Domingo 16 de marzo de 2003
 

Tiempo de balances

 

Por Pedro Caram

  Terminó la temporada. El calor se mantiene y los turistas permanecen en menor medida disfrutando de las bellezas de este golfo. Pero lo fuerte del verano ya se extinguió y empiezan los balances. Hay euforia por la cantidad de veraneantes que arribaron.
¿Pero cuán positivo fue realmente lo ocurrido en estos tres meses en Las Grutas? No caben dudas que el despegue fue inédito. Nunca el balneario tuvo el aspecto de este verano. Nunca tanta gente de sitios tan remotos llegaron, se alojaron y se fueron conformes, con algunas quejas por los servicios, pero sorprendidos por un paraíso que desconocían.
"No sabíamos que existía un lugar así en el país", se escuchó decir a turistas de alto poder adquisitivo que antes vacacionaban en Punta del Este, Brasil o el Caribe. La mayoría de ellos entiende que el lugar está en crecimiento, que si faltó agua algunas horas en unos pocos días de enero fue porque la demanda sobrepasó la oferta, que existen fallas pero muchas están en vías de solución. Los que tuvieron esos inconvenientes igual se fueron satisfechos y tal vez regresen con amigos en los años venideros.
Pero hay muchos otros que tal vez no vuelvan más, por lo menos por algunos años. Son los estafados, los maltratados, los ofendidos, aquellos engañados en su buena fe por quienes se creen vivos.
La impotencia del turista que fue literalmete echado de un alojamiento precario por el que se le pretende cobrar una fortuna, alcanza niveles tan altos que al ser volcada en un libro de quejas claramente se transforma en bronca generalizada hacia el sitio, no hacia el lugar específico en el que le ocurrió el incidente.
Esta temporada debe ser una bisagra. "Hay que empezar a pensar en grande", afirmaba la nota de este medio -la última semana- acerca de las expresiones de los turistas redactadas en el libro de quejas. Y eso quiere decir propiciar inversiones para atender a más cantidad de gente que llega con mayores pretensiones. Gente que está dispuesta a pagar, pero que que va exigir o se va a quejar.
Comienza el tiempo del trabajo en conjunto. Del reconocimiento de los errores cometidos y la exigencia de que no vuelvan a ocurrir, tanto por parte de los privados como del Estado. Muchos de los reclamos no cuestan plata, sino ingenio y un profundo cambio de actitud.
Es hora de empezar con una fuerte capacitación y concientización turística. Es urgente crear un organismo interdisciplinario -que bien podría ser el Comutur ya existente pero ineficiente- que tenga mano firme en la selección y concreción de la política turística. Y, como recomienda la Unión Europea para la búsqueda del mejoramiento de la calidad del Turismo Urbano, hoy en boga en el Viejo Continente, se requerirá la creación de "incentivos que favorezcan el surgimiento y estimulen el desarrollo de la iniciativa privada en la mejora de la calidad. Dichos incentivos podrán ser constructivos o represivos y podrán adoptar múltiples formas (fiscalización, ayudas y subsidios, información y promoción, premios y recompensas, formación, etc)".
Tal vez de esa manera se iniciará el camino para mejorar en esta villa la prestación de los servicios y convertir a este sitio en el paraíso que los turistas buscan.


Pedro Caram
pcaram@canaldig.com.ar

   
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