Lunes 10 de marzo de 2003

 

Milonga y más milonga, de principio a fin

 

El festival Buenos Aires Tango cerró anoche con decenas de parejas en la calle.

 
Fanáticos y curiosos se reunieron para disfrutar y conocer los secretos del dos por cuatro.
BUENOS AIRES (AFP).- Con la final del campeonato mundial de Tango de salón, tras una "milonga" con miles de personas en la tradicional avenida Corrientes y decenas de conciertos, concluyó anoche, a toda orquesta, el Quinto Festival Buenos Aires Tango.
Treinta y tres parejas, incluidas una de Chile, una de Alemania y otra de Japón, definían anoche el título de esta categoría reservada a aficionados, en un colmado estadio Obras Sanitarias, paradójicamente una catedral del rock.
El premio para la dupla ganadora era de 3.500 pesos (1.090 dólares), igual al obtenido el jueves por los argentinos Gisela Galeassi, de 20 años, y Gaspar Godoy, de 18, ambos de Córdoba (centro), en la categoría Tango de escenario, que admitía profesionales y movimientos gimnásticos ornamentales.
En tanto, en decenas de escenarios menores, desde teatros a cafés cargados de espíritus tangueros, distribuídos por toda la ciudad cuna del tango, figuras consagradas y jóvenes artistas ofrecieron conciertos gratuitos el fin de semana, en el capítulo más intenso del festival.
La mayor participación activa de vecinos y visitantes fue la noche del sábado al domingo, cuando dos cuadras de la tradicional avenida Corrientes fueron una "milonga" sobre el asfalto para unos tres mil participantes.
"Esto demuestra que Argentina está viva, que tiene una pasión difícil de encontrar en otros lugares del mundo, pero para mi gusto, el tango es demasiado melancólico", dijo el estadounidense Don Smith, de 61 años, de Willkisbro, Carolina del Norte, de paso por Buenos Aires hacia el sur en plan de pesca. Sarah, su esposa de 45 años, reveló que ambos habían tomado una clase el sábado, pero no había sido suficiente para animarse a bailar entre los porteños y preferían observar.
Mirar y admirar era en rigor lo que hacía la mayoría, formando círculos en los que daban "cátedra" entre 20 y 25 parejas a la vez, de todas las edades, desde adolescentes a septuagenarios, y no siempre muy parejas, bailando mejilla a mejilla y unánimemente plásticas, elegantes y expertas.
Muchas mujeres sin pareja lucían sus zapatos aptos para bailar, pero sólo algunas consiguieron compañero ocasional. Entre los que se lucían estaban Johanna Kulik y Josip Bartulovic, de Budapest, finalistas de Tango de Escenario, mezclados anónimamente entre la multitud por el mero placer de danzar. "Venimos algunas semanas a Buenos Aires cada año para perfeccionarnos y ése era nuestro plan también esta vez, pero encontramos el campeonato y fuimos finalistas. ¡Fue fantástico!", dijo Kulik.
   
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