Martes 25 de marzo de 2003
 

La "Academia" fue el gran campeón en la era amateur del fútbol argentino

 
  Recién en 1905, el equipo comenzó a participar de los campeonatos organizados por la principal asociación que, por entonces, nucleaba a los clubes de fútbol. Por aquellos años se destacaban Arturo Silva, los hermanos Artola, Zabala, Sirio, De Vicenzi y los hermanos Zarza. En 1908, Rácing jugó por primera vez una final de la segunda división.
El rival fue Ríver Plate y el encuentro tuvo lugar el 13 de diciembre. Los "Millonarios" ganaron 2-1. Las irregularidades de aquel partido fueron notorias, motivo por el cual Rácing presentó una protesta y el partido se jugó nuevamente siete días después.
Pero Ríver ganó otra vez, y con mucha mayor facilidad, al propinar un aplastante 7-0. Desde esa época, el hincha comenzaba a codearse con el sufrimiento. Años más tarde llegaría la gloria. 1910 fue un año muy importante para la vida institucional de Rácing. Tras cinco temporadas de competencia se logró el tan ansiado ascenso a primera división.
Todos llamaban a esos equipos la "Academia". El mote resumía la jerarquía y un estilo. Con el correr de la historia, la denominación es el gran estandarte que los hinchas poseen. Rácing era una marca registrada. 1913, 1914, 1915, 1916, 1917, 1918, 1919, 1921 y 1925 son años que nadie olvidará.

El primer tricampeón local (1931-1960)

Los primeros años en el profesionalismo son para olvidar. Algún que otro tercer puesto en la tabla le permitían ilusionarse con un nuevo campeonato.
Sin embargo, por aquellos tiempos, los sueños se desvanecían en la definición de cada certamen. Dirigentes, cuerpos técnicos y jugadores apostaron todo al torneo en 1948 y otra vez se quedaron en la puerta de cristalizar el anhelo.
Rácing era el líder indiscutido del campeonato hasta cinco fechas antes del final, pero una huelga de futbolistas profesionales diezmó al plantel y la AFA hizo continuar el torneo con amateurs.
La decadencia racinguista (1968-1983)

A partir de entonces, Rácing ya no volvió a ser el mismo. Los mejores entrenadores pasaron por la institución, pero hasta el nuevo siglo ninguno logró el gran objetivo: sacar otra vez campeón a la Academia. Los ยด70 no fueron años propicios para la institución de Avellaneda. En 1976 se creyó tocar fondo. En el Metropolitano, el equipo finalizó tres puestos por encima de Témperley.
Luego, la AFA determinó que los clubes que tuvieran los dos peores promedios jugarían el año siguiente en primera B, por aquella época, la segunda categoría del fútbol doméstico. El descenso se produjo tras ser derrotado como local por Rácing de Córdoba 4-3. Ese se transformó en el día más triste en la historia celeste y blanca. Se había tocado fondo.
Los de la B fueron dos años de sufrimiento constante para lograr el ascenso. La presión por obtener buenos resultados y ubicar al equipo en los primeros lugares colocó a los dirigentes en un callejón sin salida, con rumbo errático, casi laberíntico, a tal punto que cambiaban en forma permanente de entrenador.

La quiebra y el gerenciamiento (1989-2000)

Los racinguistas se entusiasmaron con el equipo que el director técnico Roberto Perfumo armó en 1991, pero sólo fue una ilusión. Otra más y fueron... pues el trofeo volvió a quedar lejos de las vitrinas de la institución.
En 1993 fue contratado el entrenador Carlos Babington. En el torneo Apertura de ese año, Rácing compartió el segundo lugar con Vélez, a un punto del campeón Ríver. Por esos tiempos, la lucha política interna fue intensa, debido a algunos episodios de violencia entre las diferentes fracciones.
Y las elecciones fueron impugnadas por un supuesto fraude. En 1995, Osvaldo Otero se impuso en un nuevo escrutinio y se convirtió en el nuevo presidente de Rácing. Heredó un club con un pasivo de casi 20.000.000 de dólares, que por medio de una nueva convocatoria de acreedores (no se había cumplido con la anterior), llevó a 12 millones.
Con el empresario Daniel Lalín en el poder, como titular de la subcomisión Fútbol Profesional, se contrataron refuerzos para conformar un equipo íntegramente nuevo. Se incorporaron Roberto Pompei, Rubén Capria, Marcelo Delgado, Claudio Ubeda, Sergio Zanetti, Silvio Carrario, José Tiburcio Serrizuela y Mauro Navas, entre otros.
Pero la deuda de la institución de Avellaneda ascendió a 48.000.000 de dólares. Por ello, y para poder habilitar los refuerzos, el 10 de julio de 1998 Lalín inscribió su nombre en la historia del fútbol vernáculo al pedir la propia la quiebra de Rácing. El juez del fuero civil Enrique Gorostegui tomó la conducción de la entidad en quiebra, y la delegó en la síndico Liliana Ripoll los asuntos económicos.
Fue cuando la síndico Ripoll anunció públicamente una sentencia, luego revocable, que quedará para la posteridad, como una de las más tristes del acervo académico: "Rácing ha dejado de existir". (Télam).
   
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