Ingresar a Roca por la ruta 22 es una odisea

Dos de los accesos más transitados no tienen rotonda ni derivador y muchas veces se producen accidentes. Bocinazos, insultos, cambios de luces o frenadas bruscas, suelen verse a diario en los accesos de las calles Mendoza y San Juan. Quienes viajan desde el oeste hacia Roca, deben esperar en la banquina el momento justo para cruzar la ruta 22. Se suelen formar colas de varios vehículos y nunca falta aquel que arriesga una maniobra para no "perder tiempo". Además, ambas entradas están bordeadas por canales de riego, en los que ya han caído varios autos tras una colisión.

Tránsito complicado. Un camión espera el momento para poder ingresar a Roca. La camioneta consigue el espacio justo para dejar la ruta, mientras el resto sigue viaje.

ROCA (AR).- Para aquel viajero que transita por la ruta 22 y que intenta ingresar a Roca por los accesos de las calles San Juan o Mendoza, la maniobra puede resultar la más peligrosa de todo el viaje.
La falta de derivadores o descansos para aminorar la velocidad sin riesgos de ser embestidos de atrás se evidencia desde hace años, y todo indica que esta falencia permanecerá así por vaya a saber cuánto tiempo más. Pero además, ambos ingresos están bordeados por desagües, lo que acrecienta el peligro ante cualquier mala maniobra o colisión.
El restante acceso es el de la avenida Roca, y es el único que cuenta con rotonda. Tal vez este sea el más utilizado por los visitantes, pero a diferencia de la seguridad para dejar la ruta 22, el contraste lo marca la falta de árboles, al menos en las primeras diez cuadras de esta importante arteria (ver aparte).
El acceso de la calle San Juan es el más peligroso. En la margen oeste hay un desagüe que corre paralelo a la avenida y que cruza la ruta 22.
Cuando un automovilista viene, por ejemplo desde Neuquén, para doblar a la izquierda, debe bajar a la banquina. Sin embargo, en el ingreso están las barandas del puente que reduce a poco más de un metro la banquina. Es decir que si un automovilista para en ese lugar para ingresar a Roca, parte de su auto quedará sobre la ruta.
Allí existe un guards rail que tiene las huellas de numerosos accidentes ocurridos a lo largo de los años. A esta altura, las láminas de acero que sirven de protección están casi acostadas, por lo que no cumple su función de contención.
En la margen este de la calle San Juan hay un canal de riego con sus bordes de cemento. Allí el riesgo también es grande, porque al mínimo roce, un auto termina semi sumergido o volcado en el curso de agua.
El cruce es peligroso, especialmente en verano. A pocos metros, y al sur de la ruta 22, se encuentra el complejo del club Deportivo Roca, que en verano es visitado por una buena cantidad de vecinos. Para regresar tienen que cruzar la ruta 22, justo en este punto caótico en el que ya se han producido accidentes importantes.
Incluso, en una oportunidad, una joven mochilera cayó al desagüe, al chocar dos vehículos cuyos conductores no calcularon bien la maniobra. La joven sólo sufrió un gran susto, algunos raspones, y la desagradable sensación de caer a un canal con barro podrido.
En la calle Mendoza la situación es bastante similar. La falta de derivador obliga a los automovilistas esperar en la banquina sur para entrar a Roca, y muchas veces la paciencia se acaba y apuran el ingreso a pesar de los bocinazos o algún que otro insulto que reciben de parte de algún conductor que circula por la ruta.
Lo insólito de este ingreso es que por unos 500 metros, la calle tiene una capa de asfalto más elevada que el resto. Esto ocupa sólo una mano, y la diferencia entre una y otra es de unos ocho centímetros.
En el lugar no hay señalización, por lo que repentinamente, el conductor sentirá un fuerte golpe en el tren delantero al tomar el desnivel.
Pero esto está desde hace tanto tiempo, que muchos frenan tras haber sufrido la experiencia del sobresalto.
Esto dificulta también el sobrepaso, ya que la diferencia entre ambas capas transforma en peligrosa la maniobra.
El único acceso que permite un tránsito seguro y ordenado, es el de la avenida Roca, donde existe una rotonda.
Pero la seguridad disminuye cuando los aspersores no están bien orientados, y en vez de regar el césped mojan la cinta asfáltica.
Mientras tanto, en el acceso de la Mendoza o la San Juan, cada uno se las ingenia como puede para ingresar a la ciudad, esperando no ser noticia por protagonizar un accidente.

La desolación de la avenida Roca

La segunda cuadra de la avenida Roca no tiene árboles en ninguna de las dos veredas.

ROCA (AR).- La desolación que muestran las primeras cuadras de la avenida Roca es una pésima presentación para el viajero que llega a la ciudad.
A diferencia del resto de la zona del Alto Valle, donde los árboles abundan, en gran parte de la principal avenida de la ciudad, la sombra brilla por su ausencia.
En las primeras diez cuadras, donde se ubica el primer hotel que encuentra el visitante, hay 105 árboles contando ambas veredas. Es decir, un promedio de cinco árboles por vereda y en los que muchos son del tamaño de un arbusto.
La cuadra más evidente es la del altura del 200. En ambas veredas no hay ningún árbol, y esa falta se nota no sólo como estética, sino como sombra para quienes deben caminar por el lugar con estos días de calor.
De ambas veredas, la más afectada es la que está al oeste de la avenida Roca.
En las primeras tres cuadras hay sólo 16 árboles, mientras que al recorrer 700 metros, la cantidad apenas llega a los 36.
Es por eso que la primera impresión de verde y frescura que brinda la rotonda, con césped y pinos y alamedas en uno de sus costados, no tiene ninguna correspondencia cuando se entra a la ciudad.
Y el problema no es que la tierra sea mala. Es sólo falta de voluntad de regar los árboles plantados, ya que muchos se han secado con el paso del tiempo.
En definitiva, una imagen pobre y desolada, que se agiganta con la cantidad de grandes locales comerciales que están cerrados, aunque esto sea por el efecto de la crisis.