Domingo 9 de marzo de 2003
 

Todo muy gastado

 

Por Carlos Torrengo

  La pasión política rompió su compromiso con la sensatez. Hace tiempo, sí.
Entonces, opera suelta y en función de intereses muy coyunturales.
De la mano de la dirigencia, apela incluso a la mentira con tal de convencer. O sea, "el otro" es un gil pasible de engaño.
En Río Negro este proceso adquiere por estos tiempos asombrosa nitidez en relación con las expectativas electorales. Se refleja claramente en el manejo que la dirigencia hace de supuestas encuestas sobre intenciones de voto.
No hay semana en que tanto los candidatos a gobernador como desde los partidos que lideran, no se diga que tienen en su poder "la última encuesta".
Y muy sueltos de cuerpo, afirman que de la lectura de los datos extraen una única conclusión: "Estamos matando, no sé para qué se presentará la oposición".
No hay día en que los lobbistas de tal candidato o tal partido no llamen a éste o aquel periodista para anunciar lo inevitable del triunfo propio.
Pero jamás dicen quién los convence de ese triunfo.
Días pasados el alfil de un candidato a gobernador habló con un periodista de este diario. Le notificó de la maravillosa expansión que adquiría la performance de su jefe en el camino a conquistar el poder. Luego, tosco muy tosco de estilo, preguntó:
- ¿La va a publicar?
- Primero, muestre la encuesta... queremos saber quién la hizo y cómo...Mora y Araujo, Julio Aurelio, Marita Carballo, Fernando Miodosky...Viglione... Quien sea...no sospechamos de nada ni de nadie, pero queremos ver el sello y la firma. Y ver todas las hojas, no como hicieron meses atrás lo no veranistas que anduvieron mostrando los resultados de una encuesta donde eran los herederos de Dios, pero la mostraron en cuentagotas...Incluso queremos saber quién la hizo, por alguna duda que tengamos- le respondió "Río Negro".
-Bueno, en fin, no sé...Luego lo llamo...ahora tengo una reunión- señaló el dirigente.
Por supuesto, no había reunión. Tampoco llamó.
No lo hizo porque no tenía nada que mostrar. La encuesta en cuestión sólo figura en la febril necesidad de ese dirigente de mostrar a su candidato a gobernador ganando.
El único partido que se sustrae a estos dictados de la ansiedad, al menos públicamente, es el radicalismo. Viejo zorro en materia de urnas, ante el "presionante" mundo de los sondeos de opinión se mueve con una sugerencia que semana atrás le formuló Manuel Mora y Araujo a varios radicales rionegrinos, un espacio donde tiene amigos. "La encuestas nunca reemplazan a la elección", les dijo.
Pero el radicalismo sabe que hacia fuera del partido ya no despierta las pasiones de antaño. Y aunque lo calle, está persuadido de que hacia dentro del mismo la fórmula que enarbola -Miguel Saiz - Mario De Rege- no encastra. Se proyecta como muy pálida, de frente a los desafíos que vive la UCR. Un partido que forjó su poder siempre referenciándose con lo que Crisólogo Larralde llamaba "la voz". No era otra cosa que ese vértice muy personalizado que sintetizaba poder y lo distribuía hacia dentro de la fuerza.
Porque aunque con remilgos de algunos, el radicalismo rionegrino está acostumbrado a que lo manden. Máxime en trance de urnas.
Hay radicales que incluso sostienen que se concretó un mal negocio al incluir a De Rege en la fórmula. "Se descuidó la candidatura a intendente de Viedma. Ahora no tenemos a nadie para la comuna", dicen.
Luego, esos radicales miran de reojo al peronista Pedro Pesatti. Un hombre que se relame ante el desierto de opositores que lo acompaña en su búsqueda del municipio de la capital provincial.
Pero en su mirada a las urnas los radicales se nutren de ánimo apelando a una realidad: la dispersión de la oposición. "Es una bendición que debería obligarnos a ir a pie a Luján", señaló en la reciente Convención un dirigente no veranista.
El grueso de la oposición más decisiva en materia de votos va ciego a la confrontación con el radicalismo. No se brindó el más mínimo atisbo de evaluarse como una alternativa más única que dispersa como está. Ni siquiera lo intentó.
Se organizó en términos en que el hombre de Neanderthal hubiera rechazado por primarios: excluyéndose entre sí. Diciendo pestes unos de otros.
Ni siquiera es capaz de pactar políticas en común a ejecutar si alguno de los opositores llega al poder.
Pero esa franja de la oposición no podía hacer otra cosa. Está conducida desde una fuerte limitación intelectual. No pudo mirar con grandeza la oportunidad que tenía ante sí.
Y siguiendo esa conducta expresó algo más que torpeza. Expresó desprecio por brindarle a una inmensa franja de rionegrinos una alternativa que garantice la derrota del régimen radical.
Un régimen cuyo líder leyó hace una semana ante la Legislatura de la provincia su último discurso como mandatario.
No fue una pieza feliz. Las palabras de Pablo Verani pueden bien catalogarse de un colage poco homogéneo y contradictorio.
Colage, porque se aprecia que el discurso estuvo armado pegando partes escritas por muy diferentes autores. El esfuerzo puesto por una pluma principal para poner orden, no tuvo éxito.
Y poco homogéneo porque las partes que componen el colage no guardan el equilibrio que correspondería dada la importancia intrínseca de determinados sectores del aparato burocrático del Ejecutivo. La muestra más acabada de esto es la poca importancia que tiene en el discurso el rol del Ministerio de Coordinación. A esta cartera sólo se le dedican 10 renglones, seis de los cuales son redundantes. Y los dos restantes se contradicen con lo que se manifiesta 20 renglones arriba, en el capítulo Educación.
Pero lo más observable del discurso del gobernador radica en los éxitos que se arroga para su gobierno.
Planteó como propio, por caso, el hecho de que más de 40.000 trabajadores vinculados con el complejo frutihortícola incrementaron sus remuneraciones en más del 55%.
Sin embargo, ese incremento no es la resultante de ninguna política del gobierno rionegrino. Es la consecuencia directa de la reformulación en la cotización del dólar.
Presentó además como un éxito de su administración -ésa es la lectura que se infiere del texto del discurso- el incremento de la regalías hidrocarburíferas de 47 millones de pesos en el 2001 a 107 millones en el 2002.
O sea un aumento del 128%.
Pero lo que no dijo Verani es que esto también es producto del incremento de la cotización del dólar.
Arrogó -por ejemplo- un rol esencial a la provincia en la reestructuración de la deuda pública.
Pero nada dijo que fue Nación, a través del acuerdo de febrero del 2001, quien resolvió el problema de la deuda pesificándola a 1,4 dólares.
Evitando así el estallido social en el interior del país.
En fin, un discurso fundado desde un imaginario ajeno a realidades palpables.


Carlos Torrengo
ctorrengo@rionegro.com.ar

     
     
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