Domingo 2 de marzo de 2003
 

La vida entera dedicada a esta práctica

 
  NEUQUEN (AN).- Era 1980. El récord de salto libre de mayor altura estaba en las manos de un argentino. Pero Alejo Montes, que en ese momento llevaba más de ocho años de residencia en Venezuela, decidió igualarlo.
Un programa televisivo de este país, llamado "Los grandes récords", lo convocó para participar del primer torneo nacional de saltos de altura. Luego de ganarlo, al arrojarse a una pileta desde un trampolín de 30 metros, le ofrecieron desafiar el récord mundial que era de 55 metros de altura.
Desde un puente de la ciudad de Maracaibo, Montes saltó y lo igualó. Y para superarlo se subió a un helicóptero que lo arrojó a las aguas del río de esta ciudad. Batió el récord mundial al saltar desde una altura de 65 metros.
Su partida a este país se produjo luego de haber obtenido el campeonato nacional argentino de salto ornamental en más de una oportunidad. Pero por no contar con el respaldo suficiente para vivir de la profesión, no dudó en aceptar la oferta que recibió desde Venezuela. Durante diez años estuvo viviendo en este lugar.
Comenzó a practicar sus primeros saltos cuando tenía 10 años en el club Atenas de su Córdoba natal. Y desde entonces, hoy tiene 53, siempre estuvo dedicándose a esta actividad.
"Esto es algo que no se puede dejar", aseguró. "Uno busca siempre más y no hay límites. El desafío es contra uno mismo, constantemente se buscan saltos nuevos que permitan sentir una satisfacción distinta", destacó. "Esta actividad es similar a aquellas en las que se busca el derrame de adrenalina constante", concluyó. Si a esto se le suma la adrenalina de los que miran, quién puede dejar de hacer semejantes hazañas.

Una actividad que tiene sus riesgos

NEUQUEN (AN).- "Esta es una actividad que tiene sus riesgos", admitió Montes. "Siempre que un clavadista cae de pie es porque está saltando de una altura mayor a aquel que ingresó al agua de cabeza", explicó.
Según dijo, esto se debe a que los miembros superiores del cuerpo no podrían resistir el impacto con el agua desde alturas muy elevadas.
"A gran altura el agua tiene prácticmente la misma resistencia que la arena en una playa", indicó.
"Yo tuve compañeros que sufrieron graves lesiones por desconocer la resistencia del agua".

Influye al carácter

Por otra parte indicó que no hay diferencias entre practicar esta actividad en un lugar cerrado o en un espacio natural. "Lo único que se modifica es la búsqueda de los puntos de referencia para realizar el salto", dijo. "Al hacerlo en un lugar al que uno no está acostumbrado debe buscar en la geografía natural los puntos que le permitan realizar el salto con exactitud", precisó.
También señaló que la práctica de este deporte contribuye a la construcción de un fuerte carácter de cada persona.
"El hecho de estar constantemente superando obstaculos, lleva a quienes hacen este deporte por caminos de realizacion personal. No se puede renunciar ante el primer fracaso, uno descubre que todo requiere de esfuerzo y que nada es gratis".

En familia, mucho mejor

Actualmente Montes tiene cuatro hijos y todos se dedican a la práctica de los saltos ornamentales. Los dos mayores cuentan con varios competencias internacionales sobre sus espaldas y ya comenzaron a incursionar en el mundo de los clavados.
"Una vez que se empieza con esto no se puede dejar. Incluso uno de mis hijos estuvo seis años en México conociendo de cerca el mundo de los clavadistas", indicó.

   
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