Jueves 6 de marzo de 2003
 

Cultura-Estado y sociedad en Río Negro

 

Por Reinaldo Agosteguis (*)

  En relación con la publicación en el diario "Río Negro" (jueves 20/2/03) de una nota de la periodista Alicia Miller que trata sobre la frustrada participación de los escritores rionegrinos en la Feria Internacional del Libro en Bs. As. y la responsabilidad de la Dirección de Cultura de la provincia de Río Negro, considero propicio generar algunas breves reflexiones que tienen el carácter de aproximación respecto de la problemática cultura-Estado y sociedad.
Esta tríada compuesta por tres variables en su relación e interdependencia conforman un triángulo donde uno de sus vértices se apoya y al mismo tiempo sustenta a los otros, constituyendo un trípode, composición indeformable, cuyo carácter y naturaleza están presentes tanto en el arte como en las ciencias exactas y en las ciencias sociales. Cuando algunas de estas variables está ausente o debilitada, ese sistema estructural-conceptual se resiente hasta la pérdida de su equilibrio y existencia.
Sirva esta figura para ejemplificar el citado concepto de cultura-Estado y sociedad.
A partir del conocimiento que poseo de lo que han sido las sucesivas gestiones en la Dirección General de Cultura de nuestra provincia, en virtud de mi oficio de artista visual y de la proximidad física con dicho organismo, debo reconocer que lamentablemente se evidencia cada vez más el retroceso e incapacidad y/o desinterés para elaborar proyectos y concretarlos. Caso muy distinto es el de nuestra vecina ciudad de Neuquén, constituyendo el municipio neuquino y en particular su Secretaría de Turismo y Cultura, a cargo del Sr. Oscar Smoljan, un claro ejemplo de promoción y desarrollo cultural asumido en plenitud, destacándose el proyecto de "Turismo Cultural", fuente de riquezas en franco crecimiento y del cual han obtenido muy buenos resultados medidos en términos de recursos económicos, proyectando a la ciudad de Neuquén como la capital cultural de la Patagonia.
Dicha faceta de la cultura es sumamente incipiente en nuestra provincia y se requeriría "poner manos a la obra" en forma decidida a partir del reconocimiento de las favorables condiciones turísticas actuales y de la prolífica y reconocida producción artesanal y artística de los rionegrinos, para lo cual deberían trabajar en forma orgánica otras áreas del Estado como la Secretaría de Turismo, la Dirección de Cultura, etc., junto con el sector de la producción.
Cabe la pregunta, ¿por qué nosotros no lo hacemos? Querido lector, le dejo a Ud. la respuesta.
Por otro lado, es insuficiente y evidencia una falta de visión analizar y obtener conclusiones de la problemática de la cultura en su sentido más amplio si no es en la relación con su contexto social-político-económico. La palabra cultura por su naturaleza y complejidad aparece en muchos casos como un concepto difuso y algo abstracto y la misma ha sido a lo largo de la historia de la humanidad generadora de sociedades espiritual, social y económicamente ricas y sobresalientes. Del mismo modo su empobrecimiento evidencia la decadencia, el atraso espiritual que conlleva al atraso material y a la pérdida de la racionalidad, origen y razón de ser de nuestra cultura, degenerando en el absurdo.
El camino hacia la recuperación de la sensatez se encuentra en la cultura, que es generadora de "valores" con los cuales los pueblos y sus clases dirigentes construyen sus destinos.
La provincia de Río Negro, es decir el Estado, desde hace largos años se destaca entre otros aspectos por carecer de una "política cultural", y más allá en algunos casos de la buena voluntad o predisposición de los sucesivos directores de cultura, atañe al Estado el compromiso de diseñar políticas culturales en forma consensuada con la comunidad y sus actores culturales. Recurriendo al refrán que dice: "Hay ciegos y otros que no quieren ver", vamos desandando los caminos de la improvisación y la ineficiencia desde hace largo tiempo.
De tal modo que la imposibilidad de difundir los bienes culturales generados por nuestros escritores, y la suspensión del salón de artes visuales del 2002, son sólo muestras que evidencian que el área de cultura para el gobierno provincial está muy lejos de ser una prioridad y sigue siendo desde hace años un área desjerarquizada. Pasó de tener el rango de secretaría a ser dirección, con falta de autonomía para elaborar programas y falta de recursos que le permitan un mínimo de capacidad operativa.
Mientras que la cultura y la educación se retraen y empobrecen, crecen y se multiplican en forma considerable los actores culturales (artistas, escritores, educadores, científicos, etc.), mostrándose el Estado incapaz de canalizar estas energías creadoras, fundamento esencial para la construcción de una sociedad que lucha por superar la postergación. Creo que estas breves reflexiones no sólo están dirigidas al gobierno, sino que deben dar cuenta de las mismas los dirigentes políticos que participan en el actual escenario electoral, asumiendo, si es que su sensibilidad y racionalidad se lo permiten, que la cultura y la educación son las herramientas más nobles e importantes para la transformación que la sociedad y el momento histórico les imponen.
Me anima la intención, a través de estas breves palabras, de generar un debate acerca de este amplio, complejo y multifacético concepto de cultura, de tal modo que se vayan sumando otras voces que puedan enriquecer este panorama. Una de las pocas certidumbres en las cuales me apoyo es la de creer que debemos ser cultos para poder ser libres, en el sentido más amplio del término, despojando a su vez al concepto de "culto" del carácter enciclopedista, elitista o populista que a veces se le otorga.

(*) Artista visual
     
     
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