Domingo 16 de febrero de 2003

 

Ciudades colombianas, el nuevo blanco

 

Las principales guerrillas del país parecen haber elegido a las ciudades más importantes como el nuevo teatro de operaciones, según los analistas, que interpretan los últimos ataques con explosivos. La política de dureza de Uribe y su alianza con Estados Unidos enfrentan una dura prueba.

  Bogotá (dpa) - La reciente arremetida de la guerrilla de las FARC ha cobrado en los últimos ocho días la vida de al menos 53 personas, en una nueva etapa de la urbanización del conflicto interno colombiano que cada vez afecta con mayor dureza a los civiles.
En menos de ocho días, dos atentados dinamiteros sacudieron a Bogotá y Neiva, la capital del departamento de Huila, en lo que ha sido interpretado como la puesta en marcha de una amenaza proferida por el número dos y jefe militar de las FARC, Jorge Briceño ("Mono Jojoy"), de llevar la confrontación a las ciudades.
Cuando miles de colombianos no se reponían de las imágenes de dolor que dejó la detonación de un potente coche bomba en un exclusivo club de Bogotá, donde murieron 35 personas y resultaron heridas otras 165, la explosión de un casa repleta con explosivos en Neiva (suroeste) recordó que la guerra ya no es ajena a las urbes.
Analistas han advertido que lo ocurrido en estas ciudades puede considerarse como un "salto cualitativo" en la dinámica del conflicto colombiano, que deja cada año más de 3.000 muertos. "
Un punto de no retorno en la evolución de las FARC hacia el terrorismo y, muy posiblemente, en un endurecimiento sin reversa de un Estado asediado y golpeado en lo más sensible", reseñó el diario "El Tiempo", al considerar estas acciones como un "desafío sin precedente" al plan de seguridad puesto en marcha por el gobierno.
En Neiva se repetía esta vez el dolor en medio de los escombros, a pocas horas de que el presidente, Alvaro Uribe, instalara este sábado un consejo comunal para discutir con las autoridades sobre la seguridad y otros problemas locales.
Unos 200 kilos de anfo (un explosivo más potente que la dinamita) se activaron a primeras horas del viernes, cuando unidades de la Policía y la Fiscalía se disponían a inspeccionar el predio, en un sector residencial.
Al menos 18 personas murieron, entre ellos nueve uniformados, ocho civiles (de los cuales cinco son menores de edad), y una fiscal, mientras que otras 40 resultaron heridas, dijeron las autoridades. Uribe, quien visitó la noche del viernes a los afectados, aseguró que los autores se están "escudando detrás de la dinamita" para cometer estos ataques.
Dijo que los culpables "no son capaces de enfrentar al Estado (...y) proceden con el cobarde terrorismo". La Policía atribuyó el hecho a las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia), a la vez que se empezó a investigar la hipótesis de que en la "casa bomba" se planeaba un plan para atentar contra Uribe cuando su avión aterrizara en Neiva.
"La Fiscalía tuvo conocimiento de que en ese lugar se estaban colocando plataformas para impactar el avión del presidente", dijo el investigador en Huila, Hernando Valenzuela.
Pero la estrategia de seguridad de Uribe no sólo enfrenta una dura prueba en las ciudades, sino en uno de los "laboratorios" de su política, como es la estratégica región de Arauca, donde se encuentran unos 70 militares estadounidenses. Arauca ha sido blanco de una arremetida rebelde, que deja 14 muertos, y en la última semana estuvo sometida a un "paro armado" del Ejército de Liberación Nacional (ELN) en contra del plan del gobierno y la presencia de estadounidenses.
   
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