Martes 25 de febrero de 2003
 

Los mapuches, los partidos y las elecciones

 

Por Jorge Nahuel (*)

  En Neuquén un gobernante ejerce autoritarismo y poder, convencido de que haber ganado una elección lo legitima para hacer de la provincia del Neuquén y sus habitantes lo que le plazca. Desconoce otras formas de vivir y de razonar ante el mundo que lo rodea. Ese autoritarismo le estrecha la visión, ejerce el rol que le han delegado con total impunidad y no admite otras formas diferentes de entender la realidad.
El territorio de las palabras y los conceptos, entonces, se convierte en otro de los espacios a recuperar por los mapuche. Uno de los conceptos cuyo contenido se ha desvirtuado totalmente es el de democracia. Hasta hace un par de décadas se aceptaba como lógica la idea de un Estado homogéneo, donde todos respondíamos a un patrón cultural, político y geográfico único. La diversidad cultural quedaba fundida en un crisol de razas que conformaba la identidad nacional, que hoy se reconoce es una ficción jurídica.
La nueva Constitución Nacional reconoce la preexistencia de los pueblos originarios de la Argentina. Reconoce que el pueblo mapuche existe antes que la misma república y que los límites estatales eran y son para el mapuche caminos de comunicación, de ida y vuelta, de una nación cuyo territorio ancestral se extendía desde el Pacífico al Atlántico.
Los avances y cambios en las dinámicas de relación del orden global entre los pueblos amplían la visión y ayudan a entender que la afirmación cultural, la participación en la vida política sin perder identidad, la autonomía basada en el reconocimiento territorial y el autogobierno son temas primarios a la hora de definir la nueva relación que debe construirse entre el pueblo mapuche - el Estado y la sociedad en general.
En resumen: se trata de aceptar la diversidad cultural que la región posee y construir un nuevo país intercultural. Esto es posible bajo un nuevo modelo de Estado. Exige la transformación del sistema político y legislativo que avance de un sistema de representación a un sistema de participación real. Un modelo de participación genuina que trascienda la partidocracia.
Los partidos políticos, a esta altura de la historia institucional, se han convertido en sectas intolerantes a todo interés que no sea el del sector que representa. Cuando ese partido toma el "poder", convierte al Estado en su feudo. Este es el círculo vicioso que ha devaluado la función pública y las instituciones del Estado.
El otro mecanismo perverso que implementa este viejo sistema estatal es la relación clientelista con el ciudadano que en lugar de generar el bienestar social que promete, genera mayor exclusión social. La relación clientelista que establece el gobierno está basada en la transferencia de ayuda social a cambio de apoyo político, generando una sociedad de rehenes electorales. Ni hablar de las prácticas corruptas, las coimas para comprar voluntades opositoras, la censura, etc., sobre lo cual el actual gobierno de Sobisch es un ejemplo potencial y vigente.
Con todo lo anterior no decimos que los partidos no deben existir, sino que el actual mecanismo de representación hoy no cubre la necesidad de una sociedad dinámica que ha superado a los partidos como forma de expresarse, proponer y proyectarse.
Por lo tanto es urgente que nuevos espacios de expresión social, político y cultural deban ser reconocidos en un nuevo modelo de Estado Intercultural. Donde estén representados los diversos intereses de la sociedad, hoy excluidos por este modelo de representación.
El pueblo mapuche presentó en el 2000 una propuesta de participación y representación que se denomina Melí Wixan Mapu - Parlamento del Pueblo Mapuche. Un mecanismo que se constituye en la instancia de debate y definición de propuestas legislativas, elaboradas por un cuerpo de representantes mapuche elegidos en elecciones libres a través de un registro electoral mapuche. Es decir, es el propio pueblo mapuche el que designa a los que velarán por sus intereses y proyección en articulación con la Legislatura de Neuquén.
Su reconocimiento dentro del régimen político-administrativo es base para asegurar, no sólo la continuidad física, histórica y cultural del pueblo mapuche, sino también para afirmar el desarrollo de una sociedad que se enriquece con la diversidad y que crece ética y humanamente, creando un precedente a nivel nacional que será reconocido y repetido.
Este nuevo modelo de Estado y participación será un nuevo sistema político que reconoce la realidad que lo rodea y promueve otra visión intercultural del poder. Un "Estado intercultural y pluriétnico" es una alternativa que establece la Constitución Nacional y que invitamos en nuestra región a examinar e implementar en la próxima reforma constitucional provincial.
Se trata de implementar un modelo de poder circular como alternativa a las estructuras de poder piramidal existente y que tantas desgracias para el pueblo ha generado. Y lo que es peor, ha creado privilegios y castas políticas que jamás han trabajado por un bien común que no sea el de su sector.
Este nuevo Estado a construir es básicamente:
• Plural: Respeta y fomenta la diversidad sociocultural de la población civil de Neuquén, afirmando su identidad.
• Democrático: Estimula la participación y representación de todos, en los diferentes niveles institucionales, de gestión y decisión, asegurando un criterio de proporcionalidad, corresponsabilidad y apego a los intereses colectivos de provincia.
• Descentralizado: Plantea un reordenamiento territorial ante la necesidad de reorganizar el espacio para aprovechar sus recursos.
• Tolerante: Abierto a la participación política de todos, sin distinciones de raza, sexo, creencia, posición socio-económica o cultura.
• Redistributivo: Busca repartir la renta de una manera más justa, rompiendo con la concentración desmedida de la riqueza en pocas manos y canalizándola hacia los sectores para los que no rige el derecho a una vida digna y que han sido excluidos de toda posibilidad de desarrollo.
Los mecanismos y políticas que genera este nuevo modelo de democracia no serán políticas "para" sino construidas entre los pueblos que constituyen la nación intercultural y pluriétnica.
Este es el Estado que el pueblo mapuche está dispuesto a respetar y reconocer. Comenzamos por poner toda nuestra capacidad en construirlo. Nunca más delegar nuestra vida y cultura en nadie que no seamos nosotros mismos. Fortalezcamos una visión intercultural del poder. Donde los mapuche ocupemos el espacio que nos corresponde. Nunca más un Estado ocultando o reprimiendo al pueblo mapuche. Sosteniendo con nuestra lucha cotidiana que, sin derechos, la justicia es una mentira y sin derechos, la democracia es una farsa.

(*) Werken de la Coordinadora de Organizaciones Mapuche.
     
     
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