Domingo 2 de marzo de 2003 | |||
MAS INFORMACION El Renault 9 secuestrado también tiene huellas del lavacoches |
David Sandoval habla y admite que pudo conocer a la psicóloga |
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Por primera vez, el lavacoches procesado como autor del triple asesinato del 23 de mayo accede a una entrevista periodística. Cuenta que tal vez conoció a Carmen Marcovecchio, pero no la recuerda. Admite que de chico se mandó sus cosas, pero asegura que cambió. |
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Recién después acepta comenzar la entrevista, en la que por primera vez reconoce que "capaz" que conoció a Carmen Marcovecchio en el Hogar de Menores de Neuquén, donde estuvo internado hace años. Pero sólo eso. Asegura que no recuerda a la psicóloga asesinada y tampoco haber tenido algún problema con ella, como está detallado en dos informes que la propia víctima escribió cuando David tenía 16 y 17 años. El único procesado como autor de la masacre del laboratorio de Cipolletti, ocurrida el 23 de mayo del año pasado, habló ayer por primera vez desde su lugar de detención. Recibió a "Río Negro" junto a Ana, el pequeño David de 2 años hijo de su pareja, y su hermano Paulo. Tranquilo y pausado, el detenido respondió a cada una de las preguntas en el escaso tiempo que le dan para recibir visitas en el destacamento de las 1.200 viviendas de Cipolletti. Negó haber estado en el laboratorio del crimen y dijo que no se explica cómo aparecieron huellas suyas en el baño, en una taza, en la bicicleta del co-imputado Orlando "El Clavo" Sandoval y en el vehículo que pertenece a Valentina Sandoval, la mujer de un podador que estuvo detenido al principio de la investigación. El hallazgo de este rastro recién se conoció ahora, tras la visita en la zona de los peritos de Gendarmería Nacional. "Espero que se aclarezca (sic) esto pronto", aseguró el lavacoches. -¿Qué pasó el 23 de mayo? -El jueves ese, como lo confirmé en la declaración, estuve trabajando en la casa de un taxista en la calle Paris. Estaba terminando de pintar unas paredes junto a mi hermano Paulo. Estuvimos hasta cerca de las 19,30. -El taxista dijo que ya para las 18,30 usted no estaba. -No, no, sí estuve. Lo que no entiendo es por qué no dice la verdad. -La mujer del taxista aseguró lo mismo. -Pero nosotros estuvimos hasta las 19,30. Después salimos de ahí, agarré todas las herramientas y fuimos a la casa. Habremos llegado a las 19,40. Mi hermano Paulo se tenía que ir a trabajar y nosotros nos quedamos afuera con la mujer que vivía al lado, que era boxeadora. Estuvimos como hasta las 20,30 ó 21. Y sentimos la sirena. Le digo a la chica que estaba con nosotros: "mirá seguro que algún accidente habrá ocurrido porque se escucha la sirena". "Sí, me dijo, seguro que algún choque". -La boxeadora dijo que usted no habló con ella. -Para qué voy a mentir. Incluso no estaba solo, estaba ella también (dice mientras señala a su pareja Ana, que asiente con la cabeza) ¿Por qué no dijo la verdad? -Hay huellas que lo comprometen. ¿Cómo explica que hayan aparecido huellas suyas en el baño del laboratorio y en el consultorio de la psicóloga? -Bueno, mire, hoy vino mi abogado y tuvimos una larga charla. Me dijo que las huellas del laboratorio son iguales, pero hay un problema en las líneas. Las que se encontraron en el laboratorio son medio parecidas pero no coinciden. -¿Estuvo en el laboratorio? -No, no. Nunca me acerqué ahí. Yo trabajaba a una cuadra del laboratorio. -En el baño apareció una huella con sangre y aseguran que también es suya. ¿Cómo explica que aparezca con sangre? -Lo que yo no entiendo es cómo pudieron llegar las huellas, porque yo al laboratorio nunca entré. A lo sumo pasaba por el frente, por adelante, incluso en bicicleta, pero nunca paré. No entiendo por ahí cómo pudieron haber llegado. -En la causa hay dos informes que confirman que la psicóloga Marcovecchio lo atendió a usted en el Hogar de Menores de Neuquén. -¿En el Santa Genoveva? Bueno, yo estuve en el Santa Genoveva. Le voy a decir la verdad de eso. Capaz que por ahí me haya atendido, yo no me acuerdo. Lo que pasa es que mis padres se separaron en el "82 y quedé en la calle, pero... es decir... sí, me mandé mis cosas, pero cuando era chico. Ya en el Hogar Santa Genoveva cuando fui, fui con buena conducta. Nunca tuve problemas. -Ella dijo que tuvieron una mala relación. -Yo digo la verdad, capaz que por ahí... Yo no le voy a decir que no. Capaz que tuve mis errores pero no he sido tan agresivo de chico. -¿Y de grande? -No de grande, menos. Si yo hubiera sido agresivo como ella lo pone en el informe a mí no me habrían dado la libertad en el hogar. Yo salí a los 16 años de ahí. -La psicóloga hizo uno de los informes cuando usted tenía 17 años. -Yo me acuerdo bien que a los 16 salí del hogar. Salí con buena conducta y era menor todavía. -Dijo que capaz que conocía a la psicóloga del hogar y sin embargo cuando su nombre apareció mencionado en el caso usted lo negó. ¿Por qué dice ahora capaz que sí? -Yo digo capaz, porque capaz que cuando era chico me atendió, pero no me acuerdo. -Según las pericias quedó una huella suya en un pocillo de café que estaba en el consultorio de la psicóloga el día del crimen. -Bueno, esa es otra. A mí el café no me gusta. Tomaba cuando estuve en Buenos Aires trabajando pero después nunca más. -O al menos agarró una taza que tenía café. -Dicen que el día jueves yo estuve tomando café allá en el laboratorio, pero es medio confuso. Aparte me parece raro cómo pudo haber llegado una taza de café si ese día yo ni me acerqué ahí. Elizabeth Hoischen |
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