Domingo 9 de marzo de 2003 | ||
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Los vecinos le tuercen el brazo al gobernador |
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Las denuncias contra el oficialismo neuquino que publicaron los diarios Tribuna y El País en 1903 pesaron sobre la renuncia del ingeniero Alsina y aceleraron la designación de Carlos Bouquet Roldán. |
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Los atropellos y encarcelamientos en Chos Malal -la capital de Neuquén- durante el gobierno del ingeniero José Ignacio Alsina no cedieron a principios de 1903 pero concluyeron a mitad de año: el gobernador debió renunciar. Hasta mayo las disputas alimentaron enemistades y lograron enfrentar a funcionarios de distinta jurisdicción en la misma sede capitalina. La lejanía con Buenos Aires parecía proteger toda impunidad. Sólo la información telegráfica de los corresponsales de los diarios porteños era el único puente -a veces apasionado y no siempre imparcial- que abría las esperanzas para reparar injusticias. Abundaban las acusaciones infundadas y los abusos de poder, de manera que los conflictos desatados en esas circunstancias y sobre el lejano escenario, iniciaba a ciudadanos apacibles en enconos sin regreso. Algunos de esos personajes pasaban de víctimas a victimarios y viceversa. Quizás sea el caso de Abel Chaneton reivindicado 30 años después de su asesinato por el periodista Angel Edelman, gobernador de la provincia de 1958 al 62 y autor de Primera Historia de Neuquén (Edit. Plus Ultra). Un fiscal al calabozo En Buenos Aires, el vespertino Tribuna, tenía opinión formada sobre el oficialismo neuquino de 1903, y por eso en la redacción lamentaron que el telegrama del corresponsal en Chos Malal llegara tarde (5 y 20 p.m.) para su edición del jueves 12 de marzo. Apareció el 13 y decía: "En este momento la policía, cumpliendo órdenes del juez letrado allana el domicilio del fiscal Dr. Vargas y del señor Manuel Pueyrredón y los conduce presos a la cárcel donde se les incomunica. El hecho ha causado profunda indignación a la vez que despierta nuevas y justificadas alarmas". La crónica, con día y hora de despacho, deducía que con esa clase de atentados no era posible esperar garantías para el resto de la población y explicaba la prisión del fiscal Vargas (Ruiz) con estos escandalosos datos: "El jefe de policía titular y el comisario Abel Chaneton se encuentran presos nominalmente -todo el mundo los ve pasearse- y sometidos a la acción del juez letrado. Este se propone ponerlos en libertad sobreseyéndolos en la causa; pero, como se sabe que el fiscal apelaría, se le inutiliza (a Vargas, poniéndolo preso) reemplazándolo con otro "ad hoc". Pronto hará un año que el señor Alsina se encuentra al frente de la gobernación y en ese tiempo sólo se han producido conflictos y atropellos contra pobladores honestos y tranquilos", continuaba el Tribuna. También atacaba al comandante Montiel, jefe del 7 de Caballería: se aseguraba que el vecindario sospechaba la mano de dicho jefe militar, ya denunciado anteriormente por el diario y que provocó una inspección. "El coronel Grimau ha venido a inspeccionar el cuerpo, pero debe tenerse en cuenta que el comandante Montiel fue su segundo durante largo tiempo en el 9 de Caballería estando ligados ambos por parentesco". En 1897 la autoridad militar con asiento en el territorio había hecho compras en Concepción y Los Angeles (Chile) para construir los cuarteles neuquinos, pero el corresponsal dudaba de la transparencia de la compra y esperaba informes trasandinos (Montiel adelantaría copias y nota aclaratorias a la prensa y al Tribuna). También el diario explicó ese 13 de marzo a sus lectores (hace exactamente un siglo) que Manuel Pueyrredón, apresado el día anterior en Chos Malal, era hermano de un notorio escribano de ese apellido y hermano político del doctor Zeballos y del ministro de obras públicas del gobierno central. Fiscal