Domingo 2 de febrero de 2003

 

 

Graciela es sinónimo de arte e historia en las playas de "El Salado"

 

La artista prefiere llamar a Playas Doradas por su antiguo nombre y es una de las atracciones cuando desaparece el sol

  PLAYAS DORADAS (Especial).- Graciela Gataffoni se resiste a llamar a Playas Doradas como tal y prefiere conservar la antigua definición de El Salado. Veranea aquí desde cuando predominaban los montes xerófilos y desde hace tres temporadas vende la producción de los más talentosos artesanos del lugar.
Graciela integra una de las pocas familias de Sierra Grande que tuvo la experiencia de disfrutar de la calma y naturaleza intacta de este lugar desde hace 25 años, cuando jarillas, molle, jume y otras especies de la flora autóctona invadían el lugar que hoy ocupan las construcciones de los inversores.
Recuerda que en esa época junto a su familia cada fin de año, una vez finalizado el ciclo lectivo, emprendían el esperado viaje a El Salado hasta que finalizaban las vacaciones. En esos días las únicas posibilidades de alojamiento era el camping y en su caso particular optaban por una casilla rodante.
Orgullosa de esa proeza, comentó que "realmente mis hijos pasaron una infancia hermosa en un lugar tranquilo donde los podíamos dejar libremente y ahora son adultos y lo viven con tantas ganas como en el principio", aludiendo a una de las características mas importantes que conserva el balneario, como la seguridad y tranquilidad de su extensa playa. "Había que traer todo y si faltaba algo había que pedir a los vecinos de camping "hacíamos los viajes una vez por semana para proveernos de los insumos", recordó.
En ese tiempo el lugar era conocido como "El Salado" en evocación al arroyo homónimo que desemboca en el límite norte del balneario. Cuando comenzó a transformarse oferta turística pasó a llamarse Playas Doradas, pero de todas formas los lugareños se quedaron con la vieja definición; "con ese nombre lo conocí y sigo llamándolo así", acotó Graciela.
Desde hace tres temporadas, junto a su amiga Yoli Vilas pusieron una casita con artesanías para la venta, que en honor a sus principios llamaron "Del Salado".
Es un lugar pequeño pero ambientado con los matices necesarios para que cada creación de los artesanos de la zona pueda ser apreciado por el visitante. Se pueden encontrar objetos de cerámica, maderas, objetos de uso, telares, cueros curtidos, remeras, trabajo en cuero y la vedette son unas colchas tejidas que han causado revolución.
El pequeño local es la primera casa dedicada exclusivamente al rubro y se transforma en una muy buena opción para los días en los que el sol no acompaña.
   
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