Lunes 24 de marzo de 2003
 

Los costos de la guerra

 

Por Andrés Oppenheimer

  Hay tres motivos por los cuales la guerra contra Irak probablemente perjudique a América Latina durante los próximos dos años, incluso si es un conflicto corto que termine con una victoria fácil de las tropas norteamericanas.
A juzgar por lo que escuché en los pasillos de la conferencia hemisférica en el Centro Carter, de la que participaron 10 ex presidentes, hay un consenso casi general de que habrá costos políticos y económicos para la región, aunque no todos están de acuerdo en cuán altos serán. En primer lugar, la guerra -y la posguerra- continuará acaparando la atención casi total del presidente George W. Bush durante gran parte de lo que queda de su primer mandato. Eso significa que los ambiciosos planes que delineó Bush para América Latina antes de los ataques terroristas del 11 de setiembre quedarán relegados hasta nuevo aviso. "La guerra nos va a marginar", me dijo Carlos Mesa, vicepresidente de Bolivia. "Si ya éramos relativamente poco importantes para EE. UU., ahora seremos menos importantes".
Incluso si la guerra es corta y Saddam Hussein fuera derrocado en un mes, Estados Unidos estará dedicando todas sus energías políticas a la reconstrucción de Irak durante los próximos seis meses. Después, como parte de un esfuerzo por recomponer su imagen internacional, el gobierno de Bush probablemente convoque una conferencia cumbre para la paz en el Medio Oriente, para fines del 2003 o principios del 2004. Para entonces, Washington ya estará inmerso en las elecciones presidenciales de noviembre de ese año y cualquier iniciativa de política exterior no relacionada con el terrorismo será relegada hasta el próximo gobierno. Lo que significa que, con o sin reelección de Bush, la agenda latinoamericana del presidente -basada en una expansión rápida del libre comercio regional e incentivos para los países democráticos- podría quedar congelada hasta comienzos del 2005.
Segundo, la guerra con Irak probablemente hará caer la economía de Estados Unidos y Europa, lo que afectará las exportaciones de los países latinoamericanos. Incluso los exportadores de petróleo como México y Ecuador verán caer sus exportaciones no petroleras. Y casi todos los países de América Latina probablemente tendrán aún mayores dificultades para lograr créditos e inversiones, y verán un descenso en las remesas que reciben de sus trabajadores migrantes en Estados Unidos y Europa.
Tercero, la guerra con Irak podría tensar aún más las relaciones diplomáticas entre Estados Unidos y América Latina, donde casi todos los países grandes -con la excepción de Colombia- se han declarado contra la guerra. El vocero del Departamento de Estado Richard Boucher dijo que Estados Unidos estaba "decepcionado" por la decisión de México y Chile de negarle a Estados Unidos dos votos clave en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Según funcionarios bien ubicados, el secretario de Estado, Colin Powell, ya no tiene la relación de amistad que tenía hasta hace pocas semanas con el canciller mexicano Luis Ernesto Derbez.
Muchos en Estados Unidos ya critican abiertamente a México. "Ese no es el rumbo a un papel destacado en el mundo, sino a la marginalidad", dice Juan del Aguila, profesor de ciencias políticas de la Universidad de Emory.
La oposición de México y Canadá ante la guerra ha creado especulaciones en círculos políticos de que si Estados Unidos la gana rápidamente, un Bush victorioso podría dejar de lado sus planes de reforzar la alianza Canadá-Estados Unidos-México, y en cambio construir un nuevo eje Estados Unidos-Inglaterra-España, que se extendería a las nuevas democracias de Europa del Este que apoyan a Estados Unidos en la guerra. ¿Se cumplirán todos estos oscuros pronósticos? No lo creo, por lo menos no mucho. Todo dependerá. Si la guerra es corta y el gobierno de Bush encuentra evidencias creíbles de que Irak escondía armas de destrucción masiva, los críticos de Estados Unidos en todo el mundo -empezando por Francia- quedarán muy malparados, y varios países de América Latina se sumarán rápidamente a los esfuerzos de reconstrucción de Irak.
Sugiriendo que el reciente debate en el Consejo de Seguridad no creó animosidades permanentes, el ministro del Interior de Chile, José Miguel Insulza, me dijo que el fracaso de la vía diplomática en las Naciones Unidas "es una etapa cerrada"". Puede haber una segunda etapa"" de cooperación latinoamericana, señaló.
     
     
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