Domingo 23 de febrero de 2003 | ||
Esfuerzo supremo |
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Por Héctor Mauriño
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Consciente de lo que se juega y de que las encuestas no lo favorecen totalmente, a una semana de las elecciones municipales del 2 de marzo, el gobierno provincial está empeñado en un esfuerzo supremo para torcer la suerte a su favor. Un bombardeo pocas veces visto en una provincia acostumbrada a los desplantes de un partido hegemónico se abate sin piedad sobre los vecinos, que no pueden salir a la calle o encender un instante la radio o la televisión sin tropezar con el recalcitrante mensaje oficial. Como una lluvia tóxica, una serie de mensajes subliminales vinculan el Estado con el MPN; el plus del 20% de zona con la condición de "neuquino" y la tarjeta "confiable" con una virtud que el gobierno no tiene. No se sabe cuánto cuesta este despliegue obsceno, pero no hay duda de que así como sus autores confunden malintencionadamente al Estado con sus intereses políticos, otro tanto hacen entre los fondos de campaña y el tesoro público. En su propósito de ganar a cualquier precio, el gobierno no se ha ahorrado ningún abuso. Desde convertir a cada funcionario en un militante más hasta poner en marcha una Acción Social paralela, destinada a solventar un clientelismo desenfrenado, que amenaza sepultar a los vecinos bajo un aluvión de bolsas de comida y materiales de la construcción. Por desgracia, este esquema monstruoso tiene asegurada su reproducción, en la medida en que la pobreza reinante y el creciente embrutecimiento de los sectores más vulnerables son garantía de dependencia indefinida del aparato político oficial. Como todo esto no alcanza, el MPN manda a sus activistas a destrozar los carteles de sus adversarios y si hace falta los amenaza o golpea, como ha pasado en varias de las caminatas de Quiroga por los barrios. Paralelamente, florece una campaña de inauguraciones y anuncios pomposos. Esta semana le tocó al "socio estratégico" de Sobisch, Repsol YPF, hacer la "pata" inaugurando con bombos y platillos una planta separadora de gas que en realidad está funcionando desde mediados del 2001. La danza de millones en anuncios de fabulosas inversiones es tan confusa como inverosímil, y a esta altura es imposible precisar cuántas veces se prometió lo mismo y si algo de lo dicho efectivamente se cumplió. No obstante, todo este despliegue no parece haber alcanzado a garantizar el efecto deseado. Es evidente que muchos de los que aceptan las dádivas, en su fuero íntimo ya han tomado la decisión de castigar a un gobierno que maneja las cosas públicas a su antojo con el mayor descaro. Además, el sobischismo tiene en sus manos encuestas que dan a Federico Brollo 5 puntos por debajo de Quiroga, algo que explica, de paso, por qué ningún sondeo oficial aterrizó en las redacciones de los medios. Como los tiempos que se agotan, el gobierno trata de captar ahora la porción del 25% de indecisos que arrojan todas las consultas, cuestión de torcer a último momento lo que se presenta como un destino esquivo. Por lo pronto, Sobisch ya desistió de seguir poniéndose al frente de la campaña y salió esta semana a abrir el paraguas, al aclarar que una derrota de Brollo no afectaría sus posibilidades para la reelección. Pero más allá de sus palabras, que hablan por sí mismas de su preocupación, el gobernador sabe perfectamente que su suerte no será la misma si su "pollo" pierde este tour de force decisivo. Es bastante evidente que esta vez no alcanzará con hacer responsable del eventual fracaso al jefe de campaña o con explicar que lo ocurrido se debe a las limitaciones del candidato (independientemente de que éste, a pesar de los esfuerzos, no parece demasiado convencido del papel que representa). En realidad, Sobisch ha tirado de la cuerda más de la cuenta y nadie, ni dentro ni fuera de su partido, dejará pasar esta oportunidad de pasarle la factura y recortar su poder. Para empezar su desairado socio político, el vicegobernador Jorge Sapag, a quien Sobisch, en su ceguera, ha relegado totalmente de las decisiones, al punto de mantenerlo apartado de las informaciones más vitales del gobierno. En ese contexto, el distanciamiento entre ambos es tal, que Sapag ya no hace mayores esfuerzos por disimular en público sus diferencias y sus críticas por el estilo francamente despótico del gobernador. En realidad, la relación ha atravesado un punto de no retorno y gane o pierda el aparato sobischista, lógicamente con mayor énfasis si sucede esto último, el surgimiento de una corriente interna opositora después del 2 de marzo es un hecho. Héctor Mauriño vasco@rionegro.com.ar |
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