Lunes 17 de febrero de 2003

 

Mañas

 
  Hay que sacarse el sombrero delante de los que todos los días se paran frente a la pobreza y aguzan el ingenio para llevar sustento a sus hogares.
Son aquellos que hicieron de la necesidad, virtud.
Aprendieron nuevas formas para relacionarse en los clubes de trueque o roperos comunitarios, pusieron por primera vez sus manos en la tierra para armar una huerta comunitaria y algunos hasta incorporaron estrategias de marketing para ofrecer de la mejor manera la producción "made in casa" en una feria.
Tal vez por el ejemplo que esos miles exhiben cada día es que aparece más clara la evidencia de los que todavía permanecen en la antigua estructura asistencialista y terminan chocando sucesivamente con la mayoría de los actores sociales, llamense gobernantes, trabajadores y hasta los propios desocupados que tienen otra visión sobre el camino para reinsertarse en el mundo laboral.
Durante la última semana el tránsito frente a la municipalidad de Roca se vio interrumpido por agrupaciones sociales y políticas, que bajo la bandera de la desocupación instalaron neumáticos encendidos en la calle Mitre y carpas en la plaza Belgrano.
Ante todo micrófono que se les puso adelante reiteraron su pedido: bolsones alimentarios, pañales, colchones, plata para cancelar los servicios públicos cortados y ampliación en las edades mínimas y máximas para acceder al Plan Jefes, que de paso consideraron escaso y por lo cual reclamaron un aumento a los 150 pesos mensuales.
Ninguno pidió trabajo o capacitación para incorporar saberes que abran las puertas a labores desconocidas.
Nadie desconoce la verosimilitud de las carencias de esas familias que se apostaron frente a la comuna. Lo cuestionable es el método que eligen para revertir su realidad.
Peor aun es la postura del Estado, encarnado en este caso por el municipio roquense.
No entregaron todo lo que pedían, pero sí varias bolsas de harina y el compromiso de hacerse cargo del pago de servicios adeudados.
No pidió nada a cambio. Sólo que despejen la zona. Y de esta manera abrió la puerta a la reproducción del conflicto, que a esta altura ya es crónico con las agrupaciones que siempre se quejan de la política clientelista del gobierno provincial pero en mucho contribuyen a desvirtuar el real sentido de la "acción social" que está obligado a ejecutar el Estado.
El otro dato que transparenta la escasa predisposición de muchos para escapar a la desocupación con el impulso del esfuerzo propio está dado por la realidad en las chacras de la ciudad y el Alto Valle.
La posibilidad de obtener ganancias como pocas veces contrasta con la imagen de los productores golpeando puerta por puerta en los barrios para conseguir cosechadores.
¿Qué pasó con los trabajadores temporarios de años atrás? Argumentan que temen perder el Plan Jefes si los encuentran arriba de una planta.
¿Cómo? ¿Y el nuevo esquema que permite tomar a beneficiarios del programa y pagarles los 150 pesos junto a los excedentes hasta el sueldo básico de la actividad? ¿No le interesa a ningún jefe de hogar?
Además, ingenuo sería pensar que si trabajaron tantos años "en negro" en muchas chacras justo ahora se les ocurrió respetar las leyes vigentes.
La realidad es clara y ante tanta evidencia duele.
Afortunadamente hay miles que creen que otro futuro es posible si las ideas entran en movimiento. Por respeto a ellos, bueno sería que el Estado muestre algo más de firmeza ante las trilladas "necesidades sociales".

Hugo Alonso
halonso@rionegro.com.ar

   
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