Martes 18 de marzo de 2003 | |||
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Un festival cada vez más independiente |
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El encuentro de Mar del Plata camina hacia una identidad iberoamericana. |
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La decimoctava edición del festival estuvo marcada por un decidido cambio de dirección en la búsqueda de una identidad propia, más cercana al cine iberoamericano e independiente que a grandes producciones internacionales, que le es muy difícil conseguir debido a la cercanía de otros certámenes tan importantes como Berlín y Cannes. Aunque no fueron muchas ni muy populares, las presencias de figuras internacionales se destacaron y prestigiaron al festival. Así, el aragonés Carlos Saura, el brasileño Nelson Pereira Dos Santos, el polaco Jerzy Skolimowski, la británica Emily Watson, los españoles Sergi López y Tristán Ulloa, por nombrar a los más importantes, trajeron a Mar del Plata más talento y prestigio que maquillaje. La lluvia que cayó en esta ciudad durante la mayor parte del desarrollo del certamen no impidió que esta edición se convirtiera en un récord histórico a nivel de público, ya que fueron unas cien mil personas las que hicieron largas colas y colmaron las salas donde se exhibían las películas de la muestra. En eso seguramente influyó el precio accesible de dos pesos de todas las localidades y la curiosidad de la gente, que se acercó a los cines atraída por propuestas muy interesantes incluidas en la sección oficial -sobre todo las de fuera de concurso- y en los apartados Punto de Vista, La mujer y el cine, América Latina XXI y Cerca de lo oscuro. Sin embargo, el costado más flojo del certamen estuvo marcado una vez más por una organización que, especialmente al principio, parecía no tener orden y, sobre todo, por la polémica que suscitó la exclusión de la película "Valentín" de la competencia oficial y su posterior inclusión por parte de las autoridades del festival. El affaire "Valentín" reveló la existencia de una pulseada no declarada entre el festival y la Federación Internacional de Asociaciones de Productores de Films (FIAPF), la entidad que nuclea y fiscaliza a los certámenes no especializados del mundo, y seguramente signará el desarrollo y la personalidad de la muestra marplatense en sus próximas ediciones. Mientras que algunos sostienen la teoría de un boicot por parte de la FIAPF para hacer tambalear a un festival que quiere mantener su categoría internacional -la misma que Berlín, Cannes y San Sebastián, por nombrar a algunos-, otros se inclinan a pensar que se trató de un error que, aunque asumido, fue llevado hasta el final por los organizadores. Así las cosas, la pregunta que todos se hacen es si realmente vale la pena que Mar del Plata siga peleando por mantener su categoría o si no sería mejor que, dadas sus dificultades para armar una sección oficial superlativa, se inclinara por convertirse en un gran festival de festivales que pueda incluir las mejores películas del mundo, sin los impedimentos legales impuestos por la FIAPF. El cambio de personalidad que el presidente del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales, Jorge Coscia, y el director artístico Miguel Pereira diseñaron para el festival tuvo sus primeros grandes pasos con la firma de dos importantes convenios internacionales de promoción, coproducción y difusión de películas. Uno de ellos fue la firma del protocolo para la constitución del primer Foro de Autoridades Cinematográficas del Mercosur, que estrechará aún más los lazos culturales entre las industrias de Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay, Chile y Bolivia; el otro fue la presentación del Programa Raíces, que en su primer capítulo vinculará al país con España a través de numerosas coproducciones con sus regiones autónomas. Otro dato positivo a tener en cuenta fue un compromiso mayor de los organizadores hacia los cortometrajes, tanto en la sección "Lo que vendrá", que mostró excelentes trabajos de escuelas de cine de todo el mundo, como en el apartado La mirada interior, que exhibió una enorme variedad de propuestas realizadas por jóvenes directores y estudiantes de todo el país. Buenos momentos MAR DEL PLATA, Enviado especial.- La pesadilla del cronista cinematográfico es ver "todos" los filmes que se exhiben en un festival. |
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