Lunes 24 de febrero de 2003

 

El Carnaval ya se respira en Río

 

Percusión, sudor, alcohol y sexo inundan sus calles

 
Todo el frenesí de las bailarinas y la batucada alborotan la ciudad.
Provocación, sudor alcohol, sexo y percusión: una semana antes de los tradicionales desfiles de las grandes escuelas de samba, el carnaval de la calle comienza a animar el centro y los barrios residenciales de Río de Janeiro.
Los juerguistas conmemoran el carnaval agrupándose en bandas. Su objetivo, explican los organizadores, es "reencontrarse con las raíces del carnaval" y recuperar ese espíritu libre de los años 20 y 30. Ellos consideran que los desfiles de las grandes escuelas de samba que atraerán a centenas de miles de turistas de todo el mundo, han perdido la espontaneidad.
En las bandas, apenas hay reglas. Los músicos aficionados se suman a los profesionales, y las camisetas que identifican a las bandas son apenas recomendadas, ya que cada uno va como quiere, disfrazado o no. Lo que los une son la cerveza, las ganas de divertirse durante unas horas y mucha "paquera", marcha y sensualidad.
Los homosexuales tienen su banda, "Carmen Miranda", y también están fuertemente representados en la zona residencial del sur la "Banda de Ipanema" donde las drag queens encuentran la ocasión para presentar sus más bellos ropajes. Algunos tienen centenas de representantes, y otros hasta 15.000, como el "Cordao da bola preta", la "Banda d"Ipanema", el "Suvaco de Cristo" (Sobaco de Cristo) -del vecindario ubicado bajo uno de los brazos de la estatua del Cristo Redentor.
En los grandes la música está asegurada por "trios eléctricos", orquestas montadas en camiones forrados de altoparlantes. La calidad del sonido es a veces dudoso, pero lo importante es hacer que los participantes se vuelquen a la samba, según la expresión local.
Entre las raras bandas que adoptan un disfraz está el Bloco de Carmelitas, nacido en el barrio bohemio de Santa Teresa cerca de un convento, bajo disfraz de monja. Bandas y blocos son la bestia negra de vecinos y conductores. Un bloco en desplazamiento se extiende por todo un vecindario, no respeta ni semáforos y es la mala suerte del conductor que no verificó los horarios de desfile. (AFP)
   
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