Martes 25 de marzo de 2003
 

La integración europea en riesgo

 

Por Paul Taylor

  Después de que una cumbre poco amistosa no logró zanjar sus profundas diferencias sobre Irak, los líderes de la Unión Europa están divididos respecto de si acelerar o frenar los esfuerzos por construir una política común de defensa y relaciones exteriores.
Los principales miembros que se oponen a la guerra contra Irak -Francia, Alemania y Bélgica- quieren agilizar las gestiones programando una cumbre especial dentro de tres semanas para delinear una integración militar más estrecha. Los tres países tomaron la iniciativa sin incluir a Gran Bretaña, la potencia militar de Europa, que combate junto con Estados Unidos en Irak, aunque París y Londres han estado al frente de la creciente cooperación de defensa de la UE desde la cumbre de Saint Malo en 1999.
Por su parte, Londres está más inclinado ahora a disminuir el ritmo de una integración de la política exterior y de defensa europea.
"El tema de Irak ha sido una verdadera prueba. Una política exterior y de defensa común se basa en dos cosas: voluntad política para trabajar juntos y capacidad para actuar. Por el momento, Europa no tiene ninguna de las dos", dijo un funcionario británico que generalmente se muestra partidario de la integración.
Una importante corriente dentro de la Unión Europea argumenta que los estados miembros deben ser obligados a armonizar sus políticas exteriores a través de mecanismos institucionales, como ocurre en política comercial. Graham Watson, líder del grupo liberal del Parlamento Europeo, instó la semana pasada a Gran Bretaña y Francia a ceder sus escaños permanentes con poder de veto en las Naciones Unidas, en favor de un solo asiento de la Unión Europea en el organismo internacional.
La corriente rival alega que las naciones Estado nunca arriesgarán la vida de sus soldados atendiendo al voto de la mayoría, y que los cambios institucionales deben ser precedidos por un verdadero consenso político y capacidad militar. La idea de Francia, Bélgica y Alemania propone que un grupo pionero de naciones adelante la integración de defensa, como lo hicieron con la moneda única europea, y arrastre a los que están a la zaga.
El ministro de Relaciones Exteriores de Bélgica, Louis Michel, dijo que una integración militar más estrecha es la única manera de lograr que Estados Unidos tome en serio a Europa como entidad, en vez de utilizarla como caja de herramientas para una "coalición de los dispuestos" sin influencia.
Los analistas cuestionan el que una defensa europea sin Gran Bretaña tenga algún sentido, especialmente si Alemania y Bélgica son dos países rezagados en Europa en cuanto a gastos de defensa.
"Si esta iniciativa ayuda a esos países a invertir más seriamente en capacidad militar, eso será beneficioso para todos. Pero la forma como ha sido presentado el proyecto parece más política que asuntos de defensa", comentó un funcionario europeo.
En medio de serias dificultades presupuestarias, Berlín tuvo que reducir sus gastos de defensa, que equivalen al 1,5% del Producto Interno Bruto (PIB). El presupuesto militar de Bélgica es del 1,3% del PIB, uno de los más bajos entre los miembros de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).
La Unión Europea ha tenido problemas para formar una fuerza de reacción rápida de 60.000 efectivos para tareas limitadas de manejo de crisis, que van desde ayuda humanitaria a misiones de paz.

Voluntad política

Aun en el caso de que el bloque regional tuviera dinero para adquirir la capacidad de realizar operaciones tales como puentes aéreos, reabastecimiento de combustible en pleno vuelo, aeronaves resistentes a todo tipo de climas y municiones guiadas por precisión, necesitaría la voluntad política para actuar en una crisis real.
Más aún, la crisis de Irak demostró que los 15 países no comparten la misma percepción de lo que constituye una amenaza en temas como armas de exterminio y proliferación de tecnología nuclear y de misiles, ni tienen el mismo concepto de legitimidad de una acción militar. Varios miembros de la UE tienen una profunda sensibilidad pacifista o una visión estrecha sobre intereses de seguridad que los lleva a pensar que no deberían preocuparse por amenazas distantes, a menos que exista algún vínculo ex colonial.
Un problema será reconciliar discrepancias fundamentales en la actitud hacia Estados Unidos. Si bien muchos en Europa, incluso entre los gobiernos aliados de Washington, ven con recelo la tendencia neoconservadora de algunos miembros del gobierno de George W. Bush, sólo una minoría quiere forjar una Unión Europea como contrapeso a la hegemonía mundial de Estados Unidos.
(Reuters)
     
     
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