Jueves 20 de marzo de 2003
 

En retirada

 
  Mientras el mundo entero miraba obsesivamente hacia Irak y el cuartel general de las Naciones Unidas en Nueva York, en Alemania se producían cambios que con toda seguridad incidirán tanto o más en la vida de centenares de millones de personas que el eventual desenlace de los conflictos en el Medio Oriente. El gobierno del canciller Gerhard Schröder, el que por motivos comprensibles se siente sumamente alarmado por la decadencia evidente de lo que en otros tiempos era "la locomotora" de la Unión Europea, introdujo un paquete de medidas que, de concretarse, supondrán el virtual desmantelamiento de un esquema socioeconómico que hasta hace poco representaba la única alternativa considerada viable al tan denostado "modelo neoliberal". Schröder, un socialdemócrata cuya popularidad ya estaba por los suelos, ha pedido cortes profundos destinados a reducir el seguro contra el desempleo, un grado inédito de flexibilización laboral, el fin de las negociaciones salariales a nivel nacional que tanto beneficiaron a los grandes sindicatos, la reducción en el futuro de las jubilaciones estatales y muchos otros cambios antipáticos porque, como insistió, "a menos que nos modernicemos, lo hará la fuerza inexorable de los mercados". De más está decir que el ajuste durísimo que ha reclamado mereció la plena aprobación de los empresarios y de la oposición conservadora, mientras que lo denunciaron con vehemencia los sindicalistas y el ala izquierda de su propio movimiento.
Para los que se dicen convencidos de que el "modelo liberal", cuando no "la globalización" como tal, ha sido un fracaso contundente y que por lo tanto es forzoso abandonarlo en favor de un esquema menos exigente, el viraje propuesto por Schröder constituye un revés muy pero muy serio. Aunque en la batalla por la opinión pública los contrarios a lo que el Vaticano suele calificar de "capitalismo salvaje" parecen haber triunfado en muchos frentes, la realidad es que en todas partes están viéndose obligados a batirse en retirada. Incluso en nuestro país el carácter nebuloso y meramente voluntarista de los planteos de los enemigos del "modelo" les ha privado a éstos de una oportunidad al parecer inmejorable para poner en práctica sus propuestas, razón por la cual los dos precandidatos presidenciales "progresistas" han elegido por compañeros de fórmula a políticos de perfil llamativamente "liberal", dando a entender de esta manera que no soñarían con emprender una aventura que sin duda alguna terminaría mal. Mientras tanto, en el continente europeo el gobierno de centro derecha francés y el socialista alemán se han sentido constreñidos a modificar drásticamente el "modelo renano" supuestamente más solidario por entender que sencillamente no está en condiciones de mantenerse mucho tiempo más. Políticamente más astutos que los alemanes, los socialistas franceses que iniciaron el repliegue se las arreglaron para cubrirse aumentando el volumen de la retórica antiliberal; en cambio, hasta la semana pasada Schröder trató de brindar la impresión de que nunca se le ocurriría reformar nada.
El llamado "modelo renano" es una versión decididamente más eficiente y menos corrupta del sistema que, a juzgar por sus declaraciones, quisiera restaurar el presidente interino Eduardo Duhalde, pero funciona mal debido a que una maraña de regulaciones burocráticas traba a los empresarios y la rígida legislación laboral, si bien protege a quienes ya tienen el empleo asegurado, sirve para impedir que se creen nuevos empleos en cantidades suficientes, motivo por el cual en la mayor parte del continente europeo la desocupación se aproxima al diez por ciento, cuando no lo excede, desde hace muchos años. Aunque el sistema de bienestar establecido en los buenos tiempos ha atenuado las consecuencias de lo que es de todos modos un desastre humanitario, ya son muchos los convencidos de que a la larga los perjuicios ocasionados por la cultura de la dependencia resultante serán tan graves que la Unión Europea ya no podrá aspirar a competir con el gigante norteamericano, el que, a pesar de estar pasando por una etapa nada brillante a raíz del estallido de la burbuja bursátil y los escándalos protagonizados por empresas como Enron, sigue mostrándose mucho más vigoroso que lo que es su único rival auténtico.
     
     
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