Domingo 23 de febrero de 2003
 

Gustos, quehaceres y debilidades

 
  Si bien es obvio y evidente el sentido que las mujeres de los estratos medio y alto de la sociedad le asignan al tiempo libre, indagar la diferencia que le asignan las mujeres de los barrios pobres fue el trabajo de investigación que realizó Gladys Olivares de Maida, profesora en la carrera de Turismo de la UNC, para su tesis "Ocio y tiempo libre en mujeres de barrios pobres de la capital de Neuquén".
Según una encuesta que ella misma planeó se desprende, en primer término, que la principal actividad tiempo libre de las mujeres, de todos los estratos socioeconómicos, es "mirar televisión", pero quienes presentan el mayor porcentaje (25,9%) son las mujeres pobres. En orden de importancia, le siguen las mujeres del nivel medio (22,8%) y finalmente las mujeres de los estratos altos (25,1%).
En segundo lugar (26%), las mujeres pobres prefieren realizar actividades del tiempo libre de carácter pasivo tales como: "escuchar música", "oír radio", "ver actividades deportivas" y "mirar videos", que eligen dado que tienen bajos costos y no les exige salir del hogar para realizarlas, y que se pueden practicar mientras realizan otras tareas.
En tanto que "practicar deportes", "caminar", "hacer footing" son actividades que las mujeres pobres casi no realizan (7,9%) en relación a las mujeres de clase alta que si las prefieren (15,5%). Esto se relaciona con las modas y las escalas de valores. Las mujeres pobres prefieren emplear su tiempo libre en actividades productivas que les permiten ingresos económicos extras.
Para este segmento estudiado resulta también significativa la diferencia, entre las frecuencias de actividades tales como: "leer libros", "diarios y/o revistas" (6,7%), en relación a las frecuencias en que lo realizan las mujeres del estrato alto (10,7%). Esto se relaciona totalmente con el nivel de instrucción y el poder adquisitivo, y pone de manifiesto nuevamente, que las mujeres pobres tienen otras prioridades en su tiempo de ocio y que, sólo leen un diario o una revista si se las prestan o regalan, ya que no tienen dinero para comprarlos ni el tiempo para hacerlo. En el mismo sentido es notoria la ausencia absoluta de actividades para las mujeres pobres tales como: "ir al cine" o espectáculos" y "tomar sol".
Para las mujeres pobres, se destaca la frecuencia 1,8% de la actividad "conversar con los vecinos" en relación con otros estratos: (0%) en la clase media y 1.6% en la alta. Conversar con los vecinos es una actividad que les permite, por un lado, un descanso liberador de la vida seria y por el otro, construir sus identidades a partir de la identificación e interacción entre los vecinos creando redes de contención del tejido social quebrantado.
Es más importante, para las mujeres de clase baja, la frecuencia de actividades tales como "asistir a cursos y talleres" (2,6%), en relación a los otros estratos: (2,1%), en el medio y (1.1%), en el alto. Para las mujeres de la clase baja, la asistencia a cursos y talleres es fundamental ya que deben capacitarse para hacer frente a las adversidades que les impone el hecho de ser pobres y tener que sobrevivir en un medio hostil y poco solidario. Además, consideran que los talleres son un posible espacio de compensación e inserción laboral, aprendiendo otros oficios (coser, bordar, cocinar, manualidades, etc.).

La gestión comunitaria, una constante

En la clase baja a la mujer se la identifica con tres roles, fundamentalmente: en primer lugar como reproductora; en segundo término con un rol productivo, trabaja afuera pero también atiende al hogar la familia y por último, un rol en la gestión del hábitat familiar y barrial.
Centradas en su función biológica reproductiva, provoca que las mujeres carguen con responsabilidades sobre el mantenimiento, reproducción y reposición de fuerza de trabajo, que se exacerban en condiciones de crisis.
Entonces el papel de la mujer viene a sustituir los servicios públicos de carácter social que en algún momento fueron proporcionados por organismos gubernamentales, y a suplir con intensificación del trabajo doméstico las reducciones en el ingreso familiar, o a completar éste con trabajo extra-doméstico que se añade como una doble jornada.
En esta situación, también, las mujeres se incorporan en actividades de gestión comunitaria, como parte de su lucha por enfrentar carencias, conseguir servicios y garantizar la supervivencia del núcleo familiar, en lo que ahora se identifica como triple jornada laboral.

   
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