Domingo 9 de febrero de 2003
 

Harto complicado

  Arnaldo Paganetti
arnaldopaganetti@rionegro.com.ar
  Los lugares comunes terminan provocando tedio. Pero en algunos casos es inevitable flotar en ellos. La Argentina, acostumbrada a transitar por el borde del precipicio, sigue siendo incomprensible para el resto del mundo desarrollado que, sin embargo (obvio que en defensa de sus intereses además del pregonado afán solidario), insiste en arrojar una soga para intentar sacarla del pozo.
"Ustedes no son la excepción a los problemas de Latinoamérica, sino la acentuación", dicen en las principales universidades extranjeras cuando llaman a restablecer un principio básico sobre los controles en democracia que el extinto general Perón sintetizaba con esta frase: el hombre es bueno, pero si se lo vigila es mejor.
Cuando uno desembarca en Buenos Aires o en cualquier otra capital del interior del país se encuentra con una lógica propia y enfermiza que gira en falso alrededor de la permanente búsqueda de cargos y tajadas de poder, con partidos (y los argentinos) a punto de estallar y una justicia sospechada de parcialidad.
El presidente Eduardo Duhalde, que en apariencia ha logrado dar "certeza" a la realización de las elecciones generales del 27 de abril, ordena apoyar al nuevo delfín Néstor Kirchner (por más que éste reniegue y acepte al mismo tiempo el padrinazgo), mientras su esposa "Chiche", cabeza visible de la ayuda social a los más pobres, desguarnece al gobernador de Buenos Aires, Felipe Solá y, por extensión, a ese candidato patagónico, hoy uno de los arietes del transitorio oficialismo para impedir el tercer turno presidencial de Carlos Menem.
El riojano da batalla para llevar las siglas -ganadoras- del PeJota, pero todas las adhesiones que cosecha entre los humildes y los más ricos (en este caso vergonzantes), contrastan con el gran rechazo que genera en un amplio sector de la población, harta de una corrupción que favorece a los más astutos y se ha transformado en sistemática. Cuando se trata de hacer recortes o terminar con privilegios, por más que esto sea sólo una gota de agua en medio del océano de las deficiencias estructurales, siempre se mira hacia otro lado.
"Atención: después de los caóticos episodios del 20 de diciembre de 2001, los políticos se juegan la vida. Es posible que Duhalde esté maniobrando para quedarse, pero si le falla lo pueden colgar en la Plaza de Mayo". La revolucionaria definición la da un moderado historiador, integrante de los equipos técnicos de Kirchner, intrigado por saber qué "esconden" los componentes del matrimonio presidencial.
El tercero en discordia en el peronismo dominante (Elisa Carrió y Ricardo López Murphy están desdibujados en las mediciones) es Adolfo Rodríguez Saá, visto como el "hecho maldito" por los sectores del establishment. Lo observan como parte del pasado y enemigo de las recetas neoliberales. Aún bajando en la ponderación de los sondeos, el puntano tiene algunos alfiles de lujo: se destaca Aldo Rico en la provincia de Buenos Aires, con una imagen apropiada para los que buscan fiereza a la hora de enfrentar a la ola delictiva.
Con respecto al supuesto estatismo o propósitos reprivatizadores - realmente, el estado calamitoso de los servicios ferroviarios justifica cualquier revisión -, en el exterior no adoran al liberalismo salvaje, sino que reclaman sensatez, transparencia y un marco jurídico estable que garantice las inversiones. Les espanta que las normas se modifiquen día a día.
El maquiavelismo, que lo hay, se da en situaciones que localmente auguran que un gobernante fuerte podrá contar siempre con la cobardía incondicional de los argentinos.
Las dudas sobre la renovación siempre persisten. El sector duro del duhaldismo, que rechaza a Kirchner y le exige a su jefe que tome la posta y enfrente cara a cara a Menem, podría provocar la caída del fallo de la jueza María Servini de Cubría, habilitando a tres postulantes con sus propias estructuras. Lo harían convocando a un Congreso partidario que designaría un candidato a dedo.
¿Cambios democráticos? En despachos del Ministerio del Interior y de la SIDE manejan datos que, incuestionablemente, dan hoy triunfador a Menem, muy por encima de Kirchner, a quien desaprueba el duhaldista Luis Barrionuevo, quien ha dicho que algunos de sus compañeros han sacado a mostrar al mandatario santacruceño "como quien pasea a un perro muerto".
Los constructores del futuro gobierno predican en la luz y trabajan en las sombras. Los ejercicios institucionales, que permitieron mantener en pie la casa a pesar de las termitas, serán vanos si los dirigentes no tienen capacidad de producir una transformación, que hoy parece ilusoria.
"De una puñetera vez, decídanse", reclamó un emisario del presidente español José María Aznar.
Y Duhalde, uno de cuyos cometidos, es borrar a Menem, jura que se va a su casa el 25 de mayo. Lo cierto es que en la Argentina no hay ninguna garantía de que las "certezas" sean tales. Entonces, vale la pregunta: ¿las elecciones generales, serán en abril o en octubre? ¿Con Duhalde o sin Duhalde?

Arnaldo Paganetti
arnaldopaganetti@rionegro.com.ar

     
     
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