Domingo 23 de febrero de 2003 | ||
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Los buscadores de oro no tienen paraíso |
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La codicia le trajo al pendenciero Charles Williams, mala vida y cárcel y al buen minero Ramón Riquelme, una dolorosa soledad. |
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Desde principios del siglo pasado la vida en las cordilleras de Río Negro y de Chubut no era fácil. A las dificultades opuestas por el clima, se agregaba el peligro de ser despojado de bienes -y hasta de vida- por bandidos. Pero las armas de toda marca, Colt, Winchester y Smith & Weson, entre otras, no eran mal vistas en cualquier viajero. Las balas se vendían en almacenes de campo y hasta la Guía Ilustrada de Buenos Aires de 1900, de Agustín Etchepareborda redactada por el periodista Arturo Pereyra, aconsejaba portar armas y decía que los porteños lo hacían. No sorprendía verlas en la cadera de alguien que tras desmontar entraba en un boliche. No siempre viva la pepa Después que el vaquero y pepeador de oro norteamericano Charles Williams mató a Guillermo Brincke en Ñorquinco el 21 de abril de 1904, el comisario Severiano Britos logró apresarlo y lo remitió a la lejana capital territorial del Chubut donde funcionaba el juzgado. Enterrada la víctima -el empleado de la tienda de ramos generales de Agustín Pujol- los pobladores que le temían a Williams sintieron alivio. Se dijo que había recelo anterior entre víctima y victimario que era un bravucón que siempre pretendía no pagar la bebida consumida y hasta llevarse algunas prendas, como ocurrió aquel día de otoño. Ya había cruzado la frontera cuando en 1899 -en total estado de ebriedad- hirió a un peón del hacendado Ciro Marcus, de Ñorquinco, y perdió en la región el generoso hospedaje que se brindaba a los andantes. Especialmente fue rechazado en las estancias inglesas, donde el también itinerante administrador general Francisco Preston vaticinó para Williams un final encarcelado. Lo recordó después del crimen, el mayordomo de la estancia Leleque Carlos Hackett al escribirle a Preston: "Yo creo que usted profetizó un mal fin para Charly Williams -le recordó Hackett el 2 de mayo de 1904-; la bestia disparó contra Brinch (sic), el hombre de Pujol, el otro día, matándolo y ahora está camino de Chubut. ¡Otra hermosa recomendación para la colonia norteamericana!", concluyó el británico. Arribado a Rawson, el asesino fue alojado en la cárcel donde poco después sentó reales otro pendenciero: Pío Quinto Vargas. Pero a diferencia de éste, que contaba con numerosa hacienda y podía pagar abogados, Williams se vio en dificultades, además de las provocadas por demoras, como las de las actuaciones sumariales que no llegaban nunca a la capital del Chubut. Recién a mediados de junio de 1905 "el Ministerio Público presentó acusación contra Carlos Williams, norteamericano, por el delito de homicidio perpetrado en la persona del señor Guillermo Brickle, en Gastre, el 21 de abril de 1904, requiriendo la pena de 15 años de presidio", como lo comentó el sabatino semanario salesiano La Cruz del Sur. También se mandaron oficios al lugar del crimen para los necesarios testimonios con los que el defensor de oficio José O. Vernazza podría armar una estrategia. El Juez dictaminó el embargo de bienes, pero el procesado (según La Cruz del Sur del sábado 3 de setiembre de 1905) dijo no tener dinero para el embargo y "que los bienes que tenía en Ñorquinco sobre el río Chubut los había dejado abandonados cuando fue capturado", por lo que se comisionó el embargo por oficio al juez de paz de Cushamen, Severiano Britto. El juez de paz y ex comisario respondió por nota que "Williams no tiene más bienes que unas herramientas inservibles y que nadie le conoce bienes en Ñorquinco, pues las minas a que el acusado se refiere están en el territorio de Río Negro siendo todo un arroyo donde explotaba al igual que otros algunas pepitas de oro". El arroyo en cuestión era el Los Mineros, también conocido como Las Minas, donde Williams tamizó las arenas auríferas con Martín Sheffield, el legendario. Este último volvió, pero ya viejo, a ese mismo afluente -escaso de aguas- del Chubut en sus nacientes y no lejos de El Portezuelo. Ramón Riquelme fue el último minero que buscó oro en ese mismo arroyo en los años 40 y 50. Allí lo entrevisté muchos años después porque Riquelme había recogido la tradición oral sobre los buscadores de oro. Esmirriado y soltero, había sido cocinero del hotel Parque de Bariloche hasta que corrió tras la quimera del oro que lo condenó a una penosa soledad. De Charles Williams decía que era "codicioso y criminal". Triste, solitario y final La salud de Riquelme se quebró hacia 1985 y charlamos por última vez en el hospital de Ñorquinco, donde lo atendían de una enfermedad terminal. ¿Y cómo terminó Charles Williams? Para el 8 julio de 1906, su defensor Vernazza renunció a la defensa del juicio criminal y una semana después Williams logró nombrar al experimentado Luis M. Sabatier (la información del semanario del Chubut decía que era por el delito de homicidio de Williams contra Federico Guerke. Era un error o Charles tenía otra cuenta pendiente que saldar). Para agosto de 1906 se reclamaron en las actuaciones varias diligencias retardadas que al parecer eran vitales para la defensa y obligaron a arbitrar "por equidad y contra el dictamen fiscal" otras pruebas fuera de término probatorio ya vencido. Recién el 4 julio de 1907 el expediente del proceso criminal "seguido de oficio contra el acusado Carlos H. Williams" se puso a despacho para sentencia. Para 10 días después se sabía que el estudio de su caso era tedioso a causa de la gravedad de la causa y el volumen de los autos, de los cuales, el cuaderno de prueba del acusado había sumado 60 fojas. De ellas 42 fueron consumidas por el alegado del defensor Sabatier, que también recitó, quejumbroso, como informe "in voce". Finalmente la sentencia del 25 de julio de 1907 aludió el estudio minucioso de los antecedentes y declaró "improbada la excusa de legítima defensa y probados el cuerpo del delito común de homicidio y la responsabilidad del acusado en el mínimun de la pena impuesta por el Art. 17, caso 1° de la ley 4189, por concurrir dos circunstancias atenuantes, condenándolo a la pena de diez años de presidio, con los accesorios de interdicción civil que debe sufrir en la Penitenciaría Nacional y el pago de las costas del proceso". Al parecer, Williams fue uno de los pioneros buscadores de oro en el valle Corintos con que se privilegiaron varios galeses. Ernesto Humphreys, hijo del comisario que lo apresó en 1899, me relató -hace 30 años- que a Williams le fue acortada la condena: decía que la cumplió en La Plata. Admitió que su padre comisario "lo había ayudado en el Corintos" (seguramente también lo dejó escapar en el "99) y que, a pedido de su padre comisario, cabalgó 8 leguas para llevar remedios a Williams. También dijo que Charly siempre andaba escondido y sufría enfermedades venéreas. fnjuarez@interlink.com.ar Curiosidades * El vespertino La Tribuna del 26 de febrero de 1880 difundió en Buenos Aires que el perito Moreno acababa de salvar el pellejo. Los titulares destacaban: "Ultima hora - Noticias del explorador - Fuga del poder de los Indios". |
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