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Martes 11 de marzo de 2003 | |
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La oposición a Chávez no logra salir de su depresión |
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Tras el fracaso del paro total, se quedó sin alternativas ni consenso |
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| CARACAS - Frustraron la celebración de la Navidad, paralizaron la vital industria petrolera y marcharon en millones. Pero no tuvieron mucho éxito. Muchos venezolanos que fracasaron en sus intentos por sacar del poder al presidente Hugo Chávez mediante una huelga que se prolongó por dos meses, se encuentran ahora en un limbo. Ahora se preguntan cuáles serán los próximos pasos, al tiempo que temen lo que pueda suceder en el futuro inmediato mientras la nación, inmersa en una profunda división de clases y conflictos políticos, avanza hacia una fuerte recesión. "Deprimida no es la palabra, estoy devastada", dijo María José Alonso, una farmacéutica desempleada que comentaba en un restaurante los efectos del paro de dos meses, levantado a inicios de febrero. "Ahora (Chávez) está contraatacando". Chávez, un militar retirado que sobrevivió a un breve derrocamiento en abril pasado, desafió y derrotó el paro que golpeó a la vital industria petrolera del quinto exportador mundial de crudo. El mandatario califica de "oligarcas" a sus enemigos que pretenden acabar con su autoproclamada "revolución" a favor de los pobres. "Pensamos que (el paro) era el fin de Chávez, en una semana, 10 días máximo", agregó Alonso. El pesimismo de Alonso refleja el sentimiento que domina entre los venezolanos de las clases media y alta, columna vertebral de la oposición cuyas marchas terminaron a veces en peleas callejeras contra seguidores de Chávez, en su mayoría de sectores empobrecidos. Hay temas pendientes muy sensibles —desde el llamado de la oposición a un referendo hasta la amenaza del gobierno de tomar las plantas privadas de televisión— que podrían desatar disturbios civiles. Los líderes de la oposición a Chávez , mientras tanto, reflexiona y evalúa la situación. "Hay desorganización. La oposición no es tan débil en el sentido de que puede movilizar mucha gente. Pero la mayoría está de acuerdo en que las movilizaciones no son el camino", dijo la analista política Janet Kelly. "El debate es sobre qué hacer ahora". Resignación y depresión son algunos calificativos usados por los opositores para definir su reacción al hecho de que Chávez, continúe en el cargo. "Hace dos meses hubo optimismo. Ahora hay mucha incertidumbre", dijo Tom Bokor, analista de sistemas de la petrolera estatal PDVSA, despedido por participar en el paro. (Reuters) Temor al "contraataque" Los opositores temen un contraataque del gobierno. Chávez despidió a más de 15.000 trabajadores petroleros y las autoridades arrestaron al empresario Carlos Fernández, uno de los líderes de la protesta, por cargos de "rebelión civil". También se han librado órdenes de captura contra otros organizadores del paro. La explosión de bombas en sedes diplomáticas de Colombia y España a fines de febrero despertó temores sobre un recrudecimiento de la violencia. Caracas vuelve lentamente a la normalidad de las caóticas capitales latinoamericanas. Las calles vacías durante el paro han vuelto a llenarse de intenso tráfico. Los restaurantes están ahora llenos y rodeados de autos deportivos. Las protestas son pequeñas ahora. "Gran parte de la oposición está sufriendo la neurosis de guerra. Dispararon su más potente artillería y perdieron. Subestimaron a Chávez", dijo un diplomático . La estaciones privadas de televisión, entre los más firmes opositores al presidente, aún llaman a mantener la lucha contra Chávez. Pero los anuncios parecen tener poca recepción en las calles. "La gente tiene que ganarse la vida después de la huelga", dijo Leonora Acevedo, una profesora universitaria que protestó en la plaza Altamira por cuatro meses. El palacio presidencial es una mansión fuertemente custodiada por tropas y barricadas en el centro de la capital. "El pueblo está con Chávez, sabe que lucha contra los ricos, los responsables de todo esto", dijo Antonio López, quien vende juguetes en una esquina. A pocos kilómetros de ahí, la atmósfera es distinta. "Nos sentimos acorralados", dijo Flor, una jubilada.. "Pero no nos descarten, volveremos". (Reuters) |
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