Jueves 13 de marzo de 2003

 

"No me espera la Justicia, me espera una trampa"

 

El empresario gastronómico aceptó dialogar con un periodista, pero bajo ciertas condiciones. Aseguró que es inocente y que no piensa presentarse a la Justicia. La entrevista se hizo en una habitación cerrada, en un lugar incierto, ya que el periodista fue llevado en un auto y con los ojos vendados. Cree que todo esto es obra de gente que envidia a su familia. No quiso hablar de lo ocurrido el día del crimen y utilizó citas de la Biblia para responder.

 
"Tengo temor a ser devorado por la injusticia", aseguró el empresario Horacio Conzi, quien está acusado de asesinato.
BUENOS AIRES (Télam, por Gastón Gómez).- El empresario gastronómico Horacio Conzi, prófugo de la justicia acusado del asesinato de Marcos Schenone, dijo que por el momento no piensa presentarse a las autoridades y afirmó que "yo no soy un asesino que intenta eludir a la justicia, soy un inocente condenado que trata de salvar su vida".
En la charla con Télam mantenida en la clandestinidad luego de que el cronista fuera trasladado vendado en un automóvil en un viaje de al menos siete horas, Conzi pronunció una serie de citas bíblicas y reiteró su inocencia.
Conzi dijo que está "peor que preso" y aseguró: "estoy angustiado y temeroso" para describir su estado de ánimo.
Ante las declaraciones del empresario prófugo, el fiscal Mario Kohan le aconsejó a Conzi que "no tenga miedo y se presente ante la justicia" porque él busca "al culpable y no a "un" culpable y eso tiene que ser su mayor garantía".
No obstante, el prófugo reiteró que no se entregará "porque no es el momento; porque no me espera la justicia, me espera una trampa".
La entrevista se realizó sin la presencia de un fotógrafo, pero Conzi accedió a entregarle a Télam fotografías recientes de su álbum personal. Sentado a una mesa en un cuarto de reducidas dimensiones y escasamente iluminado, Conzi insistió en que lo quieren "matar", aunque sin identificar a esos potenciales enemigos.
En la charla de alrededor de 15 minutos, el hombre más buscado de la Argentina se limitó a responder las preguntas que quiso y eligiendo las palabras. El prófugo entró a la habitación llevando una Biblia bajo el brazo, y desde la primera respuesta dejó en claro que iba a construir un discurso basado en citas bíblicas y absoluta ausencia de precisiones, sobre todo lo que respecta a lo ocurrido en la madrugada del 16 de enero último, cuando Schenone fue asesinado a balazos disparados desde una camioneta 4x4 mientras iba en un remise por la zona de Béccar.
Desde ese día, el empresario, que hizo trasladar al periodista en un operativo en el que se observó que cuenta con una importante logística, respondió las preguntas desde una suerte de pedestal, casi como si comentara un caso que involucra a otro.
Schenone tenía 23 años, y junto con él fueron atacados a balazos el remisero, un amigo de Schenone y dos chicas: Paula y Gisella.
Paula, con quien el muchacho asesinado se besó en el restaurante, era, según las investigaciones, celada por Conzi, a quien las pruebas reunidas en la pesquisa asignan la autoría del crimen. En total fueron 14 los disparos que partieron de la camioneta e impactaron en los cuerpos de los pasajeros del remise y en el propio automóvil.
Conzi, que en la entrevista estaba vestido con un pantalón de yines azul y una camisa a cuadros, tenía buen aspecto, estaba afeitado y con el pelo mojado. Se encontraba tranquilo y seguro de sus palabras y lo único que mostró en todo momento fue su intención de asegurar que era ajeno al hecho.
¿Cómo alguien con tanto dinero y poder puede quedar involucrado en un crimen motivado aparentemente por los celos?
- "Le voy a contestar con mi Biblia en la mano, que ha sido en mi vida mi principal sostén. ¡Ay de aquellos que van a buscar socorro en Egipto poniendo esperanza en sus caballos y sus muchos carros por ser más fuertes, y no han puesto su esperanza en el santo de Israel, ni le consultan al Señor!, según dice Isaías 30.16.31.3".
De inmediato agregó, aunque la claridad continuaba ausente en la respuesta: "Desde este lugar incierto, desde esta angustia que me asfixia, desde este dolor del que ha perdido a la mano amiga, al abrazo fraterno y al imprescindible aire de libertad, quiero expresar mi inocencia", exclamó.
¿Y por qué no se presenta a la justicia?
-"Porque no van a oirme, porque no quieren oirme. Me encuentro en el desierto, arrojado al escarnio, condenado, maldecido. Me toca caminar sobre las filosas piedras de la injusticia, pero en mi corazón todavía late la esperanza porque soy inocente. ¿Quién es el que pudiera decir "soy limpio de pecado", como dice el Proverbio 19.5.20.19", se preguntó Conzi luego de buscar en la Biblia pasajes que ya tenía marcados de antemano.
Luego, y mientras el propietario del restaurante Dallas paseaba la mirada por la estrecha habitación, que sólo contaba con dos sillones, una mesita ratona con dos vasos de agua, un velador y una sola ventana que se encontraba cerrada, se le cuestionó si todo esto no era consecuencia de haber llevado una vida signada por la violencia.
"No, no es así. En estos días he pensado que cometí muchos errores en mi vida y quizás este infierno que me toca vivir sea la suma de todos ellos puestos en una cuenta celestial. Pero desde el pesado silencio de estas horas he oído la voz del Señor diciéndome que no es así y que este padecer no es su obra, sino la obra de quienes por mucho tiempo han odiado a mi familia por envidia, por ambición y por pobreza espiritual", aseguró.
Su hermano dice que hay un complot en contra de ustedes ¿es así?
- "Sí, es evidente que oscuros intereses decidieron terminar con mi vida, y como no pudieron hacerlo de frente buscaron este mecanismo perverso para inculparme y matarme en vida", dijo.
Con el correr de las respuestas, el hombre más buscado del país parecía intranquilo. Ante este cuadro, se le preguntó cómo se sentía. "Me siento como aquellos cristianos arrojados a la arena, a merced de las fieras. Me ha tocado ver cómo el circo de los medios jugó con mi familia y se burló de mi pobre hermano, a quien todas las noches, desde esta soledad que me aprisiona, abrazo en el corazón", agregó.
¿Qué paso esa madrugada?
- "Yo no maté a ese muchacho. Los que armaron esta infamia actuaron con la rapidez de la serpiente y construyeron una hábil trampa para convertir a la mentira en una verdad contundente, sólida de pericias y pruebas. Soy inocente. Camino por el desierto al que fui arrojado con el único vestido de la esperanza y la fe", respondió.
Como el viaje hasta ese lugar había sido íntegramente a bordo de un automóvil, se le mencionó que con seguridad estábamos dentro del territorio nacional.
"Los que preguntan dónde estoy, deberían preguntarse cómo estoy. Los que especulan con mi actitud, deberían saber cuánto quisiera poder presentarme ante la justicia sin temor a ser devorado por la injusticia", explicó.
"Estoy peor que si estuviese preso. Nunca lo estuve pero creo que en un calabozo estaría mejor, no estaría tan angustiado y temeroso", redondeó.

