Martes 4 de marzo de 2003 | ||
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Profesional de la brutalidad |
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Análisis |
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Un profesional de la brutalidad planificada. Eso es Luis Barrionuevo. Lo que organizó y ejecutó en Catamarca lo encuadra perfectamente en esa categoría. No se trata de una personalidad de perfiles violentos a la que de tanto en tanto se le pegan los chips. Luego, da rienda suelta a instintos apilados en años en una intimidad que los supo disimular. Barrionuevo no es el acto espontáneo e imbécil de Herminio Iglesias quemando el cajón. Muy por el contrario: es una expresión terminante de lo que con acierto Hannah Arendt dice que conduce a la "banalización del mal". O sea, un organizador y frío ejecutor del mal vía brutalidad desplegada con precisión matemática. Sin inhibiciones. Con impunidad. Cara al sol. Sin importar los costos. Ningún condicionamiento moral. Todo en función de resultados rigurosamente ponderados. Al igual que los nazis, que con precisión matemática los dibujaron y materializaron las muertes de millones de judíos en los campos de concentración. Todo sin excitación. A igual que Jorge Rafael Videla liderando la tarea de torturar y asesinar a miles de seres. A otra escala, Barrionuevo se mentalizó para estropear las elecciones de Catamarca. A posteriori, montó serenamente el aparato encargado de la misión. Se definieron tareas y estilos de acción. Anunció incluso el objetivo que se había marcado. Lo demás ya se sabe. Una apuesta absoluta en favor de la barbarie. Y con su bárbaro al frente. Un formidable aporte para una Argentina demasiado degradada. Carlos Torrengo |
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