Domingo 16 de febrero de 2003

 

El brete

 
  Pasó la interna peronista. Pero a buen seguro, recién comienza en San Martín de los Andes.
Jorge Carro se alzó con la victoria, que le da el derecho de aspirar a la torre del reloj. Confeso parrillista y aliado táctico de Baum, sorprendió a más de uno con su triunfo.
Sin embargo, detrás de su figura -decisiva a la hora de contar papeletas- hay una mixtura de intereses y caminantes, que al cabo hicieron el trabajo de acercar electores y convencer voluntades.
Esa labor, que sirvió a Carro de polea para hacer la interna, fue desplegada por gentes con las que estaba enfrentado hasta meses antes de lanzarse a la postulación.
De hecho, son los mismos dirigentes que quedaron fuera del diseño electoral de 1999, cuando Carro fue candidato a intendente y perdió la general por un puñado de votos a manos del emepenista Sergio Schroh.
Su adversario el pasado domingo 9 fue Guillermo Carnaghi. A la sazón aglutina a la mayoría de los técnicos y dirigentes que vienen construyendo las propuestas del PJ a nivel local, en el ejercicio cotidiano de la política.
El dato es que el propio Carro pertenece a ese cuño, en el que no halló cabida para ir otra vez a por la intendencia. Le ofrecían la presidencia del Concejo en fórmula con Carnaghi, y no la aceptó porque el asunto pretendía dirimirse entre cuatro paredes, según sus adláteres. Abortó entonces la boleta de unidad.
De igual suerte, tendrá por lista de concejales a la de su contrincante. Es que por paradoja del corte de boletas, ganó la candidatura a la intendencia pero perdió en el camino a sus acompañantes al legislativo municipal.
A poco que se analicen discursos, se verá que entre el derrotado y el vencedor no hay grandes diferencias a la hora de articular una visión de lo que debe ser la gestión municipal. Pero Carro tiene por delante su propio brete.
La política genera alianzas que pueden durar lo mismo que la necesidad que las contiene. Sin embargo, más temprano que tarde, aquellos que participan de un negocio electoral siempre terminan pidiendo cuentas al capitoste.
Carro ha contraído obligaciones políticas con sus mentores ocasionales, pero difícilmente -si es que accede a la intendencia- encuentre en ellos material suficiente para armar equipos de gobierno.
No es asunto de capacidad, sino de escasez de cuadros e imagen pública. Es que entre los dirigentes que asentaron petates junto a Carro, hay algunos de pasado polémico tras su paso por distintas instituciones.
De confirmarse la hipótesis, Carro tendría dos opciones no excluyentes entre sí. Por un lado, inducir a los perdedores a sumar voluntad electoral, así como presencia en el gobierno. No será del todo fácil. Quedan heridas por restañar y hay alergias entre unos cuadros y otros.
Además, los cargos apetecibles en la comuna son acotados, de modo que entre sus propias filas y las de Carnaghi quedarán comensales sin mesa y sin mantel.
Las ansiedades en tal sentido serán muchas, sobre todo si se advierte que el peronismo tiene chances de ganar en la elección local.
Por otro lado, Carro puede echar mano de inteligencia por fuera del partido. No es un secreto -lo ha dicho- que le seduce la idea de convocar extrapartidarios para las funciones de gobierno.
Esa carta es brava pero, como en el tango, tiene contra: de ser numerosos los llamados desde afuera a ocupar puestos clave, Carro consumiría por despecho la base de sustentación de su propio partido. Un problema.

Fernando Bravo
rionegro@smandes.com.ar

   
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