grata que bien merecería ser mantenida como criterio hacia el futuro. Es que, si resulta bueno ver de cerca a aquel artista que uno admira en la tele, también es una alegría conocer a los músicos de excelente formación y nivel interpretativo que hay en la zona. Casi parece increíble, por ejemplo, que una banda de jazz de la calidad de la "Black River Jazz Band", de Viedma, o de las cordilleranas "2000 No" y "Clara Bo Jazz Band" nunca hubieran venido a Roca. O que el Quinteto, el excelente grupo vocal folclórico de Neuquén, nunca hubiera cantado en una Fiesta de la Manzana. Lo destacable, en realidad, es que la obligada austeridad de la Fiesta no "niveló hacia abajo" sino que significó "crecer desde el pie". Y esto fue así debido a que la selección de artistas fue cuidadosa y en todos los estilos -tango, folclore, danza folclórica y contemporánea, rock, música latina y música clásica- quienes pasaron por el escenario central y los secundarios brindaron un espectáculo de calidad, lo que el público de todas las edades, preferencias y clases sociales reconoció y valoró. Varios elementos más contribuyeron a un buen resultado: la amplificación de sonido -también local- fue excelente, con buen volumen pero limpia y equilibrada. Se mantuvieron en términos generales (cuando no se pudo fue porque el público pedía más), los horarios estimados de antemano. Y, sin necesidad de abonar las plateas, el escenario fue visible desde lejos, permitiendo a muchísima gente disfrutar de los espectáculos en forma totalmente gratuita. El clima aportó lo suyo. Pero la calidez no estaba sólo en el aire. También podía respirarse en la generosa entrega de organizadores, artesanos, encargados de puestos de comida, artistas y todos quienes aportaron a la celebración. El desfile fue brillante
Pequeños soldados de la paz abrieron el desfile, con carteles en contra de la guerra inminente. Ellos sólo quieren divertirse y lo dejaron en claro. Así fue que no ahorraron pinturas ni lentejuelas para desafiar sus articulaciones, "revoleando" brazos y piernas al ritmo de tambores. El premio, miles de palmas. Pasadas las 20 entraron en escena las carrozas. Sobre ellas pasaron chicos disfrazados de botellas de sidra, cajas de jugo y otros productos derivados de la manzana. También la Reina de la Tercera Edad. De repente, las bocas comenzaron a abrirse para disfrutar el regalo que desde las chacras trajeron la Cámara de Productores, Consorcio de Riego y Mujeres en Lucha. El cierre del desfile fue para una caravana de tractores, que encima llevaba el sueño de cada una de las postulantes a reina. Sueños que luego se trasladaron al escenario central, convirtiéndose en imán para la multitud que no dejó pasar la oportunidad de ser testigo de la emoción de la nueva soberana. (AR) |
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