Jueves 13 de marzo de 2003
 

Magnicidios con historia

 
  Serbia es el corazón de la antigua Yugoslavia y desde hace siglos está considerada un polvorín político. Su capital es Belgrado. La región tiene apenas diez millones de habitantes. Tras la caída del Estado yugoslavo, formado por cuatro pueblos, Serbia se asoció con el pequeño vecino Montenegro, con el que mantiene una flexible alianza que se limita prácticamente a una política exterior común. El nombre de Yugoslavia fue eliminado formalmente el pasado febrero, pasando a llamarse la región Serbia-Montenegro. A Serbia pertenecen, como regiones autónomas, Vojvodina y Kosovo, que desde la guerra de 1999 está bajo administración de Naciones Unidas y ya no se rigen desde Belgrado.
Los atentados políticos se han repetido a lo largo de la historia en los Balcanes, con la capital bosnia Sarajevo como escenario privilegiado. Allí se cometió el 28 de junio de 1914 el de más graves consecuencias: la organización clandestina serbia "Mano Negra" asesinó al heredero del trono austro-húngaro, el archiduque Francisco Fernando, y su esposa.
La declaración de guerra de la casa de Habsburgo contra Serbia activó el sistema de alianzas europeo de ese momento, uniendo a Alemania, Austria y Italia contra Rusia y Francia en el inicio de la Primera Guerra Mundial.
Once años antes había muerto asesinado en Belgrado el rey serbio Alejandro I, víctima de un atentado cometido por sus oficiales. Su muerte dio fin al efímero dominio de la casa Obrenovic, que había llegado al poder apenas una década antes tras una sangrienta lucha por el poder con la dinastía Karadjordjevic.
(DPA)

Un golpe a las reformas

Tras el atentado mortal contra el primer ministro serbio y líder de las reformas, Zoran Djindjic, Belgrado estaba en estado de shock. Los dos tiros mortales contra el político también alcanzaron en el corazón a la renovación de Serbia.. "Fui un iluso. Creí que ya no eran posibles ataques al estilo de Milosevic", había dicho Djindjic en febrero, después de un intento de atentado con un camión contra su convoy. Al final, los enemigos de Djindjic lograron cumplir sus planes.
Djindjic era un amante de la confrontación política, que tras una larga y frustrada resistencia logró doblegar a Milosevic y convertirse en el "hacedor" de la nueva Serbia. Tardó poco en dejar de lado a los nacionalistas serbios de las filas de la antigua oposición, así como a rivales políticos de los círculos de los reformistas de la economía.
Sin embargo, durante todo el proceso tuvo que defenderse en repetidas ocasiones de acusaciones de estar involucrado en la mafia serbia.
Pero los enemigos más acérrimos de Djindjic estaban entre los políticos y oficiales del viejo régimen, acusados por el Tribunal Penal Internacional para la ex Yugoslavia (TPIY) de La Haya. Ayer, la prensa había anunciado que el primer ministro pretendía poner en manos del tribunal de La Haya a oficiales del Ejército y la Policía .
El filósofo había dicho a menudo que estaba dispuesto a convertir a Serbia en una región democrática e integrada en la comunidad internacional, pero cada vez más a menudo hacía uso de métodos antidemocráticos contra sus opositores , llegando a gobernar por decreto.
Pese a todo, su muerte deja un vacío en la política serbia que por el momento no está claro quién podrá llenar.
Marie-Janine Calic, de la Fundación Ciencia y Política de Berlín recordó que en la agenda política serbia figura una nueva Constitución, elecciones en octubre y resolver el futuro de Kosovo. "Incluso aunque Serbia y Montenegro no vayan a sumirse en el caos, las reformas ya de por sí estancadas han sido ahora frenadas en seco", señaló Calic. (DPA)

   
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