Miércoles 12 de marzo de 2003
 

El reto iraní

 
  Dadas las circunstancias, al gobierno iraní no le queda otra alternativa que la de "tomar las medidas apropiadas" frente a la orden de arresto internacional contra cuatro ciudadanos de su país que fue impulsada por el juez federal Juan José Galeano por su presunta participación en el atentado terrorista contra la sede de la AMIA que se produjo el 18 de julio de 1994. Después de todo, entre los hombres que la Interpol debería detener a pedido del juez está un ex ministro de Inteligencia del gobierno islámico, Alí Fallahian, además de tres diplomáticos que en aquel entonces cumplían funciones en Buenos Aires, de suerte que le hubiera sido difícil lavarse las manos del asunto. Sin embargo, por proceder de un régimen que forma parte del "eje del mal" denostado por el presidente norteamericano George W. Bush y que es considerado uno de los exportadores de terrorismo más activos del planeta, la alusión del vocero del Ministerio de Relaciones Exteriores iraní a "medidas apropiadas" podría significar virtualmente cualquier cosa. De tratarse de un gobierno "normal", supondría una decisión de colaborar plenamente con el juez Galeano con el propósito de aclarar el episodio para que los culpables, si los hay, reciban el castigo condigno o, caso contrario, de eliminar todas las dudas en cuanto a su inocencia, pero por ser el iraní un régimen decididamente anormal es de presumir que "las medidas" que tiene en mente vayan desde la suspensión de las relaciones bilaterales hasta nuevos atentados.
Si bien, como señaló el canciller Carlos Ruckauf, en la Argentina la Justicia es un poder independiente, de modo que la actitud de Galeano no necesariamente coincide con aquélla del gobierno de Eduardo Duhalde, sería demasiado esperar que los dirigentes iraníes, personajes cuya afición por las teorías conspirativas es notoria, prestaran mucha atención a dicho detalle. Tampoco les impresionaría el que aquí la Justicia no haya vacilado en intentar torpedear la política económica duhaldista. Al fin y al cabo, según el vocero oficial iraní, todos los "rumores e informaciones" acerca del papel de su país en lo que fue el peor atentado antisemita desde la Segunda Guerra Mundial son obra de "los medios sionistas", afirmación ésta que obviamente refleja la voluntad inaceptable de ubicar en el contexto de su lucha contra los judíos lo que desde el punto de vista de todos los países occidentales, incluyendo al nuestro, sólo ha sido cuestión de un acto de barbarie criminal que no puede justificarse en base a ninguna cosmovisión religiosa o ideológica.
Por ahora, no hay posibilidad alguna de que el régimen iraní tome en serio las acusaciones gravísimas que ha formulado el juez a cargo de la investigación del atentado que provocó la muerte de 86 personas, casi todas argentinas, e hirió a trescientas más. Conforme a su filosofía particular, era un acto legitimado por el antisemitismo. Sin embargo, es factible que en los próximos meses o años la situación se modifique. En Irán la resistencia democrática contra la autocracia religiosa está intensificándose, mientras que es de prever que una vez que haya terminado con la dictadura iraquí de Saddam Hussein Estados Unidos aumente drásticamente las presiones contra un régimen que, por motivos que Galeano comprendería muy bien, a su juicio constituye un peligro auténtico para la tranquilidad tanto regional como mundial. De caer el régimen de los ayatollahs debido a los factores tanto internos como externos que están debilitándolo, la investigación de los atentados contra la Embajada de Israel y la sede de la AMIA entraría en una nueva etapa en la que los resueltos a descubrir la verdad no se verían obstaculizados sistemáticamente por un régimen supuestamente "revolucionario" ni por aquellos funcionarios locales que podrían sentirse tentados a privilegiar las relaciones diplomáticas y comerciales con Irán por encima de los derechos de sus propios compatriotas. Aunque todavía quedarían los muchos obstáculos internos supuestos por grupos antisemitas o mercenarios enquistados en la SIDE, la Policía Bonaerense y otras organizaciones hipotéticamente vinculadas con la seguridad, no cabe duda de que un cambio de régimen en Irán que desembocara en la democratización de aquel país facilitaría mucho la tarea de los investigadores.
     
     
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