Un viaje de 12 horas con los ojos vendados

BUENOS AIRES (Télam, por Gastón Gómez).- La entrevista con el empresario gastronómico Horacio Conzi, se concretó luego de un viaje que duró en total unas 12 horas, en el que tuve que ir vendado y sólo con un cuaderno y una lapicera. Pocos días antes de la entrevista se me consultó donde iba a estar y en qué horario. Esa fue la metodología que se utilizó.
Así fue que dejé en claro que un día de la semana pasada iba a estar en la puerta de la Universidad de Morón, en Cabildo y Machado, donde fui contactado por un hombre de unos 35 años.
En ese momento, la única condición que me impusieron -y acepté- fue dejar todas mis pertenencias: reloj, teléfono celular, dinero y grabador. Sólo se me permitió llevar lápiz y papel.
Luego me subí a un vehículo con vidrios polarizados, me senté en la parte trasera, donde mi ocasional chofer me entregó una especie de anteojos con una venda de tela y, una vez que se puso en marcha el auto, me recosté en el asiento. Con la intención, creo, de que no pueda escuchar otros ruidos ajenos al vehículo, el conductor encendió el estéreo y puso música, e inclusive me preguntó si quería escuchar algo en particular, a lo que respondí que no.
Durante el primer tramo escuchamos una FM porteña y luego el conductor cambió de emisora. En principio el viaje se desarrolló por calles, ya que de tanto en tanto el automóvil se detenía, posiblemente en semáforos. Luego la marcha se hizo continua, como si hubiéramos entrado a una ruta. Durante todo el recorrido, el vehículo se detuvo en dos oportunidades, en una de las cuales advertí, por los ruidos, que cargó combustible y además pasó por una vía férrea.
Después, el traslado se sucedió por ruta o autopista y en su transcurso no volvimos a pronunciar palabra. Al llegar a destino el auto se detuvo, el conductor descendió y abrió la puerta trasera, me pidió que no me quitara la venda y me ayudó a bajar. Una vez que pisé el suelo descubrí que estaba sobre césped. Luego recorrí unos metros y escuché una puerta que se abrió y se cerró, por lo que ya sabía que estaba dentro de algún lugar donde me iba a encontrar con Horacio Conzi.
Luego atravesé otra puerta y el hombre me hizo sentar en un sillón y me pidió que aguardara unos minutos. Pocos después, supongo que segundos, se volvió a escuchar la puerta y el mismo hombre que me había acompañado me autorizó a quitarme la venda y cuando lo hice pude ver frente a mi a Conzi, quien me estrechó la mano. Lo que sucedió luego fue una breve charla, que habrá durado unos quince minutos.
Después de la entrevista el conductor me volvió a tapar los ojos, volvimos al automóvil y emprendimos el viaje de regreso. Cuando bajé del vehículo estaba nuevamente frente a la sede universitaria de Morón. Aunque no tenía reloj pude calcular que los dos viajes y la entrevista habían durado unas 12 horas.

   
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