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Martes 4 de febrero de 2003 | ||
"Argentina es el gran laboratorio político mundial" |
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El director del Instituto de Altos Estudios de América Latina, dependiente de la Universidad de París III, destacó que un triunfo de Menem demostraría la fortaleza que aún mantiene la corrupción. |
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En una entrevista con "Río Negro", el joven catedrático propuso "resucitar a los organismos de control" en un país como la Argentina que hoy, según resaltó, "es un gran laboratorio político mundial, porque en su seno se reproducen al extremo fenómenos continentales de imprevisibilidad en el sistema de partidos, de escasa de identidad nacional y de lucha y falta de organización en la izquierda". A pesar de la crudeza de sus dichos, Blanquer no fue pesimista. "En la Argentina - dijo - hay raíces políticas muy fuertes y profundas. Cuando se produjo un vacío por el fracaso de De la Rúa, no hubo un golpe de Estado y si una respuesta institucional que tiene un valor precioso, ya que reconoce antecedentes en la Constitución de 1853". Hizo notar que "el poder volvió al PJ, que era menos popular que cuando perdió las elecciones en 1999. Los políticos, aún desprestigiados, siguen gozando de los beneficios de la fortaleza de un sistema que sobrevivió a la crisis, paró el caos y no es un freno a la modernización". No fue piadoso con el Pacto de Olivos, "origen de la desinstitucionalización" ni con el funcionamiento de la Corte Suprema de Justicia. "La Argentina - expresó - se parece a una casa de estructura fuerte que se quedó sin muebles y a la que carcomen las termitas". Ahondó sobre la corrupción como factor de la crisis, con influencia directa e indirecta sobre la mentalidad de los ciudadanos, y gran impacto sobre las finanzas. Comentó que en el exterior asusta que ninguno de los candidatos supera el 20 % de la intención de votos. "Se abre la puerta para el regreso de Menem, lo que sería un absurdo pues desnaturalizó al peronismo. Con el Pacto de Olivos buscó una lógica parlamentaria que no logró ya que finalmente primaron los gobernadores, lo que plantea un problema de homogeneización territorial. No es que falte patriotismo y sentido de pertenencia - aclaró - pero no hay claridad. Hay una gran diferencia entre Buenos Aires y el resto del país. Los porteños son ciudadanos del mundo, en el buen sentido, pero provocan una fractura mental, cultural y social con las provincias. Se altera el desarrollo. Parece que no hubiera terminado la guerra entre unitarios y federales". No eludió hablar de los "piqueteros" ni de los "caceroleros". Los elogió como producto de "una gran vitalidad social", aunque acotó que "es muy peligroso que no tengan contrapropuestas, ni canales orgánicos y que sean anárquicos. La vitalidad social no se traduce en un dinamismo político coherente", indicó. Consignó, además, que el sindicalismo resultó fragmentado por el alfonsinismo y el menemismo y que en el contexto latinoamericano la falta de un líder claro en la Argentina, exacerba el individualismo y produce la debilidad de organismos de control. Al detenerse en el tema de la corrupción, señaló que debe tomarse en consideración su gravedad. "Es un síntoma de algo más hondo: la falta de sentimiento público". Blanquer manifestó igualmente que responder a los enigmas del "caso argentino", es contestar a los interrogantes del futuro planetario. "Argentina es el gran ejemplo del carácter absurdo de nuestra lógica económica y social. Es un país inmensamente rico, tiene de todo, naturaleza, un pueblo educado, una historia apasionante ¿Donde está la falla? Se compara - desplegó su teoría -, al peronismo con el bonapartismo social de De Gaulle: nacionalismo y voluntarismo democrático e independencia en relación con EE.UU. El PJ termina monopolizando a la derecha y atrayendo a la izquierda. Claro, Chirac no es Menem, porque ha permitido una evolución hacia la construcción europea". El estudioso consideró que el peronismo concentra "valores intrínsecos para marchar hacia una nueva identidad, con capacidad para abrirse y adaptarse al nuevo orden". Se esperanzó en que las próximas elecciones presidenciales "clarifiquen esta lucha de hombres con mentalidades distintas y que haya reconstrucciones intelectuales para dar opciones a la gente". Rescató la "digna labor" de Eduardo Duhalde en su negociación con el FMI, que le permitió al país "pequeños resultados económicos y un repunte en la producción industrial". Exaltó "la buena imagen" lograda al enfrentar a Menem, viniendo del "peronismo clásico". Sin embargo, no todos fueron palos para el riojano. Rescató sus primeros cinco años de gestión, cuando produjo "un renacimiento y una liberalización en el buen sentido, con un peso fuerte, más allá de su estilo personal" y atacó el segundo período cuando "ya no se respetó ninguna regla de transparencia. Dejó la factura para los demás después de haber aplicado las recetas ortodoxas del FMI. Y otros países tuvieron más suerte, como Turquía, Pakistán y Brasil. Este último fue más heterodoxo económicamente y más independiente, y sin embargo no fue condenado por Paul O´Neill". Parafraseando a Nietszche, Blanquer le puso final a la entrevista con una definición estratégica. "Lo que no mata, refuerza. Y como el Mercosur no ha muerto, es necesario que la Argentina alumbre un proyecto político, que sirva de contrapeso al liderazgo natural de Brasil en la región". Arnaldo Paganetti |
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