Lunes 24 de marzo de 2003

 

La "granja" del campeón está intacta

 

Atlético empezó con el pie derecho y le amargó el retorno a Petrolero. Velázquez hizo el único gol.

 
Enrique Velázquez tuvo una oportunidad clara y no la desaprovechó. Inició el festejo con "Cachi" Fuentes y después se unieron los demás muchachos del "tricolor", que debutó con una victoria ante Petrolero.
NEUQUEN (AN).- El "Gato" Burgos juega un rato y alcanza, el "Gato" Michiquelli quita pelotas, el "Pumita" Rodríguez va y viene, y encima volvió el "Pato" Vázquez, que complica con su velocidad. Conclusión: la granja de Atlético Neuquén está en orden y ayer dio el primer paso en este operativo para repetir el campeonato logrado hace dos meses.
No fue sencillo dejar en el camino al retornado Petrolero Argentino, que mostró su clásico juego aguerrido. Terminaron 1-0 con gol de Enrique Velázquez, algo que no es novedoso y que ocurrió en varias oportunidades en el pasado Clausura.
En la "granja" de Atlético cambiaron dos cosas: el nuevo capataz se llama Jorge Molina y los "peones" se pararon de otra forma, porque el DT apostó a un extraño dibujo 1-3-3-3, que en el primer paso le dio resultado. El objetivo no sufrió modificaciones y se prioriza el cero en el arco propio, para facturar en el momento justo.
El "tricolor" marcó diferencias en los 30 iniciales. Cuando la pelota pasó por Burgos, el panorama fue claro, pero sus compañeros no estuvieron en la misma sintonía.
"Petro", en tanto, se aferró a su buen trabajo en la última línea, pero mostró limitaciones arriba. Sólo cuando la tocó Alejandro Díaz pudo complicar a la defensa local.
Una de las virtudes del campeón fue pegar en el arranque del complemento. Don Bosco y Centenario lo sufrieron el año pasado y la fórmula se repitió ahora. Velázquez se encontró mano a mano, no falló y provocó el delirio de sus hinchas.
Obligados, los de Plaza Huincul salieron a buscar la paridad. Néstor Montt y Heber Muñoz probaron de media distancia y se agrandó la figura de Santiago López, que mostró su habitual regularidad.
Con el correr del tiempo, el dueño de casa vio que no podía agrandar la diferencia, se aferró a la mínima y controló sin problemas a su rival.
   
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