Domingo 9 de marzo de 2003

 

Travesía a un fuerte natural a orillas del mar

 

A 48 kilómetros de Las Grutas se levanta el Fuerte, una gran mole natural que depara maravillosas experiencias a los turistas que por estos días aprovechan hasta lo último el verano.

  LAS GRUTAS (ASA)- La travesía comenzó poco después de las 8. El Desert Track, recorrió la villa buscando a quienes serían los protagonistas de esta historia. El Dodge M 601 es un camión de cuatro toneladas y media, que sirvió a ejércitos americanos y europeos en distintas guerras desde hace casi 40 años y que, adaptado como vehículo sanitario, ingresó a Argentina importado primero para las fuerzas nacionales y luego pasó al mercado abierto.
A las 9.30 el grupo arribó a Las Piedras Coloradas. La máquina había mostrado su potente doble tracción y su comodidad. En ese sitio paradisíaco, sobre todo a las tempranas horas de la mañana, los turistas se ponen traje de aventureros y se inician en el sandboard con tablas y trineos. (ver aparte)
Los pasajeros siguen camino hacia el Fuerte, lugar al que solamente imaginan al distinguir la difusa silueta a 48 kilómetros de Las Grutas.
En El Sótano la escala es obligatoria. Allí Fernando, uno de los guías, cuenta la historia de los pulperos. "Entre marea y marea, utilizaban este lugar para guardar los moluscos en lo fresco de esta gruta que con la pleamar se cubre de agua", explica ante los asombrados turistas que no paran de sacarse fotos en la cueva.
Con comentarios sobre la geología, biología, historias verídicas y leyendas, el viaje continúa, un poco por la arena y otro poco por los caminos que llevan a los campos costeros.
Minutos antes del mediodía el desert track ruge frente al Fuerte Argentino. No es un isla como muchos pensaban. Está unos 500 metros tierra adentro y un alambrado impide al acceso al campo privado. Junto a esa mole de piedra cubierta de vegetación los veraneantes pasarán las próximas cinco horas.
La propuesta: un sabroso asado preparado por los guías, un vino tinto de la zona, fruta fresca, y tranquilidad, sobre todo eso, mucha tranquilidad.
Los más inquietos caminan por la restinga y reconocen los distintos organismos que habitan el misterioso espacio intermareal.
Las piletas que el tiempo y el mar construyeron sobre la roca son el sitio ideal para el snorkeling, una manera de disfrutar del mar con los ojos bien abiertos, observando mejillones, peces de distintos tamaños y la variada fauna y flora del lugar. En el tráiler hay aletas, lunetas y snorkel para todos. Pero algunos prefieren descansar a la sombra de los chañares.
A poco de iniciado el viaje de regreso se llega a El Sótano nuevamente, donde hay que esperar que baje el mar para pasar ya que la plea toca el acantilado.
En ese lugar se realiza la práctica de tiro al blanco con ballesta, desafío que permite a algunos de los participantes llevarse alguna remera de recuerdo o algún souvenir.
Los últimos 15 kilómetros transcurren en silencio. El cansancio de la aventura, las caminatas, el sol ardiente y el aire marino, obligan a bajar los niveles de adrenalina. De pronto el desert track se detiene en medio del campo, los guías descienden y el grupo se mira. ¿Algún desperfecto?.
Reaparecen con varias copas largas. El brindis con un champán de la zonas frías es la última sorpresa del tour, que permite además de realizar actividades de aventura, conocer un sitio único, misterioso, lleno de mitos y enmarcado en una belleza natural incomparable.
   
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