Miércoles 5 de marzo de 2003
 

Turismo, moderna actividad con exitosos padres, pero...

 

Por Antonio Torrejón

  Bien sostenemos por estas tierras "que los fracasos son huérfanos y los éxitos tienen padres". Doce meses de laboriosa gestión turística le significaron a Daniel Scioli una adicional relevancia pública y dos años de inteligente esfuerzo del Ing. Hernán Lombardi lo colocaron en expectante notoriedad. Esto en cargos políticos sólo ocurría históricamente con los ministros de Economía o de Acción Social, circunstancia innovadora para este sector de servicios, que no colocaba escaleras que condujeran a mediáticas famas.
Todos hablaron de priorizar el crecimiento sostenido quedando con la asignatura pendiente de no diseñar e instalar la herramienta que lo hace posible desde sus bases, con la creación de un sistema nacional permanente de investigación que lleve al desarrollo. Si no tenemos concretos datos del mercado, mal podemos invertir en generación de deseos de viajes, inducción y consecuencias, malversando dineros públicos con erráticos avisos, millonarias publicaciones y multiplicadas presencias por el país y el exterior, con la excelente excusa de que estamos promocionando la actividad turística argentina.   
En una publicación reciente, el Prof. Lester Thurow afirma que el conocimiento se ha convertido en la única fuente de ventajas competitivas sostenibles a largo plazo. Las empresas o los Estados modernos que invierten en conocimiento y desarrollo de capacidades, logran claras ventajas. Algunas investigaciones actuales señalan que la tasa de retorno que se obtiene por estas inversiones duplica lo que se invierte en planta y equipos.
El Banco Mundial sostiene en informes recientes que hay cuatro tipos de capitales nacionales: los activos naturales, los activos producidos, las instituciones que permiten a una sociedad funcionar y el capital humano capacitado. El capital humano y el social parece que harán cada vez más la diferencia, en un mundo que está delineando un perfil basado en el predominio del conocimiento y la capacitación sostenida. Los países que apuestan turísticamente en esta dirección, como Australia y Nueva Zelanda (para citar ejemplos de distancia geográfica en relación con los mercados proveedores similar a la de nuestra Argentina), han dado saltos sorprendentes. La idea directriz es lograr competitividad sostenida, lo que les exigió crecientes inversiones en investigación de los mercados, efectuar la innovación que éstos indican y capacitar adecuadamente al recurso humano que gestiona esta delicada y profesional tarea (en esas administraciones estatales se ingresa por concurso público de oposición, no con el "dedo mágico de turno").
Viviendo en un planeta cada vez más globalizado, en el que las pymes de países como el nuestro tienen que competir con fuertes multinacionales que cultivan los "mercados turísticos", si no tenemos el proveedor de datos (sistema nacional de investigación y desarrollo turístico), al inducirse tráfico sin la preparación del receptor producimos con las multinacionales la figura de un hipopótamo con la boca abierta al pie de una cascada de agua, que deglute a su conveniencia el esfuerzo público y el de muchos, ya que las pymes argentinas y los desinformados funcionarios y prestadores de servicios turísticos no se pueden preparar e instrumentar sus estrategias sin el anticipo de los datos de la demanda que puede venir o viene. Con este indelegable esfuerzo, el Estado no estaría cumpliendo roles de otros, sino el de la asistencia, que defenderá a sus mejores empresas en una actividad donde el 90% de sus protagonistas a la hora de proveer trabajo, son pymes.
Desde el Consejo Federal de Turismo, durante los años l992, 1993 y 1994 se trabajó en la creación de un sistema federal de investigación permanente (universidades, Turismo de la nación, de las provincias y de los municipios, áreas de estadística provinciales, INDEC, etc.). Todos suscribieron y coincidieron hasta hoy en su prioritaria necesidad y conveniencia, pero a la hora de proveer los medios y los profesionales, como este esfuerzo se parece al de la infraestructura de las redes cloacales -poco se ve-, no mereció la institucionalización de la única herramienta que proveerá sin ninguna duda el cambio sostenido desde la estructura del organismo nacional de turismo.
El tercer milenio se anticipa como el del conocimiento intensivo, de allí el deseo de que nuestros próximos directivos nacionales exitosos ayuden en la creación de estos cimientos, los que le darán al sector turístico el rol que hasta ahora no ha podido  mantener con crecimiento sostenido y sustentable.
     
     
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