Sábado 8 de marzo de 2003
 

Tentativas

 

Por Jorge Gadano

  El oficialismo neuquino reaccionó con escándalo contra el diputado provincial Jorge Taylor, cuando se conocieron las grabaciones de cámara oculta que mostraban al diputado emepenista Osvaldo Ferreira, y aun al mismo gobernador Sobisch, tratando de persuadirlo para que votara en favor de los candidatos del Ejecutivo a ocupar vacantes en el Tribunal Superior de Justicia. Como, al parecer, se le ofrecía a cambio un crédito del Iadep, se abrió la sospecha de que podría haberse configurado en el caso una tentativa de soborno. La Justicia está investigando.
Funcionarios y dirigentes oficialistas, no todos, rechazaron enérgicamente los cargos. Pero con mucho mayor énfasis denostaron a Taylor por haber "invadido" con la cámara el domicilio privado de Sobisch, donde se había realizado una de las reuniones para tratar el tema de las ternas.
No se agotó en eso la respuesta al denunciante. En el Banco Provincia del Neuquén se "descubrió" e hizo pública una deuda de Taylor, transferida al Iadep, que -se dijo- rondaba en los 600.000 pesos.
Naturalmente, no se puede menos que preguntar los motivos por los cuales, si se consideraba ilícita o, por lo menos, inmoral, la conducta de un diputado provincial, no se la hizo pública en su momento, en lugar de mantenerla oculta, en reserva, hasta que fuera útil como revancha y para descalificarlo.
En tren de formular preguntas, habría que preguntar también si el caso del diputado Taylor, tal cual fue presentado, es el único. ¿No tendrá a mano el directorio del BPN otros "casos" de funcionarios públicos, legisladores, sus parientes y amigos, y aun jueces y funcionarios judiciales, cuya conducta bancaria está lejos de la deseable? Se sabe, porque este diario lo ha publicado, de la morosidad durante años del gobernador y sus hijos, como también de que otros funcionarios fuertemente endeudados se encuentran ahora en el oasis del Iadep.
Y hay más: el presidente del banco provincial, Luis Manganaro, tiene a su lado a un integrante del directorio, Oscar Raúl Oliva, quien es a la vez socio de una empresa que ha sido -no se sabe si sigue siéndolo- deudora morosa del banco. "Río Negro" publicó el mes pasado un informe al respecto, en el que se señalaba que, según la ley de Entidades Financieras, un deudor moroso no puede ser director de un banco. No hubo, esta vez, la respuesta que tuvo el diputado Taylor. El BPN prefirió el silencio.
Con todo, la reacción ante la denuncia de Taylor fue, en efecto, indignada. Sobre todo en el círculo de incondicionales del gobernador, en el que militan Oscar Gutiérrez, Julio Falleti y gente así. No obstante, y como siempre ocurre, las elecciones de la capital neuquina ganaron los espacios principales de la prensa. En esos días el gobierno informó sobre una decisión adoptada en medio de la campaña electoral pero de casualidad, como si se tratara de un decreto que declarara de interés provincial la cría de la trucha overa.
Fue el decreto que devolvía a los empleados públicos el 20% de zona desfavorable del que habían sido privados en 1996 por el gobierno de Felipe Sapag. Además, se hizo saber que, contra lo acostumbrado, el sueldo así incrementado se pagaría antes del día de las elecciones.
La casualidad existe. Es un tema de la filosofía que, seguramente, ha sido ya incorporado al repertorio de axiomas del Movimiento Popular Neuquino. Pero no faltaron los mal pensados que pintaron leyendas murales dando las gracias a Horacio Quiroga por el veinte. Con lo cual han querido dan a entender que a los estatales les cayó el veinte con el premeditado propósito de persuadirlos de que, agradecidos, votaran por el candidato oficial. Dicho de otra manera: en lugar de un colchón, una chapa, un bolsón de alimentos, el 20% del sueldo.
La tentativa de persuasión, si la hubo, no tuvo éxito. A la luz de los resultados se advierte que las personas que trabajan a órdenes de Sobisch no cambiaron su voto por eso. Cambió su humor, porque se las vio contentas en esos días, y cambió también el monto anual destinado a sueldos, acrecido en unos 80 millones. Sin contar lo que habrá que pagar si los empleados se deciden a reclamar la retroactividad.
Con el barril de petróleo a 36 dólares, las cuentas dan bien, pero no será así cuando, resuelto de un modo u otro el conflicto con Irak, ese precio caiga, según algunos pronósticos, a poco más de 20 dólares. Entonces, Dios proveerá.
Si como los descreídos aseguran, la casualidad no existió, nos encontramos con que la devolución del 20% fue una segunda tentativa de obtener algo a cambio de un precio en dinero. La diferencia con el caso de Taylor sólo sería cuantitativa, ya que en lugar de estar dirigida hacia una sola persona la "onda persuasiva" pretendió alcanzar a decenas de miles. En conclusión, todo lo que logró el gobierno con esta segunda tentativa fue dar mayor credibilidad a la denuncia de Taylor. Como dice un aforismo jurídico, "quien puede lo más, puede lo menos".
     
     
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