Jueves 13 de marzo de 2003
 

El filósofo que derrotó a Milosevic

 

Perfil

  El ex primer ministro serbio Zoran Djindjic, asesinado ayer en Belgrado, era un hombre de no pocos enemigos, que entregó al Tribunal de La Haya al ex mandatario yugoslavo Slobodan Milosevic y fue durante los últimos años el rival político número uno del presidente de Serbia y Montenegro, Vojislav Kostunica.
Djindjic se enorgullecía de no haber sido nunca miembro del Partido Comunista. Ya antes de asumir la jefatura de gobierno serbia, este político de 52 años había polarizado fuertemente a la opinión pública. Sus seguidores lo veían como un reformista pragmático que hacía las cosas que había que hacer en Serbia, una región empobrecida y sumida en la criminalidad desde la década de guerras y aislamiento que vivió.
Pero buena parte de la opinión pública y sus rivales políticos lo tachaban de proamericano y afirmaban que era demasiado liberal a la hora de tomar "atajos" políticos y acomodar los intereses de oscuras figuras que cambiaron de bando en el tumulto que provocó la caída del presidente yugoslavo Slobodan Milosevic en 2000.
Hijo de un oficial del Ejército yugoslavo, estudió filosofía en una facultad de Belgrado considerada bastión de la oposición a Tito, hasta que fue detenido y condenado a un año de prisión por el régimen comunista. Dejó Yugoslavia y terminó su doctorado en Francfort y Constanza, entre otros con Jürgen Habermas. No regresó a su país hasta la caída del Muro de Berlín, 12 años después. Asumió el liderazgo del Partido Demócrata y se transformó en 1997 en el primer alcalde no comunista de Belgrado.
Pero fue como coordinador de la Oposición Democrática Serbia (DOS) que consiguió llegar a primer ministro en diciembre de 2000 y comenzar a eclipsar al nacionalista moderado Kostunica. En julio de 2001 jugó la carta que le daría un lugar en la historia: entregar al ex presidente Slobodan Milosevic al Tribunal Penal Internacional para la ex Yugoslavia (TPIY), sin consultar ni informar a Kostunica. Esta movida le permitió recoger los elogios de la comunidad internacional y las aún más valiosas ayudas económicas prometidas por Estados Unidos.
"O dábamos marcha atrás hacia la Serbia de Milosevic o íbamos hacia adelante, hacia Europa y hacia la Serbia democrática", dijo entonces.
Y mientras la figura de Kostunica empezaba a declinar, Djindjic no dejó de ganar peso político: se esforzaba por socavar a su oponente, silenciar a los críticos y hacerse adular en los medios . Los problemas entre ambos líderes llegaron a su punto más alto en las elecciones presidenciales de 2002. Kostunica acusó a su primer ministro de cometer todo tipo de irregularidades en las listas electorales. Aunque Kostunica ganó con el 57,5% de los votos emitidos, sólo acudió el 45 % de los votantes y las elecciones fueron anuladas.
   
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