Jueves 13 de marzo de 2003
 

Dos países

 
  A partir del desmoronamiento de la convertibilidad -la que, para funcionar, tuvo que brindar la apariencia de estar destinada a ser permanente-, la Argentina se dividió en dos. Por un lado, el país de los acreedores que incluye a los ahorristas y por el otro, el de los endeudados. Luego de un intento breve de hacer creer que ambos países saldrían beneficiados, el gobierno de Eduardo Duhalde optó por favorecer a los últimos porque constituyen una mayoría, de ahí "la pesificación asimétrica", decisión que un vocero oficial reivindicó en una ocasión afirmando que los deudores eran por lo común más jóvenes que quienes tenían montos apreciables de dinero en los bancos, pero el fallo reciente de la Corte Suprema parece encaminado a permitir a los ahorristas recuperar una parte de lo presuntamente perdido. Sin embargo, nadie ignora que lo que de concretarse sería un motivo de festejo para los ahorristas, significaría un desastre con pocos atenuantes para muchos deudores, conjunto que incluye no sólo a ciertos empresarios de mentalidad especulativa que creían habérselas ingeniado para aprovechar la devaluación que habían previsto, sino también a muchísimas familias de recursos modestos que, como es natural en todos los países desarrollados del planeta, tomaron créditos conforme a las reglas entonces vigentes sólo para descubrir que de mantenerlos dolarizados excederían sus ingresos por un margen amplio.
En esta situación confusa que, para colmo, se vio agravada por la depresión económica que ha depauperado a una proporción sustancial de la clase media, no puede darse una solución justa. A lo sumo, podrá haber una que sea la menos injusta posible. Por lo tanto, son loables los esfuerzos de aquellos jueces que en vez de elegir una salida sencilla basada ya en la redolarización sistemática como si nada hubiera sucedido a partir del colapso del sistema bancario, ya en la pesificación a rajatabla preconizada por los "productivos" bonaerenses que significaría el despojo de los ahorros de buena parte de una generación y un golpe salvaje contra los derechos de propiedad. Los que están buscando un camino intermedio han hecho hincapié en el "principio del esfuerzo compartido" que, de acuerdo con la ley de emergencia económica, en teoría debería respetarse insistiendo en que los deudores paguen a una tasa de cambio a media distancia entre el dólar y lo que según el mercado vale un peso. Si bien los fallos en tal sentido no han agradado en absoluto a los deudores, representan un intento serio por encontrar una solución equitativa para el embrollo provocado no tanto por la devaluación como tal, cuanto por las distorsiones cambiarias ocasionadas por la falta de confianza en el futuro del país que ha resultado en el dólar "re-contra alto" actual reivindicado por el Ministerio de Economía. De reflejar mejor la tasa de cambio el poder de compra real del peso, se reduciría notablemente la brecha que separa al país de los acreedores de aquel de los endeudados.
Con todo, una consecuencia de las convulsiones y contradicciones del último año y medio consistió en que tanto entre los ahorristas como entre los deudores se encuentran muchos que imaginan que les será dado recuperar todo cuanto perdieron o, mejor, que pueden salir ganando. La reacción de ciertos ahorristas ante el fallo redolarizador de la Corte Suprema mostró que aún se han negado a abandonar la esperanza de que todo vuelva a ser como antes, mientras que muchos deudores, sobre todo los más comprometidos, ya se habían acostumbrado a la idea de que la pesificación asimétrica les había sido un negocio espléndido. Así, pues, cualquier arreglo concebible, por equitativo que sea, se verá repudiado con fervor justiciero por casi todos. Aunque los más entienden muy bien que lo que el país necesita es una suerte de audiencia de conciliación generalizada para que las pérdidas sean repartidas de tal modo que ningún sector sea constreñido a soportar todo el peso del desastre mientras que otros tengan buenos motivos para festejar, han sido tantas las idas y vueltas causadas por la resistencia del gobierno y de los demás miembros de la clase política a enfrentar una crisis que les desbordaba, que los conflictos que se desataron incidirán en la vida del país durante muchos años más.
     
     
Tapa || Economía | Políticas | Regionales | Sociedad | Deportes | Cultura || Todos los títulos | Breves ||
Ediciones anteriores | Editorial | Artículos | Cartas de lectores || El tiempo | Clasificados | Turismo | Mapa del sitio
Escríbanos || Patagonia Jurásica | Cocina | Guía del ocio | Informática | El Económico | Educación