Domingo 23 de marzo de 2003 | ||
Candidato al hombro |
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Carlos Torrengo
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Sucedió en tiempos en los que Francois Mitterrand buscaba una vez más la presidencia de Francia. Un día, invitó a conversar a Michel Foucault. Cuando el palique llegaba a su fin, le preguntó: - ¿Qué no debo hacer? - Enamorarse del poder que tiene y del que puede lograr. - ¿Qué problemas me acarrearía ese amor? - Dificulta diagnosticar los dominios que uno tiene...establece distancia con la realidad...hace del candidato, el "hombre de la verdad". Luego burocratiza el pensamiento- respondió Foucault. En relación con la política provincial, esta reflexión alienta una pregunta: ¿hasta dónde el radicalismo rionegrino está codificando correctamente ciertos datos que le emergen en plena campaña electoral? Esta semana quedó corroborado que la práctica política de este radicalismo, tan vetusto por años de poder, percibe que tiene dificultades para reproducir ese poder. Esta semana -por caso-, Pablo Verani asumió que debe ponerse la campaña electoral al hombro. Y lo hace porque percibe una realidad muy tangible: por gravitación propia, la fórmula Saiz - De Rege está lejos de instalarse en la sociedad. Tan lejos que en medios políticos existe el convencimiento de que toda postergación de la fecha de elecciones está motivada por esa debilidad. O sea, situar la fecha los más lejos posible tiene una única lectura: ganar tiempo para ver qué pasa con la fórmula. Todo un esfuerzo que quizá lleve a patear la fecha a octubre. Si algo restaba para identificar la precariedad de radicación de la fórmula, la respuesta la dio la gira que esta semana llevó al gobernador, el gabinete y la fórmula por la Región Andina y la Línea Sur. El seguimiento prolijo de lo sucedido a lo largo del periplo arroja una conclusión: el candidato a gobernador es Verani. Todo pivoteó en ese eje. Desde las definiciones a las decisiones. Tal fue el rol secundario de Saiz, que recibió aliento para ponerse en la foto. "Miguel, Miguel...metete, metete", le sugirieron a Saiz en el Puerto de San Antonio Este cuando se cortaba la cinta con la que se inauguraba una escuela donada por una empresa privada. Saiz ni siquiera tuvo protagonismo en una cuestión que, con proyección a futuro, le atañe directamente. ¿De qué se trata? De las avanzadas negociaciones, en Bariloche, para el acuerdo electoral entre el radicalismo y el Movimiento de Unidad y Participación, oficialismo en la comuna de esa ciudad. Todo lo concerniente a este tema tuvo una única estocada: la de Verani. Igual que en aquella campaña del "97, cuando se puso al hombro a Roberto De Bariazarra y lo hizo diputado nacional. Pero claro, aquél era radicalismo capaz de construir mayorías electorales excluyentes. El del 38% como piso de votos. Algo que ya no es. Sin dosificar su protagonismo, Verani habló incluso como si él fuera el candidato a gobernador. Un caso: El viernes el frentista Julio Arriaga dijo que encuestas en su poder dicen que en la carrera para gobernador, en Roca está ganando el peronista Carlos Soria. Al menos hoy. Verani escuchó. Luego reaccionó desde sus vísceras: - Si Soria me gana en Roca, me hago monje- dijo. Verani habló desde su "candidatura". Y también emitió una señal: en Roca, los votos del partido son míos. No hay duda de esto último. Pero una aseveración de esa naturaleza parece estéril ante el daño que le inflige a Saiz. Le pulveriza poder. No hay dudas de que Verani procura revitalizar la fórmula del radicalismo para la gobernación. Pero cuesta creer que con esta forma de ponerse la fórmula al hombro, logre su misión. Es dable que el resultado se torne inverso. O sea, que Verani termine opacando más de lo que está al binomio Saiz - De Rege. Y ayer Saiz, a modo de cerrar una semana donde fungió a la sombra de Verani, anunció una decisión insólita. En Villa Regina dijo que, ya en la gobernación, creará el ministerio de la familia. Cuesta creer que, de cara a la complejidad que es propia de administrar una provincia, Saiz piense en retroalimentar la burocracia. Y este juicio no desmerece los derechos de nadie. Este diario tiene historia en defensa de los derechos del conjunto de la sociedad. Pero cuesta admitir que un candidato a gobernador considere la necesidad de un ministerio de esa naturaleza. ¿Por qué no entonces el ministerio de la juventud, de los jubilados o de los fumadores recalcitrantes? ¿En qué conjunto de sólidos argumentos se sustenta esta promesa de Saiz? Porque ya existen ámbitos institucionales para contemplar el conjunto de políticas que protegen a la familia. Sólo queda perfeccionar esas políticas. Por lo demás, Río Negro es una provincia que desde sus orígenes, con sus más y sus menos, arrastrando incluso contradicciones, siempre fue desbrozando el camino hacia una legislación lo más avanzada posible en materia de defensa de derechos y de organización institucional. Es más, el camino recorrido en ese sentido a lo largo de la transición puede bien definirse como positivo. Esto es así más allá de éste o aquel particular. ¿Que resta mucho por hacer? Sí, es cierto. Pero se avanza. Desde el más mínimo sentido sobre lo que es una organización de Estado moderna, la decisión de Saiz no se funda en una vigorosa racionalidad. Sólo expresa una determinación con mucho de demagogia ante las urnas que llegan. Lamentable. |
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