Jueves 6 de febrero de 2003

 

El salmón invita desde el mar a una aventura ideal

 

Pocas millas al sudeste de Las Grutas está la Salmonera, un sitio excelente para que los amantes de la pesca ingresen al desafío de conseguir la pieza más grande. Toda una atracción.

 
Cuando la suerte parece haber tomado otros rumbos llega la sorpresa: piezas de 18 kilos y más grandes pueden aparecer.
LAS GRUTAS (ASA).- Las tres varas se doblan hasta que las punteras casi rozan la superficie del mar. Todos los demás pescadores levantan. Apenas pueden creer que tres grandes ejemplares hayan picado casi simultáneamente.
Omar, de Córdoba, agotado tras varios minutos de lucha y de esfuerzo, cede su caña a "Pato", el guía, que intenta sacar lo que parece será el salmón más grande de la jornada. Mientras tanto, Luis, también cordobés, ya extrajo el suyo, que no superaba los cuatro kilos y era similar a los dos que había pescado en el transcurso de la mañana.
A su lado, junto a la cabina de la lancha, César, un rosarino que es acompañado por su padre, no da más. Siente que el pez que tiene en su línea está por vencerlo. Apoya la caña contra la borda y la punta se tuerce hasta que parece quebrarse.
La vara de Omar de pronto se afloja. La línea queda suelta, muy liviana. "Se me fue", dice "Pato", con cierta angustia.
Entonces pasa a ayudarlo a César y entre ambos siguen enrollando.
A unos cinco metros de profundidad se ven dos panzas blancas. Enormes. Con cámaras y filmadoras en mano todos los demás se disponen a ver un espectáculo increíble.
Primero sale el más chico, de unos 7 kilos. Hasta ese momento el más grande del día. Y luego, prendido en el otro anzuelo el restante. Un ejemplar de unos 18 kilos con una cabeza del tamaño de un pelota de vóley.
Entre varios lo levantan y lo depositan en cubierta. Aplausos cerrados para el pescador que todavía no puede creer que pudo sacar del agua al enorme pez.
La pesca depara estas sorpresas en la salmonera.
Durante horas, el pique quizá se limite a besugos, meros y peces palo. Todos de no más de un kilo cada uno. Por allí, a las perdidas, un salmón pequeño.
De golpe, cuando ya parece que las esperanzas de obtener el grande se pierden, llega el momento en que las cañas se tuercen.
Queda la duda acerca del tamaño del salmón que le había picado a Omar y que a pocos metros de ser sacado a flote, cortó la línea. "Era más grande", afirma "Pato", que colaboró con las dos cañas y pudo comparar la resistencia.
El golfo San Matías es un sitio ideal para la pesca embarcada. La tranquilidad del mar, en especial durante la mañana, permite al turista pasar una jornada inolvidable en aguas abiertas, dedicado a esta actividad apasionante.
El lugar tiene que ser el conocido como la Salmonera, al que pocos le conocen la posición exacta en longitud y latitud.
La zona está situada pocas millas al sudeste de Las Grutas, entre los barcos mercantes que esperan en rada y el Fuerte Argentino.
La clave radica en encontrar la restinga. Allí, entre las piedras, a unos 20 metros de profundidad, viven los salmones.
Y junto a ellos, los meros, los besugos, lenguados y otros peces, que pueden transformarse en el centro de una cena con amigos en este balneario.
La extracción no provoca riesgos ecológicos, ya que la biomasa de estas especies es alta y está controlada, máxime si se tiene en cuenta que están sometidas sin peligro a la pesca intensiva con redes de arrastre.
No obstante, hay una consigna que se respeta: pescado chico que no sirve ni siquiera para carnada debe arrojarse nuevamente al agua, con el menor daño posible para que sobreviva.

Para expertos o turistas que llegan sin caña

Quienes cuentan con lanchas y gomones propios pueden ir a pescar por sus propios medios, realizando el despacho en Prefectura, acreditando la capacitación para el comando de la embarcación, portando los elementos de seguridad y llevando un equipo de pesca de características simples: una caña y un reel frontal o rotativo resistente con no más de 100 metros de línea del sesenta como mínimo, anzuelos de distintos tamaños y calamar o pulpitos para encarnar.
En tanto, los que no cuentan con embarcación, pueden recurrir a Cota Cero, ubicada en la Tercera Bajada, que dispone de excursiones a la Salmonera. El valor es de 70 pesos si se lleva caña y de 80 cuando el equipo lo pone el privado.
Se sale por lo general a las 8 y se regresa a las 14, lapso en que el mar está más calmo y las condiciones de pesca son las mejores.
La experiencia es inolvidable. El pique de besugos y meros es constante. Cuando se corta o cuando después de un rato no aparecen los salmones, el guía mueve la lancha hasta algún sitio cercano. Tarde o temprano los grandes ejemplares aparecen y se suman a los más de 50 ó 60 pescados chicos, entre besugos, meros y lenguados, capturados antes.
La jornada de pesca en el golfo comienza de manera excepcional. Por la mañana el mar se presenta transparente. De lejos se notan los cardúmenes de magrú haciendo burbujas como si el agua hirviera y el fondo del mar se percibe con claridad hasta cerca de los cuatro metros de profundidad. Antes de la pesca varios aprovechan a bañarse en esas cálidas aguas planchadas.
Y a la vuelta, después del reparto, todo pasa por la cocina. Los salmones de mar -pseudopercis semifasciata- no son los mismos que los salmones rosados del Pacífico ni aquellos que trepan aguas arribas por los ríos que desembocan en el mar en Alaska y Canadá. Ni siquiera son salmónidos, pero su aspecto es similar y la exquisitez de su carne a la parrilla los hace ideales para una cena con amigos rociada de vino blanco. Los besugos se cocinan fácil. Se sacan las escamas y con manteca y provenzal se mantienen pocos minutos en una cacerola o al horno. Un manjar.

   
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