entre rejas Los conflictos siguieron y la disputa para la ubicación de leguas adjudicadas mereció pleitos administrativos y fiscalías costosas, como lo fue el envío a principios de abril del año 3 de un inspector de la división tierras y colonias para revisar las tierras adjudicadas a la familia Uriburu. La cárcel al fiscal Vargas por el juez letrado, mientras tanto, no era una mera chicana, sino un castigo por no alinearse con el gobierno territorial y hasta corría peligro de vida cuando se lo trasladara. Quizás sufriera un percance en el viaje (ya existía la simulación de reprimir un intento de fuga inexistente). La salvación sería la llegada del interventor anunciado. Se decidió trasladarlo a la cárcel de Choele Choel, desde donde después de varias penurias Vargas despachó -el 12 de abril, a un amigo- un telegrama que parecía extractado de un clásico de la novela negra. "Acabo de salir en libertad -decía el fiscal Ruiz Vargas- demostrándose una vez más mi inocencia y poniéndose de relieve la arbitrariedad con que se ha procedido. Supongo que está bien informado por los diarios de los móviles que han guiado a esos hombres cuya ofuscación no tiene límites. Se trataba de sacarme del territorio a toda costa y por lo tanto había que buscar un comisario que se hiciera cargo de conducirme al Río Negro. Sonaron varios candidatos, entre ellos el jefe interino Gabriel Soria Vildoza; pero como éste es un caballero incapaz de servir de instrumento, el candidato verdadero del señor Alsina era Jorge Magnasco, encargado de un destacamento en Guanacos y que tiene causa abierta en el Río Negro por varios delitos muy graves. Si he llegado con vida a Choele Choel lo debo únicamente al hecho de haberse ya nombrado interventor quien no dejaría de averiguar ese crimen. Afortunadamente el señor Gallardo debe encontrarse ya en Chos Malal o próximo a llegar. Ojalá su investigación -concluía Vargas- lleve tranquilidad y orden a ese importante territorio, cuyo desquicio administrativo no podía tolerarse más tiempo". Gallardo informe El fiscal estaba en lo cierto. Si bien el informante del ministro del Interior J. V. González no había llegado aún, estaba en viaje. Una vez arribado, el comisionado nacional Gallardo instaló su despacho en Chos Malal y dedicó ese último tercio de abril a escuchar denuncias previo aviso encargado a su secretario Ghigliani para quienes quisieran hacer cargos en el horario de 9 a 12 y de 1 a 4 de la tarde. Gallardo manifestaba estar gratamente impresionado por Chos Malal y aceptaría, para cumplimiento cabal de su cometido, se le autorizara a recibir denuncias contra el juez en comisión doctor Pardo. Poco después tuvo de a uno y frente a sí, a pioneros perjudicados y a funcionarios quejosos. Los males se extendían y los ánimos en baja prácticamente enlutaron las fiestas mayas. Y como desde los tiempos de Sodoma y Gomorra todo tipo de corrupción no es exclusividad de un lugar, también así era el ánimo en Las Lajas, donde el juez de paz Castagnet -noticia del 28 de mayo- intentó despojar al hacendado José Seresera de un puesto que ocupaba hacía tres años, para entregarlo a un amigo del oficialismo. Pero a pesar de las comprobaciones de Gallardo, el 9 de junio los vecinos telegrafiaron al ministro del Interior aduciendo que nada había cambiado y que seguía preso "el prestigioso vecino Adolfo F. Dachary, denunciante de los procederes de la gobernación al diario El País" (el Dachary que quedaría envuelto en la gran fuga de la cárcel de Neuquén de 1916). A las pocas semanas tronó la renuncia de Alsina. El 12 de julio inmediato el general Roca nombraba en su reemplazo al cordobés Carlos Bouquet Roldán. fnjuarez@interlink.com.ar Curiosidades* En esta semana de 1903 continuaban en la costa patagónica de Santa Cruz los intentos de salvar al vapor Comodoro Rivadavia, encallado con carga y dado por perdido (por informe de otras embarcaciones). |
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