Domingo 9 de marzo de 2003

 

Buenos Aires, templo de la música ciudadana

 

Protegen los bares cargados de espíritus tangueros.

 
Ayer, la calle Corrientes, en Capital Federal, fue el mejor escenario para bailar tango ante miles de entusiastas, de aquí y el extranjero.
El Quinto Festival Buenos Aires Tango colmó los grandes templos de la música ciudadana pero además insufló vida nueva a pequeños escenarios cargados de historias de la cultura y espíritus tangueros, como los bares restaurados por un programa del gobierno de la ciudad de Buenos Aires.
"Son rincones de nuestra ciudad y de nuestra alma y conservarlos es defender el patrimonio arquitectónico, el lugar de encuentro, la historia que atesoran, la fuente de trabajo y la oferta cultural que representan", dijo Jorge Telerman, secretario porteño de Cultura, anoche, mientras presenciaba, junto a una multitud, el entusiasmo de cientos de parejas que salieron a la calle Corrientes al ritmo del "dos por cuatro".
La ciudad asignó subsidios a sus propietarios para la restauración de estos locales pero además los dotó de una programación cultural que atrae clientes, incluidos muchos de los dos millones de turistas internacionales que recibe anualmente la capital argentina.
Ayer, en una de las jornadas culminantes del festival, artistas de tango consagrados y nuevas figuras se repartieron entre el Bar Bar O, el Tortoni, el Café de García, Clásica y Moderna, Confitería La Ideal, El Gato Negro, El Progreso, El Querandí, Florida Garden, Homero Manzi, El Progreso, La Biela, Los 36 Billares, y Richmond, entre otros.
"Recorren toda la geografía cultural y socioeconómica, cuentan lo que fuimos y somos", añadió Telerman.
La subsecretaria de Patrimonio Cultural, Silvia Fajre, recuerda que el escritor Ernesto Sábato escribió la mayor parte de su novela "Sobre héroes y tumbas" en el Bar Británico, frente al parque Lezama, en el histórico barrio de San Telmo. Pero todos los bares de Buenos Aires tienen historias para contar, como por ejemplo el muy visitado Tortoni, en la Avenida de Mayo, en el que estuvieron desde el poeta español Federico García Lorca hasta la estadounidense Hillary Clinton, o La Paz donde generaciones de estudiantes e intelectuales pasaron noches enteras discutiendo los caminos de la revolución social.
La novela "Los Premios", de Julio Cortázar, comienza en la confitería London City, a una cuadra de la Plaza de Mayo, y a la aristocrática confitería La Ideal solían ir el ex presidente Perón y su esposa Evita a tomar té con masas con miembros de las colectividades suiza e inglesa. En éste o en aquél alguien recuerda haberlo visto alguna vez a Jorge Luis Borges, cuando todavía veía, cargado de libros y periódicos, siempre solo, y no falta el que exhibe orgulloso la foto gigante de Carlos Gardel como su parroquiano más famoso.
Es que los bares de Buenos Aires, que proliferan de manera inaudita para los estándares de otras capitales, cumplen una función social amplísima donde la consumición de bebidas y alimentos es un factor secundario de encuentros de todo tipo.
   
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